Amy esa noche estaba sentada en su sillón grande favorito, que se encontraba en medio de la sala, le gustaba leer revistas de corazón y estaba leyendo la vida de Christian Nilssen. En ese momento llegó su compañera con un gran ramo de rosa, a esa hora de la noche y eso le extraño a ella. Mientras su amiga llenaba un florero con agua para poner las rosas, Amy no dejaba de preguntarle quién era la persona que le había regalado aquellas rosas.
— Vaya quien es el afortunado ahora, porque ese no fue quien te invito al campo verdad. ¿Quién te ha regalado las rosas?, te conozco bien Tara. —le dijo Amy enseñándole el mueble para que se sentara.
— Está bien no te lo puedo negar me la regaló mi jefe. —le dijo con una gran sonrisa.
— Tu jefe, ese no es donde tú eres recepcionista, y además es como un poco mayor, para ti Tara. —frunciendo el ceño.
— ¡Por Dios Tata! Tiene 35 años no es tan viejo, para mí. —dijo ella un poco molesta por lo que ella había dicho. — Tara tu tienes 23 años, amiga y ese hombre seguro que busca es burlarse de ti. —la acuso Amy con severidad.
— Deja de fastidiarme. —le dijo Tara molesta.
— No te enojes y además espero que esta vez sea en serio y no se burlen de ti. —le dijo Amy levantándose de su sillón.
Tara lo que hizo fue sonreír, y se levanto y busco un florero, lo lleno de agua y puso las rosas allí. Amy se quedó pensativa y recordó tantas cosas que le habían pasado. Recordó un novio que no la deseaba y que le prometió matrimonio y lo encontró con otra chica en la cama, y eso había ocurrió una noche hace más de dos años.
En ese momento le salieron algunas lágrimas de solo recordar aquel momento, era una joven ingenua e inexperta en el amor, pero nunca perdió las esperanzas de volverse a enamorar de nuevo. Y ese nuevo amor llegaría en cualquier momento en su vida.
Había pasado el fin de semana y llegó el día que comenzaría a trabajar, estaba contenta por era un nuevo empleo y tendría dinero extra y así podría ayudar al orfanato. Como era por tres meses pronto tendría que buscar otro. Cuando llego a la residencia el vigilante la saluda, con gran ánimo y la hace entrar.
— Buenos días, Duendecita como amaneces, comienzas hoy ¿verdad?, es tu primer día de trabajo. —le dijo el dejándola pasar.
— Si aunque no he conocido aún al señor Nilssen. Espero conocerlo hoy, la semana pasada no estaba en casa. —le contesta ella con una sonrisa, donde dos hermosos hoyuelos se les mancan que enamoran a cualquiera y unos labios sensuales, carnosos y provocativos.
— La verdad que me gustaría que el señor Christian Nilssen la conociera, así es como de llama Christian, la verdad Amy que la mujer que tiene no lo merece. —le dice el vigilante muy serio.
Amy frunció el ceño, sorprendida por el comentario que le había dicho.
— No diga eso, toda pareja tiene sus pro y contra, además los dos hacen bonita pareja.
Amy se despidió del vigilante y sube por el ascensor de servicio al apartamento. Al salir del ascensor, ve saliendo a dos personas de la puerta de servicio del apartamento, ella se extraña de ver a un hombre y una mujer con aspectos no muy agradables, como si fueran unos drogadictos, pero eran ideas suyas nada más. Pero ella se sorprende más al ver al hombre darle un beso en la boca a la Angeline, para más sorpresa para ella, la mujer que estaba al lado del hombre le dio un beso también.
Amy puso los ojos como platos, y en blancos dio la media vuelta, y bajo de nuevo sin que se dieran cuenta las personas que estaban en la puerta de servicio. Al salir del ascensor, cuando llego abajo se queda mirando un rato al espejo que esta allí y se puso muy seria. Y comenzó a fruncir él entre cejo, entonces el vigilante la ve que estaba allí y se acerca a ella.
— ¿Qué ocurre Duendecita? ¿Por qué volvió a bajar? No le gusto lo que vio allá arriba. —ella pensativa frunce el ceño y le contesta a John.
— No entiendo nada, acabo de ver a un hombre y una mujer salir del apartamento. Y me sorprendió como se dejaba besar por las dos personas. ¡Por Dios! Se dejo besar por una mujer. Yo me imaginaba que era una mujer intachable y acabo de verla besar a un hombre y a una mujer también. ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! No entiendo nada. —le dijo con confusión Amy a John.
— Suba, ella bajará pronto y no se haga preguntas. Deje las cosas así no piense solo haga su trabajo. —le dijo el vigilante así como así.
— No lo puedo creer John. —mirando a John con el ceño fruncido.
— Ya le dije Duendecita, limpie ya el señor Nilssen verá que hacer, ni siguiera están casados, así sería un sacrilegio, un pecado, que esa mujer haga esa cosa, cuando el no esta en casa. —le contesto John. —Además, lo lastimoso es que Christian es buen hombre y trabaja duro cuando tiene conciertos.
— Bueno John, gracias por su información, pero igual no entiendo por qué tiene doble vida es mujer. —dirigiéndose al ascensor.
— Ya te dije Duendecita, solo haga lo que vino hacer.
Amy volvió a subir por el ascensor. Salió del el y fue abrir la puerta de servicio del apartamento y comenzó su labor. Entonces al cabo de una hora Angelines salió dos veces, Amy se sentía incómoda después de lo que había visto. Al rato Angelina volvió a salir de nuevo y Amy se sintió más cómoda estado sola en la casa.