Cinco día antes.
Christian había salido temprano de uno de sus ensayos el jueves por la tarde. Fue a la floristería por algunas rosas y chocolates para Angeline, ese día estaba de buen humor porque ya no tenía que seguir practicando en el estudio. Porque en los próximos días eran libres para compartir con su adorada Angeline que lo esperaba en casa todos los días. Aunque el estuviera molesto con las fiestas que ella así, igual la adoraba con todo el corazón.
— Vaya Christian le llevarás rosas a tu adorada chica. —le había dicho momentos antes de que lo dejara en su casa.
— Si… Hoy es un día muy especial, ya que no practicaré sino hasta dentro de una semana, aprovecharé con Angeline de disfrutar estos días en casa, tal vez salgamos por allí. Y una que otra cena fuera de casa.
—con cara risueña Christian dejo a su amigo en casa.
— Si quieres subir en rato para tomarnos algo. —dijo antes de bajar del carro.
— No… Gracias es mejor que estés con tu esposa a solas. Ella también necesita compartir contigo. —se despidieron los saludos de puñito como siempre lo hacían desde que se habían conocido.
— Bueno será… Y ya sabes relájate, te espero en una semana para seguir ensayando para tu primer concierto. —le dijo Fabián despidiéndose con la mano después que Christian arranco el carro.
Cristian iba muy emocionado a la floristería, a comprar una docena de rosas, en un arreglo muy bonito. Con un chocolate grande, era su mejor día estaba emocionado por ello, pero sin imaginas las cosas que tendría que ver sus ojos cuando llegara a casa.
La llegar a la residencia, estaciono el auto pero se le había olvidado algo y cerca de allí quedaba un restauran. Se dirigió a la entrada y vio allí al vigilante.
— Hola John te voy a dejar esto aquí, voy un momento al restaurante de la esquina, se me olvido pedir reservar para una cena.
Mientras el iba al restaurante, el vigilante se había dado de cuenta que habían subido las dos personas que siempre visitaban a la señora Angeline. Pero como decirle al señor sobre eso si no quería perder su puesto, si le podían decir un metiche. Así que dejo eso tranquilo si el señor tenía que saber lo que pasaba que lo viera con sus propios ojos.
Al rato cuando llega Christian a la entrada de la residencia va por el arreglo y sube por el ascensor privado muy emocionado viendo sé en el espejo. Tenía una sonrisa hermosa y esta totalmente feliz en ello. Cuando Christian llegó arriba bajo del ascensor y se dirigió a la sala. Camino al bar y se sirvió un trago, sonrió de nuevo pensando en Angeline. Y las sorpresas que le tenía para ella con los chocolates y el ramo de rosas.
Pero en el momento que se dirigía al cuarto, escucho una serie de risas y murmullos urgente. Que provenían del otro cuarto de invitados. Que pensó que Angeline había dejado que se quedaran alguna de sus amistades, pero al escuchar la risa de su amada frunció el ceño. Evidentemente, Angeline tenía invitados en casa, eso era el problema de las sorpresas. Durante una décima de segundo nadie se movió ni habló. Angeline y sus dos acompañantes lo miraron, sorprendidos.
Entonces Angeline lanzó un grito ahogado de horror, se levanto y fue detrás de Christian, el músico estaba furioso porque Angeline lo engañaba. En sus pensamientos pasaron a tormento, de solo pensar que se acostaba con ella y ella a su vez con dos personas. Lo más tormentoso para el, era que Angeline era una mujer bisexual, no solo se acostaba con un hombre sino con una mujer también.
—Cielo... Perdóname... —susurró subiéndose el vestido para cubrirse estaba desnuda allí delante de dos extraños para el. Tenía el rostro pálido y frío como el mármol Christian la había descubierto con dos personas haciendo el amor en la cama.
— Por favor… Christian déjame explicarte, no me dejes así. Estas... callado dime algo por favor.
— ¿Qué no te deje así, no has visto lo que has hecho Angeline?. —le experto el, lleno de furia. No podía creer todo aquello que había visto sus ojos.
— Solo paso Christian déjame explícate. —le dijo ella.
Aquello era algo que le rompió el corazón al violinista, no quería saber de nada ni de nadie. Su vida se había ido con ella con su Angeline su amada. Y aquel dolor inmenso que tenía.