NARRA ABHA
No sé qué hora es. Solo sé que es de noche, que mi cuarto huele a pañuelos usados y que el silencio pesa más que nunca. Estoy tirada en la cama, con el celular sobre el pecho, viendo TikTok como si fuera mi única compañía.
Lloro sin pudor, sin pausa, sin filtro. Me arde la cara, me duelen los ojos, pero sigo deslizando el dedo hacia arriba, buscando videos tristes. Canciones de desamor, chicas contando cómo las dejaron, frases que duelen más que el silencio de él. Me aparece un video de una chica en París. Está cuidando niños, toma café en una terraza, sonríe con el pelo alborotado por el viento. El texto dice: “Ser au pair cambió mi vida. Gracias AuPairWorld.”
Me quedo quieta. El llanto se detiene por un segundo. ¿AuPairWorld? Sin afán de conciliar el sueño abro el enlace de tik tok. Hipeando me limpio las lágrimas y leo detenidamente todo.
AuPairWorld. Es una plataforma para trabajar como niñera en el extranjero. Alemania, Francia, Canadá, Rusia. Países que no tienen su recuerdo en cada esquina.
¿y si me voy?
Esa idea cruza mi mente. Porque ahora solo existe una solución que concluye conmigo desapareciendo del plano terrenal… irme del país es una opción similar, pero sin dejar de respirar.
No duermo. Me quedo pensando en ese video, en esa chica en París, en esa sonrisa que parecía decir “sí se puede empezar de nuevo”.
SEMANAS DESPUES
Ahora estoy frente a la computadora, con una taza de café frío y el corazón todavía hecho trizas. Entro a AuPairWorld, la plataforma que apareció anoche como si el algoritmo supiera que necesito escapar.
Leo todo. “Trabaja como au pair en el extranjero. Vive con una familia, cuida niños, aprende idiomas.”
Me registro. Nombre, edad, país. Me piden que describa mi personalidad. ¿Qué digo? ¿Qué lloro viendo TikTok? ¿Qué busco maneras para dejar de respiras y que no duela? ¿Que me rompieron el corazón y quiero desaparecer?
Escribo: “Soy responsable, creativa, me gusta leer cuentos a los niños y cocinar cosas sencillas. Tengo experiencia como educadora infantil, especialista en desarrollo emocional y trauma infantil. Me adapto con facilidad. Idiomas: español nativo, ingles avanzado, ruso intermedio, alemán avanzado, mandarín avanzado. Guatemalteca. Salud excelente condición física; entrenamiento básico en primeros auxilios.”
Subo una foto. Sonrío, aunque no me reconozco.
Me aparece una opción: “Perfil destacado – visibilidad internacional.” Cuesta un poco más, pero lo pago. Quiero que me vean. Quiero que alguna familia en Alemania, en Francia, en Rusia, en China, diga: “Ella.”
Me piden documentos. Pasaporte, carta de motivación, referencias. Busco mi pasaporte en el cajón donde guardo cosas que no quiero ver. Está ahí, junto con las cartas que él me escribía en mis cumpleaños. Vuelvo a llorar, pero me trago el llanto y continuo el trámite.
Escribo la carta de motivación. No digo que estoy rota y quiero huir de mis recuerdos. Digo que quiero crecer, aprender, cuidar, aportar. Que los niños me enseñan a mirar el mundo con ternura.
Envío todo.
Me quedo mirando la pantalla. “Tu perfil está activo. Las familias pueden contactarte.”
Respiro. No sé si esto es una huida o un salto. Pero por primera vez en semanas, siento que algo se mueve.
DOS SEMANAS DESPUES.
El mundo sigue girando, aunque para mí haya acabado. Todas las noches despierto gritando el nombre de Esteban. Gritando que no me abandone. Como una buena migajera le he escrito todos los días. Mis mensajes nunca llegan… me bloqueo de todas las redes. Hasta hice un tik tok despechada para ver su reacción, pero nunca hubo una. Use el hashtag #Canadá #No_me_abandones para que le aparezca en su para ti… lo sé… soy una vergüenza para las mujeres.
Esa noche, en casa, el silencio es más grande que el techo. Me preparo una sopa instantánea, me siento en el sofá, y enciendo la televisión sin mirar. En la mesa está el sobre que llegó hace dos días. Un programa internacional de niñeras. Rusia. Moscú. Frío. Distancia. Anonimato.
Lo abrí. Lo leí. Lo guardé. Lo volví a abrir. Lo volví a leer. Y ahora lo tengo entre las manos como si fuera un pasaporte emocional.
“Buscamos mujeres con experiencia en educación infantil, capaces de adaptarse a contextos multiculturales. Se ofrece alojamiento, salario digno y acompañamiento psicológico.”
Psicológico. Qué palabra tan absurda. Como si alguien pudiera acompañar lo que no se dice.
Me levanto. Voy al baño. Me miro al espejo. La cicatriz está ahí, justo debajo del ombligo. Pequeña, pero presente. Me toco el abdomen como si pudiera borrar el recuerdo. No puedo.
Abro el cajón. Saco el diario. Lo huelo. Huele a tinta vieja y a confesiones que nunca dije en voz alta.
“Querido hijo, nunca llegaste. Pero yo sí te esperé, te amaba, te amo y te amare.”
Cierro el diario. Lo guardo. Me siento en la cama. Y como de costumbre en las últimas semanas, lloro. Lloro sin sonido. Lloro sin permiso. Lloro como si el cuerpo fuera una casa que se inunda.
#126 en Novela contemporánea
#405 en Novela romántica
padre soltero y millonario, niñera x jefe, comedia romántica contemporánea
Editado: 17.09.2025