La navidad de Molly

Capitulo 2

Habían llegado a una habitación y Molly se puso nerviosa. Nadie había querido ayudarla y empezaba a asustarse. Los de seguridad se habían encargado de escoltarlos hasta allí y eso no era nada bueno.

Quizá el dueño del casino también pensaba que había hecho trampa y esa era su forma de hablar con ella. Porque según había escuchado ese hombre nunca se dejaba ver de nadie si no tenía cita por lo menos con un año de anticipación.

— No he hecho trampa y bájame — dijo Molly.

Se había cansado de luchar y tratar de bajarse de su hombro.

Escucho que abrieron la puerta y se tenso. No quería participar en alguna clase de rito extraño o protagonizar el berrinche de un rico enfadado porque había estado ganando dinero y no perdiéndolo.

Pensar en dinero le recordó las fichas que había dejado sobre la mesa y quiso gritar. Era una fortuna y ahora no sabría qué pasaría con ella.

Solo esperaba que el pervertido perdedor no se llevara ni una sola.

El hombre vestido de papá Noel la lanzo sobre la cama y la observo.

Molly lo miro de arriba abajo.

Era un gran disfraz.

Barriga abultada que debía ser verdadera, mejillas rosadas, anteojos igualitos al hombre de la película y el traje rojo con blanco bien puestecito en su lugar y la barba blanca cubriendo su cara debía ser verdadera también.

El hombre empezó a desvestirse y Molly como pudo saco sus pies de la bolsa y salto fuera de la cama.

— No te preocupes, Molly. Solo quiero mostrarte quien soy.

— ¿Quién eres?

Por lo visto su idea de ir al casino fue pésima.

— ¿Cómo sabe mi nombre? — inquirió.

— Nos conocimos hace varios años.

Se quito la barba y los anteojos.

Molly se puso nerviosa al verlo y quiso golpearlo.

— Veo que la vida te ha tratado mal, querido — dijo mirándolo de arriba abajo — estas barrigón y canoso.

— Es parte del disfraz — respondió quitándose el abrigo rojo y saco la barriga falsa de debajo de la camiseta que se había puesto bajo el abrigo — solo era parte de la actuación. Un papá Noel sin barriga no existe.

— A menos que haga ejercicio — replico Molly cruzándose de brazos para que Ryder no viera el temblor de sus manos. No podía creer que estuviera ahí, frente a ella. Pretendiendo que nada había pasado y volviendo loco a su corazón.

Tampoco podía creer que todavía pudiera afectarla de esa manera, como lo había hecho en el pasado cuando estuvieron juntos. Creía haberlo olvidado, no por completo; pero, si lo que le hacía sentir.

— ¿Cómo sabias que estaba aquí? — inquirió. Quería saber porque estaba en ese lugar y porque estaba haciendo aquello — ¿tu novia te abandono como lo hiciste conmigo?

Los ojos de Ryder se oscurecieron y aparto la mirada por un momento. Suspiro y volvió a mirarla.

— No me dejo, nunca estuvimos juntos — explico terminando de quitarse el traje rojo. Debajo tenia puestos unos vaqueros negros que combinaban perfectos con la camiseta blanca — quiero contarte lo que sucedió de verdad.

— ¿Y por qué piensas que te escucharía? — inquirió molesta. No quería explicaciones de ningún tipo, no ahora — han pasado tres años ¿de qué servirán tus escusas ahora?

— No son escusas, es la verdad.

— Si fuera así, me lo habrías dicho.

— No podía contarte nada. Tenía que proteger a Gianna — exclamo Ryder con frustración. Sabía que no sería tan fácil convencerla para que lo escuchara pero, se dio cuenta que sería más difícil de lo que pensaba — quiero que me escuches.

— Y yo quiero unos padres que no me ignoren hasta el día de mi boda — mintió de forma intencionada para conocer la reacción de Ryder. No se casaría aunque sus padres la amenazaran con desheredarla y lo cumplieran.

Molly se dio una palmadita en la espalda por haberlo dicho.

El rostro de Ryder tuvo muchas expresiones, confusión, enfado, perplejidad y tristeza.

No entendía porque veía tristeza cuando había sido él quien la abandono por irse con otra, dejándola completamente sola y humillada por todos sus amigos, quienes ya sabían de su relación con esa mujer.

— Vas a casarte — soltó quedamente después de varios segundos de silencio.

— Si, ya es hora de formar una familia.

— Aun eres joven — replico sin dejar de escrutarla.

— Pero, no quiero quedarme sola el resto de mi vida — mintió de nuevo. No iba a delatarse sola.

Tampoco iba a dejar que la envolviera de nuevo en sus encantos de macho alfa.

— Ya veo — Ryder agacho la mirada resignado. Era imposible lograr su objetivo ahora. Ella pertenecía a otro.

Una idea cruzo por su cabeza. Podría estar mintiendo, estaba sola en un casino en navidad. Y si fuera cierto que se iba a casar debería estar con la familia de su prometido o al menos con sus padres.

— Supongo que la boda será pronto — dijo mirándola de nuevo.



#43175 en Novela romántica

En el texto hay: navidad, besos

Editado: 04.12.2018

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