ESPECIAL UN AÑO
Daniela
— Aidan, debemos de irnos, se nos hará tarde — murmuro un poco impaciente
— Dani, tranquila. Solamente vamos a regresar a Canadá, y será una semana nada más
— ¿Te recuerdo que la última vez que fui, no regresé tan feliz? — hablo, y el aprieta los labios en una dura línea
En los años que cinco años que llevamos casado, o más bien, desde que arreglamos las cosas entre nosotros; a él, jamás le ha gustado que mencione el tema... Creo, que en cierto modo, cuando se habla de ello, el se sigue sintiendo culpable de eso.
Desde que mi papá murió, nunca volví a Vancouver, o mejor dicho, a Canadá; sentía que todos los recuerdos volvían a mí, los recuerdos de cuando me sentía tan insignificante, cuando permitía que me lastimaran, cuando no me amanba... Cuando me traicionaron...
— Daniela... — me llama, cortando el hilo de mis pensamientos — Sí no quieres ir, no tenemos por que hacerlo...
Bien, entonces quedémonos...
— ¡Mami! — escucho la voz entusiasmada de mi pequeña hija.
A veces me daba miedo que ella llegará a experimentar lo que yo pasé, o qué su hermano no la aceptará y la hiciera a un lado. Que pensará que no era importante, que no era suficiente...
Pero, cuando veo que para su hermano ella es su adoración, siento un inmenso alivio, y a la misma vez, me siento muy orgullosa, que a pesar que apenas tienen cinco años, ambos se cuidan entre sí...
— ¿Ya nos vamos? — me pregunta ladeando su cabeza, haciendo que su cabello cubriera parte de su cara
Mi pequeña zanahoria...
— De verdad quieres ir, ¿eh? — hablo, mientras la cargo y ella me sonríe entusiasmada
— ¡Sí! Mí tito Alex, dijo, que es muy bonito — exclama feliz
— ¡Pati! — la voz de mi hijo buscando a su hermana, se hace presente. Y sí, le dice Pati no sabe pronunciar aún Fáti, o Fátima. A veces se enoja un poco, cuando nos reímos de él, cuando dice Patima
— Ya te esta buscando tu hermano, Fáti — habla Aidan con una pequeña sonrisa
Creo que una de las cosas que más le gusta ver, es a nuestros hijos jugar y cuidarse entre ellos, sin duda alguna, sé que es un papá muy orgulloso de sus hijos...
Bajé nuevamente a mi hija, y ella se fue corriendo con su hermano, para después volver, mientras se correteaban entre ellos
— ¿Entonces? — me pregunta mi esposo, mientras se acerca a mí — ¿Iremos ó, nos quedamos aquí, pasando un bonitos ratos familiares? — pregunta con una sonrisa, mientras me pone sus manos en mi cintura
— A los niños le hace mucha ilusión ir. A demás, irá toda mí familia. Y de pasó, tú puedes ver a la tuya. Hace mucho tiempo que no eres tú quién los visita a ellos...
«Y aún que no me guste ir, tengo que comenzar a afrontarlo. Vancouver es mí pasado, y tengo que afrontarlo, sí lo pude hacerlo cuando no tenía tantas razones, sé que también lo haré está vez...
— De acuerdo, pero sabes perfectamente, que sí no quieres seguir ahí, solo tienes que decírmelo, y regresamos en cuanto antes — murmura, con una pequeña sonrisa
— Gracias. — susurro dándole un pequeño beso en los labios — Entonces, vámonos ya.
— A sus órdenes — habla para después separarse de mí — Niños, vámonos a que conozcan un lugar muy bonito — dice, y ellos asienten rápidamente. Pará después salir — ¡No corran en las escaleras! — les advierte bajando la maleta
Aidan era ese tipo de padres que no eran estrictos, pero a la vez, controlaba perfectamente a sus hijos cuando era necesario. Tampoco era muy exigente con ellos, pero no negaré, que cuando se enoja, hace que los dos, se calmen y dejen de molestarse...
Recuerdo que al principio, cuando solamente tenían algunos meses de nacidos. Tuvimos problemas entre nosotros, él temía ser un mal padre y la mayor parte del día, se la pasaba histérico, o le daba miedo pasar tiempo con nuestros hijos. Al principio, lo comprendí y no decidí darle tantas vueltas al asunto, creí que se le pasaría en unos días, pero conforme pasó el tiempo, él no estaba tan presente como me gustaría. Y llegó un punto en dónde colmó toda mí paciencia...
— ¡Habló en serio Aidan! No puedes evitar estar cerca de tus hijos. ¡Ellos no tienen la culpa de nada! — grité, molesta
— ¡Yo jamás he evitado estar con ellos!
— ¡Claro que lo has hecho! Desde que llegamos a casa después del hospital, tú comportamiento cambió drásticamente. Y traté de tenerte paciencia, pero ya estoy harta
— ¿Y qué es lo qué quieres que haga, Daniela?
— ¡Qué me digas que es lo qué está pasando, por una maldita vez!
— ¡No lo sé! Ni siquiera yo lo sé... — exclama pasándose las manos por la cara, frustrado. Pero yo, clavo la mirada en un punto fijo, cosa que él nota — ¿Qué?
— Tú jamás quisiste ser padre, ¿no es cierto? — susurro sintiendo como se formaba un nudo en mí garganta — Jamás has querido tener hijos... Eso es todo...
— No es eso Daniela — murmura negando con la cabeza
— ¿Entonces qué es? — murmuro, mirándolo fijamente — Contéstame, Aidan
— Es... Complicado....
— Habló enserio. Sí no me lo dices ahora mismo, me voy a ir de esta casa, y me voy a llevar conmigo a mis hijos — hablo decidida, haciendo que me clave inmediatamente una mirada, entre confusa y sorprendida
— ¿Quieres la verdad? Bien, entonces te la daré. ¡Tengo miedo! ¿Okey? Miedo a que cuando mis hijos crezcan, sepan la basura de persona que fue su padre, que se enteren todas las tonterías que cometí. Todos los daños que ocasione. Que se enteren de todo el daño que te causé. Y que cambié su forma de verme. Que me tengan el rencor que algún día tú me tuviste... — exclama frustrado. Mientras que yo lo miro con los labios entre abiertos — No sabés todo lo que he sufrido estos días, Dani. Ese maldito pasado me ha estado atormentado, tú mirada de decepción y de dolor sigue grabada en mí mente. Ver cómo te enterabas de la maldita verdad, de ver cómo me odiabas...
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Editado: 26.01.2022