Ось переклад іспанською, зроблений так, щоб текст звучав природно для іспанського читача, без змін у змісті:
---
KIRA
Camino apresurada hacia Olia, porque me he metido en una situación bastante incómoda. Lo último que quiero es cruzarme con el padre del niño. Me siento terriblemente incómoda y lo único que deseo es estar lo más lejos posible de aquí. Apenas logro dar unos pasos cuando escucho a mis espaldas un tono autoritario y exigente.
—¡Kira, espere!
Me detengo casi de inmediato, con el corazón golpeándome en el pecho por la tensión. Porque el padre del pequeño es un atractivo moreno de mirada intensa, y ante él me siento doblemente incómoda. Solo puedo imaginarme por qué me llama. Seguro va a reprocharme que jugara con su hijo sin su permiso.
—¡Kira, no te quedes ahí parada... vámonos! —ordena Olia con tono molesto.
Parpadeo, desconcertada, porque realmente no sé cómo debo actuar. Al dar un paso hacia mi amiga, vuelve a sonar la voz firme del padre de Artem.
—Kira, yo no la he despedido aún.
Me detengo otra vez y pongo los ojos en blanco. Santo cielo, ¿qué querrá este hombre de mí? Si tuvo montones de candidatas hermosas en la entrevista, ¿por qué se empeña conmigo?
Me giro y me quedo helada: ese hombre, de complexión atlética, vestido con una camiseta blanca y vaqueros del mismo color, está a solo unos centímetros de mí. Nuestras miradas se cruzan y, al toparme con sus grandes y bellos ojos, bajo las pestañas de inmediato, nerviosa, fijándome en sus zapatillas deportivas de marca.
—Kira, acompáñeme.
Su petición me deja confundida. Alzo la vista bruscamente y me aparto un poco de él.
—No voy a ir con usted —respondo con firmeza y añado con sinceridad—: solo jugué un rato con su hijo y no veo nada malo en ello... —retrocedo un paso más. Trago saliva con nerviosismo y pienso que ya estoy bastante metida en líos, y ahora, para colmo, tendré problemas con el padre del niño.
—¡Kira! —me llama Olia, molesta—. ¿Vas a tardar mucho?
—¡Kira se queda! —responde de pronto él con tono categórico, como si yo no pudiera decidir. Y añade, dirigiéndose a mi amiga—: A usted, belleza, ya no la retengo más...
—Lo siento, pero no puedo quedarme —digo desconcertada, mirando sus intensos ojos grises.
—¿Por qué no puede quedarse, Kira? ¿Acaso no vino a la entrevista…?
—La de la entrevista soy yo —interviene Olia con descaro, acercándose. Se coloca delante de mí, cruzando los brazos, y añade—: Kira solo vino como mi chófer. Y ya que ni siquiera me dio una oportunidad, nos vamos a casa.
—Máxim Vladíslavovich, lleve a Artem —ordena de repente él. Desde detrás de Olia apenas lo distingo, pero escucho enseguida su voz preguntándole a mi amiga: —¿Y cómo se llama usted, criatura encantadora?
—¡Olia! —se presenta con orgullo.
—Mire, Olia, estoy sorprendido —él suelta una risa breve y piensa en voz alta—. Si tiene chófer propio, ¿por qué vino a solicitar el puesto de niñera?
—Eso no es asunto suyo... —responde mi amiga con desdén y se da media vuelta, llamándome para que la siga.
Apenas consigo dar unos pasos cuando oigo otra vez la voz impaciente del hombre:
—¡Kira, regrese! Porque de todos modos no la dejarán salir por la puerta.
Me detengo y vuelvo a rodar los ojos. Olia también se frena y, fastidiada, me dice:
—Dame las llaves, te esperaré en el coche. Este pesado no va a dejarte en paz.
Saco las llaves del bolsillo delantero del mono y se las entrego. Luego me giro hacia el hombre, que avanza lentamente hacia mí, evaluándome de pies a cabeza. Esa mirada penetrante me hace sentir aún más incómoda.
Se detiene a un metro de distancia y pide con tono demasiado exigente:
—Kira, lo ruego, venga a mi despacho.
Levanto la vista, intentando fingir seguridad, y le contesto:
—Podemos hablar aquí mismo...
—No podemos —me interrumpe, con un gesto de la mano que me indica que pase delante.
Un suspiro pesado se me escapa del pecho. Camino por el sendero de piedra, mientras por dentro solo deseo que me deje en paz cuanto antes.
Al llegar al camino central, lo dejo pasar, y él ordena:
—Sígame.
No tengo otra opción. Camino tras él, esperando escuchar un par de sermones y que después me deje ir. Ahora que estoy detrás, tengo la oportunidad de observarlo. Últimamente me interesa cómo viven los multimillonarios: cómo se comportan, cómo se visten, qué hábitos tienen, qué prioridades marcan. Y, sobre todo, cómo logran llegar a ese nivel. Me intriga especialmente ahora, porque antes vivía del dinero que había ganado mi difunto padre y no me preocupaba de nada; pero ahora debo ganarme la vida por mí misma.
Perdida en mis pensamientos, casi me choco con él cuando abre la puerta de la casa para mí. Retrocedo enseguida y levanto la mirada, asustada. Él me observa de frente, con esa severidad de quien mira a un gatito travieso. Sus ojos grises son duros y desaprobadores, y me hacen desear desaparecer bajo tierra.
—¡Ay...! ¡Perdón! —digo avergonzada.
—Adelante —responde con frialdad, dejándome pasar al interior.
Lo sigo, mientras me reprocho internamente mi torpeza y, sobre todo, haberme permitido esa estupidez de jugar con el niño.
#608 en Novela contemporánea
#2135 en Novela romántica
muy emocionales y fuertes sentimientos, héroe autoritario y exigente, hijo de millonario
Editado: 18.09.2025