La nueva niñera de Anya

Capítulo 8: Lucas

Capítulo 8

Lucas

Es su primer día, por ello no voy a hacerle ningún reclamo a la chica, y porque tiene toda la pinta de que Anya la engañó para que terminaran haciendo lo que ella quería. De hecho, la compadezco. Addison está descubriendo dónde vino a caer y espero de verdad que no sea un blandengue y se termine yendo a la primera.

Tiene pinta de ser fuerte, pero uno nunca sabe.

Meto a las dos cabras faltantes al corral y vuelvo a casa, donde encuentro a Anya sentada en la barra de cocina, haciendo sus deberes, con Addison vigilando cada movimiento. Por su cara de hace un rato, cuando Anya le echó la culpa de todo, puedo apostar a que ella no lo vio venir. Es propio de Anya quitarse los problemas de encima dejándoselos a otro; con Sugar no podía hacerlo porque la mujer era muy mayor para caer en ese tipo de tonterías, pero con Addison vio la oportunidad de salirse con la suya y la tomó.

Necesita ser castigada.

Me pongo frente a ella y la observo hasta que tiene la valentía de devolverme la mirada.

—Lo que hiciste estuvo mal. —Ella baja la vista y asiente—. Tienes que ser castigada por lo que has hecho.

Eso provoca que levante la cabeza y frunza el ceño con indignación.

—Papá, no fue para tanto.

Addison se mueve de su lado para poner frente a ella, cruzando los brazos bajo su pecho. Me está dando su apoyo silencioso y eso es… reconfortante, supongo. Nunca había tenido un apoyo en cuanto a las travesuras de Anya. Sugar se mantenía siempre al margen y la madre de Anya prefería gritar y hacer escándalo, sus regaños eran lo peor y trataba de que no se hicieran presentes la mayor parte del tiempo.

—Sí lo fue —rebato en un tono firme—. Dejaste salir a las cabras y le echaste la culpa a Addison.

—¡Pero fuimos ambas! —dice con indignación.

Miro a Addison y ella asiente levemente. Pudo haber sido de esa forma, pero Addison no sabe cómo tratar a las cabras y Anya sí, así que no hay excusa.

—Addison no sabe que la puerta de las cabras debe permanecer cerrada, tú sí que lo sabes. —Eso le cierra la boca de golpe y voltea la cara, enojada—. No vas a ir a jugar con Ariel en una semana.

—Pero, papá —solloza, cruzándose de brazos, enfurruñada—, una semana es mucho tiempo.

Que llore me parte el alma, sin embargo, no la voy a dejar manipularme para que le baje el castigo. Una semana no es tanto tiempo como ella cree.

—Una semana sin ver a las cabras —repito, señalando con el dedo índice a Anya y luego a Addison, quien asiente—. Bien, tengo que irme.

—Eres muy malo —farfulla Anya antes de ponerse de nuevo con su tarea.

Lo soy cada vez que le aplico un castigo, pero luego deja de creerlo.

Me acerco a ella y le dejo un beso en la frente, aunque esté enojada y arrugue la nariz por el gesto. Soltando un suspiro, le hago una seña a Addison para que me siga y ella lo hace.

Salimos al porche delantero y la puerta no acaba de cerrarse cuando ella empieza a hablar.

—Lo siento, no debí dejarla convencerme de ir con las cabras, eso fue totalmente mi culpa.

—Sí, fue tu culpa, pero no te lo tengo en cuenta porque conozco a Anya. —Me meto las manos en los bolsillos del pantalón y apoyo la cadera en la baranda del porche—. Ninguna puerta de ningún corral puede quedar abierta porque los animales se salen, tenlo en cuenta.

Ella asiente.

—Anotado.

—Y no te dejes convencer de hacer cosas tontas, la niña tiene la habilidad de minimizarlo para que aceptes todo lo que te pide.

Vuelve a asentir.

—Seré más firme con ella de aquí en adelante.

—Excelente. —Me enderezo y paso por su lado, percibiendo su aroma. ¿Qué es? ¿Coco? No importa—. Nos vemos luego.

🌓

Serpenteo entre la gente hasta llegar al lugar de la barra donde está sentado Logan. Hemos venido al bar en horario temprano un lunes y no está tan lleno, pero sigue siendo mucho para ser un lunes.

Se supone que tengo que ir a cenar con Addison y Anya, pero necesito un trago antes de enfrentarme a lo que sea que vaya a encontrarme. Ella no me ha llamado, tampoco esperaba que lo hiciera. Si no llamó por las cabras tampoco va a llamar por algo menor. Es una adulta capaz de solucionar cualquier percance que se le presente.

Y yo necesito un momento para mí luego del día que he tenido.

Luego de dejar la casa nuevamente, un cliente me llamó para decirme que va a prescindir de nuestros servicios como proveedores de carne, y es un cliente importante. No puedo permitirme perderlo. O consigo alguien que llene ese hueco o tengo que rogarle que no me deje.

Tal vez deba hacerle una rebaja.

—Hola —saluda Logan tan cansado como yo—. Qué día.

—Lo mismo digo. —Le hago una seña a Sanders, el nuevo chico que contrató el dueño del bar, y él asiente en mi dirección, yendo a buscar una jarra para mí—. ¿Cómo crees que tenemos que afrontar haber perdido a Henderson? Estoy escaso de ideas.




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