La nueva niñera de Anya

Capítulo 10: Lucas

Capítulo 10

Lucas

¿No es muy rápido para que Logan esté abrazando a Addison cuando le pidió salir tan solo ayer?

Esta tontería me tiene sin cuidado, pero me llama la atención.

Y he estado pensando en algo más, sopesando las opciones por las que Logan está tan interesado en ella. ¿Quiere llevársela a la cama y luego desecharla? Porque no veo que eso sea una cosa buena. Vamos, que ambos son adultos, pero no quiero tener luego un problema entre manos con Addison enojada y Logan evitándola como la peste.

Es la niñera de mi hija y él es mi mano derecha, no me puedo dar el lujo de perder a ambos.

Al menos, por el tiempo que esté Addison haciendo esto. Ya es una decisión tomada eso de buscar a alguien mejor y no tan joven, pero lo suficientemente fuerte para que le haga frente a Anya y sus locuras.

No quiero un drama innecesario en mi vida producido por Logan y sus interminables conquistas.

Ya hablaré con él luego.

Y también voy a mencionarle sobre las demostraciones públicas de afecto. La pobre Danielle se ha ido despavorida al verlos, no sé si por celos o por asco.

Con la chica nunca se sabe.

—Addison, ¿qué tal?

Ella me da una sonrisa incómoda e intenta salir del abrazo de Logan, pero este no le permite ir muy lejos.

—Mejor de lo parece. —Mira a Logan de reojo y este, soltando un suspiro, la deja ir—. ¿Tú qué tal estás?

—No tan bien como luzco.

Una risa brota de ella, pero la detiene apretando los labios y mirando a otro lado. Aprovecho para darle una mirada a Logan y él me responde con una sonrisa satisfecha.

—Danielle ya trae nuestros cafés.

Eso no va a pasar ni aunque se congele el infierno.

—No creo que Danielle te traiga un café nunca en su vida.

Mi comentario lo hace torcer el gesto y poner un poco de distancia entre él y Addison, que ahora está ojeando el menú.

¿No será…?

No lo creo. Él no sería capaz de algo tan bajo.

¿Está haciendo esto para poner celosa a Danielle?

Debería saber que ese barco ya zarpó, la chica lo odia más que a las cucarachas, y eso ya es decir mucho porque en serio odia mucho las cucarachas.

Y si es así, es incluso peor que esté utilizando a Addison de esa forma, ella es una buena chica. Un poco alocada, pero eso no quita que tenga un buen corazón. Además, es nueva en el pueblo y lo que está buscando es que se vaya más rápido de lo que llegó.

Ahora tengo que hablar con él con más urgencia.

—¿Los huevos escalfados son buenos?

—Son excelentes, más si les pones un toque de picante —respondo, sentándome a su otro lado y esperando que Danielle no nos bete de sus servicios por estar con Logan—. ¿A dónde ha ido Danielle?

—Lejos de él —señala Addison, dejando a un lado el menú—. Creo que ya no quiere ser mi amiga.

Logan hace un sonido despreocupado y agita su mano, restando importancia al asunto.

—Tranquila, cuando yo no esté volverá a ser la misma.

Addison suspira, pero no dice nada más.

La puerta de la cocina se abre y sale Paul, su ceño más fruncido que el mío, mirando a Logan enojo puro.

—Te dije que tienes que arreglar tus problemas con esa chica —gruñe—. Y ahora ella tampoco quiere atender a las personas que te acompañan.

Addison gime, dándose una palmada en la frente.

—Excelente. —Mira a Logan con el gesto torcido—. Estás provocando un drama innecesario, ya te dije.

Logan se apresura a colocar una mano en la boca de Addison.

—Lo prometiste.

Ella sacude la cabeza y él deja caer su mano. Frunzo el ceño ante la interacción.

¿Qué fue lo que ella le prometió?

—No prometí nada —masculla, pero no dice nada más. Esto es muy raro—. ¿Puedo tener unos huevos escalfados y otra taza de café, por favor?

Paul asiente y me mira.

—Dos cafés, Paul, gracias.

Él asiente y se acerca a servir los cafés, el mío y el de Logan en vasos de polietileno y el de Addison en su taza.

—Son 15,75$ —farfulla—. Y será mejor que empieces a venir por el café tú para que te atienda Danielle. Este no es mi trabajo y ella se niega a hablar con tu amigo. —Deja caer su mano en la barra con fuerza, haciendo saltar a Logan—. Arregla esto o no te voy a permitir la entrada en mi local.

Él, en lugar de responder, rueda los ojos y se pone de pie, agarrando el café.

—Nos vemos el viernes, linda chica.

No espera una respuesta de parte de Addison, se retira del lugar con andar confiado, como si nunca hubiera hecho un drama en un simple pedido de café.

Pongo dos billetes de veinte sobre la barra.




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