La Obsesion Del Jefe

Capítulo 13

 

Capítulo 13

 

Todavía tengo intenciones de llegar al centro de computadores y hacerme de un vuelo de regreso. Es lo que he estado pensando en todo este tiempo. Sé que es arriesgado. No confío en insertar el número de mi tarjeta de crédito en una computadora de uso público, pero tampoco confió en Pierre y este viaje inventado. Me parece mentira que alguien pueda hacer las cosas que hace Pierre y actuar con tanta tranquilidad, no se le mueve ni una pestaña ¡Que desfachatez!

—Cuéntame… ¿A dónde te invitó el medicucho? —inquiere incisivo.

Estaba realmente disfrutando el Bouillabaise pero Pierre tiene un increíble talento para hacerme enojar en medio de cualquier actividad por placentera que sea.  

—No es un medicucho como lo llamas…es un neurocirujano —aclaré.

Pierre chasqueó la lengua con disgusto.

— ¡Bah! ¿Eso fue lo que te impresionó de él?

No le debo explicaciones. Estoy clara que no tengo que responderle ni ofrecer detalles. Pero me molesta su actitud prepotente.

—Fíjate, lo que me impresionó es que no hace alardes aun pudiendo hacerlos. Muy distinto a otros que viven para su ego y necesitan ser siempre el centro de atención.

El golpe fue certero. No le gustó mi respuesta y en su voz se traslucía el malestar.

—Solo se hace el modesto para deslumbrarte. Pronto dejará ver sus intenciones…

Sonreí con desdén. Me encanta cuando tengo oportunidad de asestarle un golpe.

— ¿Cuáles intenciones? ¿Llevarme a la cama?... ¡Ojalá!

Noté como luego de escuchar eso comenzó a juguetear con el tenedor revolviendo la comida pero sin llevársela a la boca. En cambio a mí, el Bouillabaise volvió a parecerme sabroso.

— ¿A dónde quieres ir mañana? —preguntó en un claro intento de cambiar de tema.

—A mi  casa.

—Pero… ¿Cuál es tu empeño de irte a la casa? ¡Allá nadie te espera! ¡No tienes ni un perro!

—Igual me quiero ir.

— ¿A qué? ¿A leer libros? ¿Es toda la diversión que conoces? Leer un libro para luego ir a discutirlo en tu aburrido club de lectura…—blanqueó los ojos al decir aquello último.

—No es aburrido, al menos no lo es para mí. Además, ¿a ti que te importa en que ocupo mi tiempo?

—A ver…cuéntame cual es la lectura de este mes…

La Vuelta al Mundo en 80 Días…de Julio Verne…

Hizo un alto. Reposó la mano que sostenía el tenedor en el borde de la mesa y me miró con inusitado interés.

—Bueno…ese sí que es un buen libro. Lo leí en tu casa del campo y admito que quedé fascinado.

—Me alegro que valores algo de la buena literatura.

De pronto los ojos se le encendieron. Su siguiente pregunta me tomó por sorpresa.

— ¿Crees que podré acompañarte a la próxima reunión?

—No.

— ¿Por qué no?

—Porque allí te odian…

— ¿Por qué me odian?

—Porque eres odioso, Pierre… ¿es que te lo tengo que explicar?

Aquella respuesta tampoco le gustó.

El Maître regresó para preguntarnos como estaba todo. Yo respondí lo mejor que pude con mi atropellado francés pero Pierre se mantuvo con la mandíbula apretada. El caballero casi se retiraba cuando Pierre pareció cambiar de opinión  y lo detuvo para ordenar más vino.

—No deseo tomar más, llevo dos y ya es suficiente —me apresuré a decirle a Pierre. Por supuesto, ignoró mis palabras.

Estoy segura que lo que instruyó en francés fue otra cosa porque pronto regresó el Maître con una nueva botella metida en una cubitera repleta de hielo. Guardé silencio porque sabía de antemano que era una batalla perdida. Pierre ordenó más vino y fin de la historia.

Tomé solo un poco, mojándome apenas los labios para no darle oportunidad a la insistencia. Aun así, comencé a sentirme mareada y aquello no era buena señal. Con Pierre, necesito estar en mis cinco sentidos, en máxima alerta.

Terminamos la cena y ya deseaba retirarme a la habitación. Por fin, estuvo de acuerdo en algo sin llevarme la contraria. Había caído la noche y estaba exhausta.

Caminamos en silencio. Un par de chicas jóvenes y guapas nos pasan por el lado y no despegan sus ojos de Pierre, tal vez lo han reconocido o simplemente han quedado prendadas como tantas otras. El no devuelve la mirada, quizás no se dio cuenta o disfruta ignorándolas.

Respiró hondo.

Tengo que hacer un esfuerzo enorme para contenerme y no decirle una vez más lo harta que estoy y lo absurdo que me parece toda la situación. Ya no deseaba más guerra, solo quería descansar.

El silencio era pesado y Pierre decidió romperlo.

—Le caíste muy bien a mi hermana…—soltó casual.

— ¿A tu hermana? ¿Cuándo me conoció? Ha de haberme confundido con alguien —afirmé.

—Me acompañó a recoger unos documentos a la oficina el otro día ¿no te acuerdas? Creo que hasta te saludó…

Recordaba perfectamente, lo que no creo es que sea su hermana. Nunca antes la había visto pero a Pierre se le da muy bien lo de mentir y enredarlo todo.

—La recuerdo, es muy agradable. Envíale mis saludos —respondí sin ánimos de ponerme a discutir su árbol genealógico.

Se despidió de mí en la puerta. No sé cuál serían sus intenciones pero no parecía querer irse. Su habitación era la siguiente puerta pero no se movía de la entrada y tuve que apurarlo.

—Buenas noches, Pierre. Que descanses…—dije y sin esperar respuesta, entré a la habitación y la puerta se cerró.

Lo imaginé tras la puerta, derrotado, incrédulo, intentando concebir un plan y finalmente aceptando que una mujer no lo invitara a pasar. Justo a él, “El Jefe”, “El Magnate”, “El Playboy”, “Pierre-The Boss”

Otros pensamientos me llegan a la mente. Quizás solo desea mortificarme, tal vez hoy no tenía otra diversión. Pudo ser que se aburrió de la última rubia, que no es su hermana como intenta hacerme creer.  Es posible que todo esto sea solo un juego, que disfruta de halarme las cuerdas como a una marioneta. Pierre hace cualquier cosa por no enfrentarse a la soledad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.