La ofuscación del literato

Responsabilidades acumuladas

Recuerdo que ayer llegué muy tarde, así que me acercaba a casa de forma lenta y dominado por el cansancio. Subí las escaleras y comí lo que quedaba del almuerzo. Quería dormir pronto, así que fui al tocador, me cepillé, lavé mi rostro y mis manos. Luego me dirigí a mi recámara y caí derrotado e ignorante de mi entorno como cualquier universitario promedio.

Hoy me levanté algo tarde, tenía que estar en clase a las ocho de la mañana y salí con tanta prisa que olvidé alimentar a mis pequeños; no creo que por un día sin comer perezcan de inanición, aunque pienso que en la tarde los encontraré más adormecidos que de costumbre. Pero bueno, han soportado cosas que les han causado martirios más grandes que la simple hambruna, como mis suaves cuchillas recorriendo sus brazos o piernas, mientras ellos dibujan preciosos gestos de dolor en sus tiernos rostros; o las cálidas agujas penetrando sus articulaciones y haciéndoles liberar dulces chillidos de sus delicadas gargantas.

Son unos chicos muy fuertes y por eso me encanta divertirme con ellos, hasta hoy se han mantenido vivos a pesar de mis constantes torturas y sé que les quedan unos cuantos meses hasta que aburra de ellos. Al final podré ser un estudiante lleno de obligaciones, pero no podrán negar que, incluso estando ocupado de esa forma, siempre se tiene que hacer algo de tiempo para jugar, y en especial con los niños que fueron olvidados en la calle por sus padres. 



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En el texto hay: relatoscortos, creepypasta, cuentosdeterror

Editado: 10.04.2021

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