La Oportunidad Inesperada

Capítulo 12

El lunes por la mañana, Daniel estaba sentado frente a su computadora. Llevaba horas trabajando en el proyecto de otro centro comercial. No se dio cuenta de que su joven colega y asistente había entrado en la oficina. Se acercó en silencio y dijo:

—Daniel, me encanta cuando estás tan concentrado. Dibujando esos planos, calculando paredes, escaleras y espacios. Es realmente genial. Sexy. Me encantan los hombres inteligentes.

—¿Qué dijiste? —apartó los ojos de los planos y miró a la bella joven de piernas largas. Sin querer, recorrió su figura perfecta con la mirada, vestida con un costoso traje de negocios. Sonrió de lado.

—Lo oíste, Dani. No finjas que no —respondió. Se lamió los labios carnosos. Levantó la cabeza, mirando al hombre con desafío. Se apoyó con las caderas en su escritorio.

—Bohdana, es mejor que no lo intentes. Ya te dije, no eres mi tipo. Y el hecho de que te propusiera que nos tuteáramos no significa que vaya a haber algo más entre nosotros que trabajo. Simplemente es más cómodo. Trabajamos mucho juntos —respondió con calma, pero con firmeza, y se volvió hacia el monitor. Empezó a hacer clic en algo. A calcular la carga sobre los pilares de carga. Trató de no mostrar que en su cabeza ya no había números, sino algo completamente diferente. ¡Qué lío!

—No me lo creo. ¿Por qué eres tan estricto? ¿Qué tiene de malo combinar lo útil con lo agradable? —respondió la chica de forma juguetona.

—Mira, cambia de tema. O mejor aún, vete a trabajar. ¿O crees que contraté a una arquitecta talentosa con dos títulos universitarios para tener un romance con ella? —se dio la vuelta con la silla y la miró directamente a los ojos. Ella soltó una risita satisfecha.

—Me encanta cuando me alabas. Es una pena que no quieras comprobar que soy talentosa no solo en el diseño de interiores y de paisajes.

—Te creo bajo palabra —sonrió—. No voy a comprobarlo.

—Ay... Qué injusto... —exhaló la belleza, arreglándose su larga y brillante melena, atada en una coleta.

—Ya, vete Bohdana, antes de que me olvide por completo de lo que estaba haciendo. Concentra tu energía en el proyecto —agitó la mano, indicándole que se fuera.

—Voy, voy... —sonrió con picardía, levantándose de la mesa—. Y no olvides que mañana es la inauguración del "Diamante". ¿Ya tienes el traje listo?

—¿Qué? ¿Mañana? —preguntó Daniel, sorprendido. La miró fijamente—. ¡Maldita sea! Pensé que era el martes que viene —hizo una mueca. Se pasó la mano por el pelo.

La chica se rio.

—Claro. ¿Qué harías sin mí? —chasqueó la lengua. Desfiló hacia la salida de la espaciosa y elegante oficina, mostrando a su jefe sus seductoras nalgas en pantalones ajustados.

—Trabajaría. Al menos nadie me distraería aquí con su trasero —murmuró para sí mismo cuando Bohdana salió. ¡Qué lío! Debí haber contratado a una asistente fea, pensó. Esta chica me pone nervioso porque es demasiado seductora y frívola en sus relaciones con los hombres. Solo faltaba caer en su trampa. Uf...

Se recostó en el alto respaldo de su silla. Se quedó pensativo. Se le ocurrió una idea. Inmediatamente cogió el teléfono.

Lina también estaba en el trabajo cuando su nuevo amigo la llamó. Se disculpó con la clienta a la que estaba atendiendo, salió al pasillo y contestó:

—Dime, Dani.

—Hola, belleza. Tengo un planazo —dijo con voz alegre.

—Hola. ¿Qué tal?

—Bien, gracias. ¿Y tú?

—También...

—Genial. ¿Tienes un vestido de noche y tacones?

—¿Qué? Eh... algo tengo. ¿Por qué? —se sorprendió.

—¡Qué bien! Mañana vamos a la inauguración de las nuevas instalaciones de una empresa de joyería. Te gustará. Verás mi... mi proyecto, quiero decir —corrigió la palabra "creación" a tiempo—. Hay una parte de oficinas, producción y la tienda. Muchas cosas. Lina, puede que no sea muy divertido, pero sí interesante. No será por mucho tiempo. Hazme el favor.

—Dani, estoy en el trabajo, ¿qué dices? —respondió la mujer.

—No pasa nada, mamá te dará permiso.

—Estás abusando de tus contactos —se rio entre dientes.

—Lina, en serio. No puedo ir solo. No es profesional.

—Vaya ocurrencia... —resopló.

—Entonces, pasaré a recogerte a casa a las tres. Prepárate. Maquíllate, arréglate el pelo, ya sabes. Cariño, te prometo que no te arrepentirás. Te haré un regalo de recuerdo.

—Dani... ¿Qué regalo? ¿Qué va a pasar allí? Yo... ¿Qué pinto yo allí?

—Pintas mucho. Para que la gente no sepa que el famoso arquitecto duerme solo. Y come solo. Y muchas cosas más —se rio con ironía. Lina tampoco pudo evitar reírse.

—Dani, es que...

—No te preocupes, será sencillo. Una pequeña parte oficial y luego la fiesta. Estaremos un rato y nos iremos a casa.

—¿Por qué crees que encajaré en esa compañía? Y, en general... No me gustan mucho las reuniones con mucha gente. Prefiero quedarme en casa.

—Bueno, nos quedaremos en casa cuando volvamos de la inauguración. Tomaremos un vinito. Semidulce —se rio el hombre con picardía.




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