La otra cara.

Lord Zero.

He dedicado mucho tiempo a Alex y Nuriel y quizá debería dedicarles más, hasta que su historia esté terminada pero algo me dice que aún falta mucho para eso. Antes de seguir desgranando fragmentos de la historia de esas dos debería seguir con otra historia, una que se quedó a medio contar y de la que tengo ganas de saber cómo termina.

Sin embargo Alex no volverá a esta historia en un muy largo rato; puede que nunca más la vuelvan a ver en el zeltonar, así que tendremos que mirar desde otra perspectiva.

Cuando Carlos entró por primera vez en Ayapan era un novato en este mundillo de los RPG. Debido a eso no buscó un personaje del meta, o que fuera fácil de manejar sino que eligió el que más le llamó la atención. Era un Nord de hombros anchos y barba tupida y negra. Su cabello tejido en cinco trenzas caía hasta sus hombros. Era un guerrero pesado, debido a esa condición podía portar armaduras completas de metal además del escudo y una arma de una mano, una espada en éste caso.

El nombre fue otra cosa que escogió sin pensarlo mucho. En ése tiempo no sabía lo importante que era el nombre en el lore del juego así que usó uno que le sonó "muy chingon" como el mismo lo diría.

"Lord Zero" Fue el nombre que pronunció cuando aquél tipo pelón, barbudo y grande como un oso le hizo la pregunta.

—¿Estas seguro? Es muy importante.

Carlos creyó que era solamente un diálogo de ambientación que habían puesto los creadores y en cierta forma lo era. Confirmó sin dudar y el jefe de la aldea Nord en la que había aparecido le puso una mano enorme como una garra en el brazo.

—Bien, Lord Zero. Ahora que ya tienes un nombre de aventurero elige tu primer arma y luego ve con Farlan Filoacerado al campo de entrenamiento.

Más adelante se enteró de que su nombre estaba ligado a sus estadísticas y que cambiarlo suponía perder todo su progreso. También supo que la primera vez que le preguntaron su nombre tenía la opción de decir que no tenía uno, alargando así, por un tiempo corto, su oportunidad para pensar más a fondo en la respuesta. Como sea, eso ya no le servia realmente pues ya había avanzado mucho como para intentar cambiar su nombre. Además para eso necesitaba doscientas semillas de cacao que era la moneda del juego. En todo el tiempo que llevaba jugando solo había conseguido cuarenta y siete. Podía comprar el resto pero no tenía dinero real para gastarlo en videojuegos.

 

El día que nos interesa Carlos despertó temprano, fue a la secundaria como cada viernes y estuvo contando los minutos para regresar y conectarse a la V.R. Al volver aún tuvo que comer con su hermana quién se pasó toda la comida mirando al frente y moviendo los dedos sobre la mesa sin apenas tocar su comida. Carlos comió lo más rápido que pudo, se levantó apenas dio el último bocado, llevó su plato al lavavajillas y corrió a su cuarto mientras le decía a su hermana que tenía que hacer tarea.

—Sí.

Fue lo único que respondió ella y siguió pulsando teclas virtuales sobre la mesa.

Carlos cerró de un portazo y se tiró sobre la cama, con un brazo alcanzó los lentes y exclamó con impaciencia.

—V.R. Encendido.

Pasó más de una hora haciendo las misiones diarias y recolectando materiales para fabricar equipo. Cuando terminó se entretuvo cerca de quince minutos ordenando su inventario del banco. Puso cada material en su propio lugar y el resto de objetos clasificado según sus efectos y utilidades aunque sabía que en una semana todo estaría revuelto de nuevo.

No hizo un recuento de sus materiales pues ya tenía todo medido y preparado de antemano. En lugar de eso fue directo al distrito de artesanos, más concretamente al taller de herrería y se puso manos a la obra. El horno de fundición ya estaba encendido así que tomo el mitril que llevaba en el inventario y lo manipuló con las herramientas. En poco tiempo consiguió la forma estándar de una espada. En seguida saco un frasco de conservación con un líquido gris muy espeso.

Respiró profundamente, puso el filo de mitril en una buena posición y se concentró. No podía fallar este procedimiento, cualquier otro solamente le supondría unos cuantos días más de recolección. Sin embargo, lo que tenía en el frasco era resina de zelto. La había conseguido participando en una raid al bosque de zeltos. Consiguió entrar al equipo por pura suerte pues el no tenía la experiencia suficiente para participar en un evento como ese.

Destapó el frasco de conservación con cuidado de no derramar nada a pesar de que era imposible que algo así ocurriera. Enseguida concentró todo el maná que tenía y activó el hechizo para imbuir el mitril. Puso el frasco sobre la espada y lo giró para dejar caer el contenido. Lo vio deslizarse con una lentitud desesperante y lo imaginó derramándose sobre el metal como cajeta y dejando una mancha grotesca e imposible de quitar. Pensó que estaba a punto de echar a perder ambos materiales y se sintió tentado de interrumpir el proceso. Apartó la sensación con un gran esfuerzo y esperó aunque sentía los huevos en la garganta.

La resina siguió cayendo con parsimonia, no fue hasta que tocó el mitril que comenzó a fluir más rápidamente. Se esparció por la espada como aceite y en poco tiempo cubrió toda la superficie. Al terminar, el filo brillaba con una luz tenue.

En comparación, hacer la empuñadura fue sencillo, usó roble para darle firmeza y la cubrió con piel suave. Para la guarda usó oricalcum. Por separado la espada parecía bastante normal salvo por el brillo del filo, pero en cuanto unió todas las piezas tomo la forma que esperaba. Era ligeramente más larga de lo normal, dos canaletas recorrían la hoja casi hasta la punta. La guarda era una mandíbula con colmillos que apuntaban hacia el filo y el pomo una esfera de resina de zelto cuyo brillo rojizo contrastaba con el azul del filo.



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En el texto hay: habilidades especiales, videojuego

Editado: 16.12.2022

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