La perdición de Aiton

Capítulo 7

Aiton

—El lugar a la luz del día es algo tétrico.

—¿Ya estuviste aquí, Izan?

—No, pero el de mi amigo Jake es similar. Eso era en mi momento de soltería. De hecho, la última vez que fui a un club fue contigo en la despedida de soltero obligada de Drago.

—Donde terminamos a los golpes.

—Por tu culpa. Querías ayudar a una stripper que no necesitaba ayuda. Bueno, ahora encontraste una que sí. Tienes un imán para las strippers.

Ni que lo diga, pienso mentalmente.

Le pedí a Izan que me acompañara a ver al tal Sander, solo para evitar agarrarlo del cuello y golpearlo por querer chantajear a una mujer con necesidades para que se acueste con hombres, y encima decirle que le sacará el bebé como si tuviera algún derecho.

Yo lo acompañé a él cuando fuimos a ver al ex de Nora y fue así para poder evitar que él lo golpeara. Ahora es mi turno.

Izan no conoce la historia completa para querer golpearlo y por eso se podrá controlar. A mí me sacan de las castillas las injusticias. Suelo mantener el control bastante bien, sin embargo, hay ocasiones que me cuesta y esta presiento que será una de ellas.

La chica vestida de negro nos guía por el pasillo de paredes rojas y señala la última puerta de color negra.

Le brinda una sonrisa a mi hermano que no presta atención hasta que ella apoya la mano en su hombro.

—Te puedo servir algo de tomar.

Mi hermano sonríe.

—Estoy felizmente casado y estoy en contra de la infidelidad. Hay algunos que son pro vida, otros pro abortos, yo soy pro fidelidad.

—Disculpa a mi hermano, se golpeó mucho la cabeza de pequeño y sus neuronas se desconectan de vez en cuando, justo como ahora.

Agarro el brazo de Izan y lo arrastro por el pasillo hasta llegar a la puerta evitando que hablando.

—Oye, no soy un “desneuronado”. Bueno, solo cuando estoy en Noralandia, pero es mi esposa, la madre de mi hija y de mis futuros hijos y no cuenta.

—Controla tu ego.

—¿Qué culpa tengo yo que le parezca guapo? ¿Estás celoso que esa mujer se fijara en mí y no en ti?

—No. La chica te ofreció algo de tomar, no otra cosa… Solo cierra la boca y deja que yo hable.

Golpeo la puerta y una voz ronca me da permiso a entrar, así que entro manteniendo mi pose de abogado imparable que está dispuesto a todo para ganar un caso. Izan entra detrás de mí prestándole atención a la oficina.

Yo no me fijo en nada más que el hombre de tatuajes que parece un mafioso sentado en una silla de tortura de color rojo.

—El abogado que tiene a mi bailarina. O eso imagino. No apareció y…

—¿Enviaste a tus matones a buscarla? Mala suerte, no la encontrarán.

Él dibuja una sonrisa.

—Un hombre importante como tú no puede interesarse en una stripper barata que se dejó engañar por un imbécil casado y la embarazó.

—Ese es mi problema, no tuyo.

—Ella tiene deberes conmigo.

—Un contrato que caducó hace un año, me mostró la copia—él contrae la mirada—. ¿No sabías que le tomó una foto al contrato? No es tan tonta como crees.

—Me robó dinero.

Saco un cheque con el importe que me indicó London y lo deslizo en la mesa de vidrio hacia él.

—Ya no. Me tomé el trabajo de descontar los dos meses que estuvo bailando aquí luego de tener a su hija.

Él agarra el cheque y amplía una sonrisa.

—Aun así…

—¿Tienes un video de ella robándote dinero? Adelante, preséntalo en la policía para que ella pueda acusarte de explotación y de intento de secuestro de su hija para tráfico humano. Dices que es una stripper con un pasado difícil, pero un juez puede apiadarse de ella si conoce su historia. La tomarán como una víctima, una madre que está dispuesta a todo por su hija.

—No puedes acusarme de nada porque no tienes pruebas. Nadie en este club testificará a su favor.

Saco un papel y se lo entrego.

—Soy abogado. Trabajé como asistente del juez Mayer durante dos años mientras cursaba la carrera, la jueza Donalds fue mi profesora de derecho penal en la Universidad y seguimos en contacto hasta hoy día porque fui su estudiante estrella, y ni hablar de los contactos policiales que tengo o clientes importantes. Nunca abuso de mis contactos, excepto en causas injustas como esta,  ambos sabemos que hiciste de todo para doblegar a London—agarro un bolígrafo de su escritorio y lo coloco sobre el papel—. Firma aquí donde dice que London no te debe absolutamente nada y me iré dejando todo esto como está.

Él agarra el papel y lo lee.

—¿Por qué firmaría esto?

—Le acaba de decir por qué tiene que firmar y lo que pasaría si no lo hace. ¿Tiene problemas de comprensión? —musita Izan.



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En el texto hay: intriga, comedia romantica, drama

Editado: 27.07.2023

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