La casa es enorme. Una mansión asombrosa e imagino que está llena de recuerdos.
Sophia comentó que le da tristeza venderla, pero ninguno de sus hijos está interesado en vivir aquí, para ella es demasiado grande y no quiere que permanezca cerrada y vacía con la esperanza que algunos de sus nietos se interesen en esta.
Yo no puedo opinar al respecto. Nunca tuve casa propia como para entender.
Busqué a Aiton Carter en internet, es un abogado que defiende los derechos de las mujeres y de los trabajadores.
Su hermano Drago maneja la cadena hotelera Carter mientras que Izan, el menor, es un ingeniero en informática con su propia empresa en asociación con la esposa de Drago que es diseñadora gráfica y de web.
La familia Carter es conocida por sus obras y fiestas de caridad, incluyendo el hospital público que abrieron para atender a personas en situación de calle y sin seguro. Es realmente sorprendente.
Siempre he creído que los ricos son personas desinteresadas que hacen obras de caridad para deducir impuestos o para hacerse ver, pero los Carter no.
Ellos no han dado ni una sola entrevista acerca de sus actos de caridad, lo que encontré son notas periodísticas en la que ellos no comentaron nada.
Luego de conocer a Aiton y a Sophia puedo decir que es una familia con dinero que utiliza sus recursos para ayudar a las personas y eso me hace sentir segura bajo su ala, a mí y a mi hija.
Sophia me dice que lo que debo hacer es anotar lo que ella me indique. Donar, llevar y dejarlo en la casa para que sea vendido con la casa.
Debe haber muchas cosas de valor aquí y me sorprende que Aiton lo permitiera sabiendo que le robé dinero a Sander. Podría pensar que robaré algo y huiré. Claro que no lo haré, no soy ladrona y soy una persona agradecida con las personas que me ayudan, en especial si es desinteresadamente. Aun así…
—¿Hay cosas de valor aquí? —pregunto siguiendo a Sophia al primer piso.
—No, los cuadros de valor están en mi casa, algunos tienen mis hijos. Mis joyas están en casa. Lo que hay aquí son muebles y recuerdos. Pueden tener algún valor, pero no vale la pena la prisión.
—Lamento preguntar, es que… No sé que le dijo Aiton sobre mí.
—No mucho, que eres una bailarina queriendo cambiar de vida por el bien de su hija.
—Le robé dinero a mi antiguo jefe para pagar mis consultas médicas. Tenía dinero ahorrado y me lo robaron. Sander me debía dinero y decidí tomarlo.
Sophia me brinda una sonrisa.
—¿Me cuentas esto temiendo que te crea capaz de robar algo de mi casa?
—Tal vez.
—Soy buena con las primeras impresiones y tú no eres una ladrona. Eres una mujer que ha sufrido mucho, que no has recibido ayuda de nadie y por eso te has visto en hacer lo que sea para sobrevivir y tu hija te ha hecho querer más. Estoy segura de que no te arriesgarías a ir a prisión por robo corriendo el riesgo de perder a tu hija—niego con la cabeza—. En ese caso, tú perderías porque yo tengo todo asegurado.
—Sí y no por querer más voy a robar.
—No te preocupes. ¿Comenzamos? Si te sientes lista me puedes contar como terminaste siendo stripper o algo de tu historia. Claro que no estás obligada y no te juzgaré.
Sophia me da confianza y me alegra que no me tome por ladrona, aun así, no me gusta contar mi historia. No quiero que las personas sientan pena o asco de mí por lo que hice para sobrevivir.
Se puede decir que hacer bailes eróticos semidesnudas es bastante decente en comparación a lo que hice en el pasado.
Sophia no presiona, en vez de eso me cuenta de su vida en esta casa, habla de su esposo e hijos, de cuales está muy orgullosa.
Deduzco que Sophia es el tipo de madre que toda persona desea. Atenta, amable, interesada y amorosa. Muy diferente a mi madre que era una drogadicta con mala elección de hombres.
Mi padre era un buen hombre, o al menos así lo recuerdo durante mi corta distancia, pero murió y no tiene mucho sentido pensar si fue bueno o no.
Oriana duerme tranquilamente, le doy el pecho en una ocasión y vuelve a dormirse. Sophia me felicita por una niña tan bella y tranquila. Me cuenta que Drago era un bebé muy tranquilo que rara vez lloraba, mientras que Izan era un dramático que lloraba por cualquier cosa. Aiton era más parecido a Izan.
Debe serlo lindo crecer con hermanos dentro de un seno familiar lleno de amor y risas.
Miro a mi hija deseando que ella tenga exactamente eso, pero como van las cosas, dudo mucho que llegue a casarme con un buen hombre que quiera a mi hija como suya. Aun así, no bajaré los brazos, haré hasta lo imposible para salir adelante y evitarle a ella todo el dolor y falta de apoyo con el que no conté.
Cuando terminamos con la habitación, Sophia me dice que las habitaciones de sus hijos son cosa de ellos. Tienen que venir a verlas para ver si hay alguien quieran conservar.
—Creo que ya se lo hubieran llevado a su casa si fuera el caso.
—No, claro que no sabiendo que aquí están seguros. Ya les dije que si no vienen en estos días y me dicen que quieren conservar algo, lo tomaré como un no y tendré libertad para hacer lo que yo quiera.