La posesión del magnate

2. Disculpas no aceptadas

―No sé qué decir ―el profesor Blaine me dice con preocupación en la voz―, quizás eso no hubiese pasado si te presentaba yo mismo, siento mucho lo que ha sucedido con tu instrumento Shelly ―añade compungido.

Lo cierto es que después de lo sucedido le llamé y vino a buscarme. Quería hacer el intento de hablar él mismo con el dueño, pero le detuve porque, aunque habían pisoteado mi dignidad, era prioritario que llevara mi chelo al taller para arreglarlo lo antes posible. Sin embargo, la revisión arrojó que el daño era muy delicado al ser un instrumento bastante fino, por lo que el coste sería bastante alto.

―No diga nada, tampoco es su culpa que esa persona haya sido tan miserable.

―De verdad que no esperaba que sucediera esto. Frank me aseguró que él estaría encantado de escucharte, pero ahora que lo pienso, tal vez resultó en una mala broma.

―Ya no importa lo que haya sido, lo que me preocupa es mi instrumento.

―Así es, y haré que responda por ello.

― De ningún modo, voy a pagarlo.

―No tienes que hacerlo, no ha sido tu culpa. Además, que es un arreglo demasiado costoso para ti.

―Que importa, lo arreglaré yo misma. Tengo ahorros.

―Pero es para pagar el conservatorio. No lo hagas aún, hablaré con ese hombre.

―¡No! ―exclamo, poniéndome en pie, y él me mira espantado.

La verdad es que estoy resentida con ese señor Blackwell que ni siquiera se tomó un segundo para dirigirse a mí y explicarme por qué me despedía sin siquiera escucharme.

―Shelly.

―No es necesario, ya está decidido ―declaro.

Lo cierto es que estoy tan molesta que no admitiré algo así, por lo que prefiero olvidarme de este asunto. Si es verdad que es demasiado para mí, pero seguro podré reponerlo después que lo arregle, además que no puedo echarme a llorar.

―Créeme que, cuando hable con él, se dará cuenta de que se equivocó al hacer que te trataran así y rectificará su error.

―Ya le dije que no me importa y prefiero no volver a hablar del asunto, yo lo resolveré ―espeto―. Lo siento, pero tengo que ir a trabajar ―agrego agarrando mi bolso.

Ya casi empieza mi turno en la cafetería.

―Ve, yo invito ―me dice sobre el café que pedí para tomar y que apenas medio probé.

No insisto en pagarlo porque ha sido él quien me ha citado para hablar del asunto, y he accedido porque ha estado insistiendo, aunque le he dicho una y mil veces que prefiero olvidar ese bochornoso momento. Recordar como me echaron de allí hace que me hierva la sangre de enojo.

―Gracias.

―Puedo saber a donde lo has llevado, quizás pueda hablar y hacer algo al respecto sobre el arreglo.

―No es necesario.

―Shelly ―gruñe―. También ha sido mi culpa, así que déjame ayudarte a remediarlo. Conozco personas que se dedican al arreglo de instrumentos ―agrega.

Suspiro con fuerza. Tomo una servilleta y allí anoto con mi pluma la dirección del lugar donde lo llevé a que revisaran mi chelo. Es alguien que conozco además que antes le ha hecho arreglos pequeños, pero este daño es insuperable.

―Vale ―me dice y yo me voy de allí.

Saco mi teléfono y aún me queda un poco de tiempo antes de empezar mi turno. Tomo aire y decido no darle más vueltas al asunto, porque para que empiecen a hacer el arreglo debo hacer un abono. No lo había hecho aún, porque de todos modos él tiene razón y ese dinero es parte de mis ahorros.

Mejor voy de una vez, me digo confiando en que repondré el dinero después que mi chelo esté en buenas condiciones. Sin embargo, al dirigirme hacia allá, recibo una llamada de mamá.

―Shelly, cariño, ¿ya estás en el trabajo?

―No, mamá, iba de camino para allá, ¿sucede algo? ―indago porque ella no suele llamarme cuando voy para el trabajo, y cuando lo hace es porque ha sucedido algo que tiene que ver con mi hermano.

―Cariño, estamos en un apuro.

―¿Por qué mamá?

―Rechazaron el cheque por falta de fondos ―me dice y yo abro los ojos.

―Eso no es posible, la fundación está a cargo de enviar el dinero para cargar los pagos.

―Cariño, no lo han hecho desde hace dos meses ―me informa mamá causándome una consternación.

―Eso… no es posible, no habrían atendido a Jake estos dos últimos meses si fuese así.

―Solo estaban a la espera y me lo han informado hoy luego que salimos del procedimiento.

―Mamá, vale, llamaré a la fundación.

―Ya lo hice.

―¿Y qué te dijeron?

―Que ya no podrán seguir solventando los gastos del tratamiento porque superan sus gastos.

―Pero ellos lo prometieron, al ser un tratamiento experimental.

―Así es, pero no pueden hacerlo, e iban a informárnoslo.

―¿Por qué no lo hicieron antes?

―Porque estaban en busca de un benefactor, y esperaban hacerlo antes de que no hubiera tiempo. Pero no ha sucedido, por lo que debemos pagarlo nosotras. Shelly cariño, si suspenden el tratamiento, será un retroceso para Jake ―mamá dice con la voz angustiosa.




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