Desde lo ocurrido aquella noche y que no pasó desapercibido para muchas de mis compañeras, no dejo de escuchar a mis espaldas comentarios de dos tipos: uno en el que dicen que no soy más que una engreída y maleducada por hacerle un desaire a un cliente, y otros en los que me tachan de loca solo por desperdiciar una oportunidad como esa, en la que piden especialmente por ti.
Supongo que la una va ligada a la otra, pero de igual modo no me interesa formar parte de ese revuelo, por lo que me mantengo al margen, no obstante, si antes pensaban que era odiosa porque no me relaciono casi con ninguna, ahora dirán que soy una estirada que se da el lujo de despreciar a la gente.
Y todo porque el tipo era, guapo y las tenía babeando a todas, además, que una vez me fui de esa mesa dejándole con la mano extendida, él se marchó después de dejar una propina para mí. Podría ser para cualquiera, pero la puso sobre una nota de papel que decía: para la señorita Turner.
Que cuernos con ese señor, la verdad, si hubiese venido a tomar un café le hubiese atendido como a cualquier cliente, pero es obvio que ya se tuvo que haber dado cuenta de lo que me hizo, y la verdad solo quería darle un poco de su medicina, aunque ni al caso. A lo mejor solo fue un insípido cargo de conciencia que ya se le tuvo que haber disipado de la cabeza.
―Cariño, de verdad que me apena que tengas que hacer esto ―mamá me dice cuándo vamos camino a la oficina del instituto para saldar los pagos atrasados.
―Ya te lo dije mamá, puedo volver a ahorrarlo, a lo mejor debo esperar al otro año para ingresar, pero si Jake se cura valdrá totalmente la pena.
―Confío en Dios que sí ―expresa y luego larga un suspiro―, el doctor me dijo en el último informe que el tratamiento con células estaba dando buenos resultados y si sigue así, lo declararán limpio y Jake pronto podrá volver a la escuela.
―Esas son noticias muy alentadoras.
―Sí, pero no me ha autorizado a hablarlo aún con tu hermano, así que confiemos que no haya retrocesos.
―Con más razón no podemos atrasarnos en los pagos.
―El director de la fundación me dijo que hay muchas probabilidades de que consigan un nuevo benefactor porque Jake es pionero en esto, y de su éxito en el tratamiento depende que esto pueda empezar a implementarse en muchos otros chicos con su mismo caso.
―Ojalá así sea ―digo esperanzada―, por qué no vas con él, yo haré lo de los pagos rápido e iré con ustedes después.
―Segura, no quieres que te acompañe.
―Ve, mamá, sabes que él se impacienta cuando no estás cerca.
―Tienes razón ―me dice sonriendo.
Ella se va y yo voy directo a la oficina para tramitar los pagos. Sin embargo, cuando estoy allí, resulta que mis ahorros no alcanzan para saldar los tres cheques devueltos y me hacen firmar un pagaré por el saldo restante que debo cancelar a fin del mes.
Esto no es una buena noticia; sin embargo, luego de hacer cuentas con los eventos extras, quizás logre reunirlo sin problema. Otro asunto sería si tuviera mi chelo, podría ganarlo en dos noches, pero no está y pensando en ello, el profesor me dijo que lo llevara al taller de un conocido, con el que podría reducir un poco el coste del arreglo.
Quería negarme, pero no tengo otra solución de momento, por lo que he quedado de verme con él en la estación para entregárselo. Quería ir con él, pero hoy es el primer evento y debo ir allí porque no puedo perder esa oportunidad, además, que me he quedado sin dinero.
Me apresuro y voy con mamá que está hablando algo con un enfermero. Apenas me ve, le sonrío, y viene hacia mí.
―¿Pudiste arreglarlo sin problemas?
―Sí, tranquila, ya quedó saldado.
―Si hubiésemos podido cobrar completo el seguro de tu padre, eso habría ayudado un poco ―expone.
―Tranquila, mamá, eso ya no importa ―le digo para zanjar el tema―, despídeme de Jake ya me tengo que ir ―añado mirando la hora en mi teléfono.
En media hora debo ir a encontrarme con el profesor y luego al salón de eventos donde formaré parte del grupo de catering. Cuando lo guardo en mi bolso, encuentro el billete de la propina envuelto en la nota que dejara ese hombre.
No lo he gastado, y mi intención es devolvérselo si lo vuelvo a ver. No pienso usarlo, quizás abuso de mi dignidad, pero es algo que no me he ganado y no suelo recibir dinero de balde.
―¿Te veo a la noche? ―pregunta observando el estuche de mi chelo.
―Sí, llegaré temprano ―respondo.
Le doy un beso en la mejilla y me voy rápido, cuando llego a la estación, el profesor ya está allí, esperando muy puntual.
―Gracias por confiar en mí ―me dice cuando estoy por entregarle mi valioso instrumento.
―¿Está seguro de que el costo será menor?
―Sí, no te preocupes, ya lo he arreglado con él.
―Me gustaría ir, pero debo dirigirme a otro lugar.
―¿Estás haciendo extras en tu trabajo?
―Tengo que hacerlos para poder pagar el arreglo.
Quisiera decirle que otras cosas prioritarias, pero no es algo que le competa.