La posesión del magnate

6. Una noche glamorosa

Me resisto a creer que lo hizo por buena voluntad; sin embargo, no puedo negar que me sorprendió mucho su gesto. Sin embargo, no voy a dejar que me confundan sus acciones. Desde esa noche estuve pensando lo que dijo sobre mi atuendo y cuando se lo consulté al profesor dijo que quizás no debido dejarse llevar por las indicaciones del cliente que me recomendó.

Aunque hice algo de memoria mental, no recordaba de quién se trataba porque, por lo general, no estoy interesada en los clientes, sino en ejecutar mi música. Cuando lo mencionó, creo recordar de quién se trataba, pero no estoy segura; no obstante, lo que dijo que a Blackwell le gustaría verme tocar en ropa un poco atrevida, quizás fue malintencionado.

Ahora tampoco quiero volver a ver ese cliente porque solo logró que ese hombre se hiciera una mala idea y ni siquiera me dejara tocar, y por eso estoy en este predicamento. Aún no le he comentado a mi madre que me despidieron de la cafetería, y es con la esperanza de encontrar un nuevo lugar de trabajo antes de que tenga que decírselo por obligación.

No quiero porque como está la situación ya no tendríamos para reunir el dinero del tratamiento de Jake y si no lo hacemos, lo detendrán en el momento en que ya no podamos pagarlo. Si apareciera un nuevo benefactor sería un alivio, pero según lo que le dijeron a mi madre, siguen sin tener noticias.

Suspiro con fuerza antes de entrar en casa. Mamá está poniendo la mesa.

―Cariño, ¿cómo te fue hoy? ―me pregunta, apenas me ve quitándome el saco y colgándolo en el armario de la entrada.

A diferencia de las noches anteriores, se le ve animada.

―Bien, pero ya casi tengo que salir, así que cenaré rápido.

―Me alegra mucho que hayas retomado tus clases ―expresa y ya estaba olvidando que solo le digo mentira tras mentira para que no se preocupe.

Esta vez no es del todo una falacia, porque cuando le conté al profesor lo que me dijo ese hombre de que quería ver mi talento con el chelo se puso feliz, y como no tengo instrumento consiguió un permiso para que practicara en mi antigua academia con los que hay disponibles para las prácticas. De esa manera puedo justificar mis salidas. Sin embargo, esta noche parece como si me jugara el pellejo.

―Sí, mamá.

―Entonces ve a asearte para que cenes rápido.

―Vale ―digo y me encamino a mi habitación, después me vuelvo―, ¿ocurrió algo bueno hoy? ―pregunto y ella amplía su buen semblante.

Después se acerca a donde estoy.

―No quiero emocionarte en vano, pero quizás tengamos buenas noticias con el cubrimiento del resto del tratamiento de tu hermano ―me dice casi murmurando.

Lo cierto es que estos temas sobre los gastos tratamos de que Jake no se entere para que no se preocupe y tenga el mejor ánimo para los procedimientos que son un poco tediosos.

―Eso no se escucha tan mal.

―Es una posibilidad, así que crucemos los dedos ―continúa, luego se aleja y me apura para que suba y luego baje a comer.

Respiro con fuerza sintiéndome un poco mejor, porque no todo parecen ser malas noticias, además que esta noche tengo que hacer mi mejor actuación para que ese hombre quede satisfecho y recupere mi chelo. Después de eso, estoy segura de que todo mejorará.

Me apresuro en ir a mi habitación y luego de prepararme bajo para comer y salir. El profesor me escribe para decirme que me recogerá a las siete para llevarme a ese hotel. Durante el corto tiempo paso con ellos cenando, Jake se muestra feliz porque ya hizo su examen de admisión y solo está esperando que le den la respuesta.

Está muy nervioso por ello.

―Tranquilo, seguro que te aceptan, así que enfócate en prepararte ―le digo al tiempo que me levanto de la mesa.

Mamá le dice que le ayude a levantar la mesa y lavar los platos y aunque se queja al principio después lo hace y mirando hacia atrás ese cuadro familiar, subo asearme un poco y guardando la partitura que tocaré esta noche, salgo de casa a esperar al profesor que o demora en recogerme.

Su auto llega al rato de estar allí de pie, esperándolo.

―¿Nerviosa? ―me pregunta y yo asiento.

―Un poco.

―Eres una profesional, lo vas a hacer bien.

―Sí, pero hace semanas que no toco mi instrumento. Ni siquiera sé si están afinadas las cuerdas. La verdad es que siente como si hubiera perdido el brazo con el que sostengo el arco.

―Tampoco exageres, Shelly, además, te dije que investigaras por ti misma quién es Balthazar Blackwell y no lo has hecho.

―¿Por qué debería interesarme en conocerlo?

―Porque hasta yo me he sorprendido de quién es ese hombre.

―Bien, si ya lo hizo, ahórreme la tarea.

―De acuerdo, así que debes saber que su abuelo fue el famoso director de orquestas Thadeus Blackwell ―dice y yo alzo mis cejas.

He escuchado mencionar ese nombre, pero nunca lo relacioné con él.

―¿Y él lo es también?

―¡No! Balthazar es un hombre de negocios como su padre, que fundó la casa de instrumentos Blackwell, pero no cásicos sino electrónicos.




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