La posesión del magnate

15. Una apuesta bastante alta

Dentro de la bolsa de papel había una caja que es un set de seis trufas de diferente preparación. En casa mi hermano y mamá casi que se pelearon por ese increíble regalo que les traje. No de forma voluntaria porque no podría darles ese gusto, por lo menos no tan seguido, quizás una vez al año, como cuando me obligo a pagar un taxi o un auto de servicio particular.

Esta vez no tuve que mentirles, mi madre está al tanto de mis intenciones de encontrar un buen patrocinador para hacer presentaciones que me den el suficiente crédito para ser tomada en cuenta en el conservatorio filarmónico, por lo que le puso muy feliz que lo haya logrado. Sin embargo, me dijo que tenía que llevarlo a casa a cenar para agradecerle que se fijara en mi talento y confiara tanto que me ha dado un aumento bastante considerable.

Le he dicho que es un hombre muy ocupado y que esto es más gracias al profesor que es a quien deberíamos invitar a comer. No es que no quiera extenderle la invitación de mi madre a Balthazar, es solo que no lo imagino aceptando. Tal vez, haga el intento. Solo… tal vez.

―Entonces, ¿aceptará la invitación de mi madre? ―pregunto al profesor luego de habérselo comentado.

―Cómo voy a negarme, por supuesto que allí estaré. Ella, más que nadie, sabe la deuda que tengo con tu padre.

―También quiere que vaya Blackwell, pero no tengo idea de si aceptará.

―¿Por qué no lo haría?

―Es un hombre muy ocupado ―arguyo.

La verdad es que no sabría cómo pedírselo.

―Puede que tengas razón ―aduce.

Después de eso dejamos el tema porque llega la tía de Balthazar, Kate. El profesor la recibe con mucha cordialidad y hablan de algunas cosas mientras yo me preparo en mi banco revisando la afinación de las cuerdas mientras ellos discuten sobre el repertorio y alguna otra cosa que parece no gustarle mucho al profesor. Solo eso logra que su cordialidad se endurezca en su rostro.

―¿Sucede algo? ―pregunto cuando ambos se acercan.

―Sí, algo en lo que no logramos ponernos de acuerdo en una pequeñez ―emite Kate y yo miro interrogante al profesor.

El larga una exhalación, y eso es síntoma de que el pequeño desacuerdo, es más grave para mí de lo que Kate admite.

―Se trata de Jonah ―habla el profesor.

―¿Qué pasa con él? ―increpo, aunque hubiese preferido usar la palabra cretino después de lo que me enteré.

―También actuará en la fiesta de la esposa del barón ―continúa Kate y esa información me hace palidecer.

Debe ser una broma.

―¿Es cierto eso? ―pregunto al profesor.

―Sí ―contesta.

―Entonces, mi presentación…

―No has sido cambiada, esa mujer es fanática de su música, así como del sonido del chelo, y es por eso por lo que quiere tenerlos a los dos en el evento.

―¡Eso es imposible!

―Shelly.

El profesor llama mi atención para que me calme.

―¿Por qué no? ―ella replica.

―Ya se lo he explicado, profesora Blackwell ―agrega el profesor.

―Y eso que tiene que ver, estamos en un mundo competitivo en todos los campos y esta no es la excepción, así que, si no puedes lidiar con un exnovio, deberías renunciar a tu presentación ―expone Kate mirándome con fijeza.

La fuerza en su expresión me recuerda a Balthazar.

―Profesor Blaine, ¿puede ir por las partituras que dejé en mi oficina? ―le dice y él levanta sus cejas.

Ella le hace un sugestivo gesto para que haga lo que dice, como si esta parte que sigue de la discusión solo nos competa a las dos.

―Bien, voy a buscarlas ―responde y se marcha dejándonos solas.

―No… voy a hacerlo ―digo―. Renunciar ―aclaro.

―Claro que no puedes, te han dado un adelanto, y ahora solo debes concentrarte y hacer bien tu parte.

―¿Eso significa que debo practicar con él?

―No. Ella no los quiere para que hagan un fantástico dueto, sino un duelo.

―¿Duelo? ―pregunto tratando de entender lo que dice.

―Así es, quiere que hagan que su fiesta sea emocionante. Además, esto es conveniente para ti.

―¿Qué podría serlo, aparte de ponernos a los dos en una palestra?

―Sus invitados, así que deberías preguntarte por qué Jonah Brown aceptó participar.

―Él ya tiene un mecenas, lo tiene desde que nos graduamos de la academia.

―Quizás busca a alguien que quiera invertir más en él.

―Entonces solo va a usarme para seguir aspirando más alto ―expreso con rencor las palabras.

El Jonah que conocí al principio cuando llegué a la academia, al final terminó convirtiéndose en alguien que no tenía rastros del chico amable y detallista que siempre estaba atento a ayudarme con todo lo que necesitara. Eso ocurrió cuando mi padre aún vivía y enseñaba clases ahí. Después de que él murió, todo aquello cambió, e incluso se quedó con la persona que había prometido apostar por mí, haciendo que el día de la presentación el único que llegara a tiempo fuera él. Cuando por fin llegué, porque ese día fue el funeral de mi padre, ya todos se habían ido y a mi lado solo estaba el profesor porque me había acompañado en ese triste momento .




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