La primavera llegó

Capítulo 10 “¿Qué haces aquí?”

KEITH

Estuve esperando a fuera de su dormitorio tan solo unos minutos. Estaba a punto de llamarla por su nombre. En cambio, decidí tener un poco de paciencia y esperar. Cosa rara.

Fue ahí cuando me encontré con otra versión de ella. Traía algo en su cara que la hacía verse extraña, como aquella primera vez que nos conocimos, y ropa demasiado elegante.

Algo que no cambiaba era la expresión en sus ojos. Lucían cansados. No podía decir de qué, puesto que su vida social era limitada.

Me arrepentí en cuanto terminé. La había observado de arriba abajo, un hábito que no podía evitar al ver una mujer atractiva.

Ella sonrió al darse cuenta.

–Sólo me bañé. – dijo pasando de largo. Ahora si casi me alcanzaba pues traía unos tacones.

 

No dio muchos más pasos cuando tuve que aproximarme para sostenerla. Se había tropezado con sus propios pies.

Nos miramos, lo cual resultó incomodo. Ella rápidamente tomó un color rojo en su cara.

–Mucho tiempo sin usarlos. – y con ellos tuvimos que bajar sin ningún otro tipo de interacción.

 

***

La velada pasó como normalmente teniendo varios tiempos de comida. Por lo mismo, estabas presentes todos los que podíamos para ayudar a Rita, la cocinera (quien apenas se me informó su nombre) y Fanny.

Bernard me había dado los detalles, esta sería una cena especial. El prometido de Elise vendría y con compañía. Por eso todo se veía más elegante que de costumbre.

Tenía gran curiosidad, ¿cómo luciría el tipo que conquistó el corazón de Elise? O más bien el de sus padres. Cada vez que pronunciaban su nombre sonreían de oreja a oreja.

El tal Stephan se había tardado, pero finalmente arribó vestido de quien sabe cual marca de ricos. Para mí mala suerte, sí se veía jodidamente bien.

Él llegó besando a Elise. Un beso de pico, solo para eso le alcanzaba. Ella en ningún momento cerró los ojos. Ni mostró ningún tipo de gusto ¿por qué?

De repente, viendo su rostro me surgió la sensación de que ya lo había visto en algún lado. Esos pequeños ojos azules y peinado ridículo de Ken, en alguna parte se me había cruzado.

¡Oh! No podía ser, era imposible…

Fui a la cocina para tomar aire sin necesidad de llamar la atención.  ¿Podía ser esta una gran coincidencia?

Al parecer sí. Apreté los nudillos, el sentimiento de traición que pensé había olvidado revivió. Ese hijo de perra era con quién Marisol me había sido infiel.

El dinero, el dinero, otra vez piensa en el dinero.

Sonó el timbre y Fanny apareció.

– Keith, estoy algo ocupada cómo puedes ver. – me mostraba la charola de platos que debía llevar. – ¿Puedes abrir?

Asentí.

– Eres un amor. - ¿qué mosquito le picó? Sí a duras penas conocía su nombre – Sirve que tomas aire. Te ves todo acalorado.

Sin más, me fui desasiendo un poco la corbata. No tanto para que no desentonara con la ocasión tan formal (¿de ver a ese bastado?)

Abrí la puerta, sentí primero que nada el aire fresco y después…

– ¿Tú? – sus ojos estaban como platos, seguramente los míos también.

No lo pensé, lo hice sin estar consiente. La agarré para ahorcarla y estrujarla entre mis manos. De algún modo medí mi fuerza para no sobre pasarme. Pero la tenía acorralada en la pared.

– Cómo me encantaba que hicieras esto.

– ¡Cállate! ¿Qué haces aquí?

– ¿Qué más? Soy invitada.

La solté ante su confesión. La conocía perfectamente, cada rasgo de su cara. Ella no mentía. Sin embargo, Marisol había cambiado. Se veía diferente sobre todo de la cara. Sus labios habían crecido terriblemente y su cara brillaba como un foco.

– Vengo con Stephan.

– Sigues con él.

– ¡Shh! Habla despacio te pueden escuchar -empezó a susurrar. – ¿Tú qué haces aquí?

Bajé la mirada, me daba vergüenza admitir que, a comparación de ella, yo no había sufrido cambios. Seguía en el mismo estado financiero: jodido y trabajando para unos ricos mala cara.

– Ya veo, Keith. Aun así, me da gusto verte. – en un descuido me tomó de las mejillas. Las quité.

Y como si pudiera hilar todo. Entendí que Elise y yo estábamos conectados en las formas menos esperadas y posibles. Como si algo nos uniera.




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