La Princesa Oculta

Capítulo 2

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Un momento después, el hermano se acercó a ellos dejando a su escolta a la entrada del restaurant junto con el otro guardaespaldas. 

— ¿Kial vi estas kun ĉi tiuj homoj? (¿Por qué estás con esta gente?) — Preguntó molesto. 

— Cuida tus modales Rashid. — Respondió Zahir poniendo en blanco los ojos por un momento. — Daniela, señores Lara, les presento a mi hermano mayor, el aburrido y muy molesto Rashid. 

— Buenos días joven. ¿Gusta acompañarnos? — Dijo la mamá de Daniela. 

— No, gracias. — Respondió el joven sin quitar la vista de Zahir. — Mis padres te buscan. 

— Bien, en cuanto termine de comer iré a verlos. — Respondió su hermano mientras se metía otro bocado a la boca. 

— ¡Ĉesu fari la idiotaĵon kaj movu vian azenon nun! (¡Deja de hacer el idiota y mueve tu trasero ahora!) 

Zahir dejó el tenedor en la mesa y miró a su hermano por un instante con seriedad, luego se dirigió a la familia. 

— Les ruego que me disculpen, debo ir a ver a mis padres. Gracias por su gentileza. Daniela te veo más tarde en la alberca. 

Dicho esto, se puso de pie y empezó a caminar hacia la puerta seguido por su enojado hermano. 

— ¿Kio la infero estas malĝusta kun vi? (¿Qué demonios te pasa?) — Le dijo a Rashid sin voltear a mirarlo. 

— Vi ne devas esti kun tiu homamaso. Vi ne devas malaltigi vin al ilia nivelo. (No tienes por qué estar con esa gentuza. No deberías rebajarte a su nivel). 

— ¿Kaj kia estas nia nivelo? Ne forgesu, ke ni estas eksteruloj, ke ni ne havas lokon por kie iri. (¿Y cuál es nuestro nivel? No olvides que somos parias que no tenemos un lugar a dónde ir.) 

— ¡Ne forgesu ke vi estas princo! (¡No olvides que eres un príncipe!). — Exclamó Rashid más molesto aún. 

— ¿Princo de kio? ¡Ni ne plu havas landon por regi! (¿Príncipe de qué? ¡Ya no tenemos un país para gobernar!). 

— Vi ankoraŭ estas princo. (Igual sigues siendo un príncipe). 

— Tio nun ne helpas nin. ¿Kiam vi komprenos? (Eso no nos sirve de nada ahora. ¿Cuándo lo vas a entender? 

Llegaron a la suite que ocupaba la familia. Una vez que entraron, Zahir se dirigió a su padre.  

— ¿Me buscabas? 

Este dirigió una mirada intrigada a Rashid quien sólo se encogió de hombros. 

— ¿Qué has estado haciendo hijo? Preguntó Ubaid a Zahir. 

— Conocí a una chica en el hotel, está hospedada con su familia, hice amistad con ella y hace un momento estábamos comiendo juntos cuando mi hermano me dijo que querías hablar conmigo. 

Dándose cuenta de los celos de su hijo mayor, Rawdha se acercó a los jóvenes.  

— Debes ser discreto Zahir, no conoces a esa gente, podrías correr peligro. 

El joven sonrió.  

— No le ando contando a nadie quienes somos. Es sólo una familia de vacaciones. Y han sido lo suficientemente amables para compartir su mesa conmigo y no dejarme comer solo. 

— Bien. — Su madre lo abrazó y besó su frente. — De cualquier manera, ten cuidado, no cometas indiscreciones. 

El joven asintió y soltó un suspiro resignado. 

— Lo sé, les aseguro que tengo cuidado. — Dijo con seriedad. —  Ahora, si no les importa, quedé con mi amiga para enseñarle a jugar ajedrez. 

— Diviértete. — Dijo su padre asintiendo con una sonrisa. 

Una vez que Zahir salió, se dirigió a su hijo mayor. 

— ¿No crees que deberías relajarte un poco y también hacer amigos? 

— ¿Qué caso tiene hacer amistad con alguien si no vamos a quedarnos aquí mucho tiempo? — Respondió un tanto molesto. 

— Es cierto, pero eso no debería impedirte tratar de disfrutar el lugar. — Dijo su madre 

— ¿Cómo ustedes dos lo hacen? — Preguntó irónicamente — Sólo salen de la habitación cuando es de noche y están seguros que nadie los verá. 

— Es diferente. — Aclaró su padre tratando de tranquilizarlo. — Nuestros rostros son más conocidos, sobre todo el de tu madre.  

— Ya… — Sin añadir más, salió de la suite que ocupaban sus padres y se dirigió a su propia habitación a buscar un libro. 

 

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Rashid se sentía molesto. En el fondo envidiaba a su hermano y admiraba la facilidad que tenía para convivir con los demás, la simpatía que se ganaba casi inmediatamente. Él no podía hacerlo y eso le hacía sentir frustrado. 

La nueva amiguita de Zahir era linda, algo seria y tímida, pero linda, añoraba poder comportarse como cualquier otro joven de su edad y poder convivir con ella y con su hermano de la manera tan fácil como aquél lo hacía, pero eso era imposible. 




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