La Princesa Oculta

Capítulo 5

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— Señores Lara, señorita Lara. — Dijo Rashid formalmente. — Tengo el privilegio, el placer y el honor de presentarles a nuestros padres, Ubaid y Rawdha Nolahassan, del lejano país de Karbakistán. 

Los aludidos se acercaron sonrientes a la familia invitada. Estefanía inmediatamente hizo una breve caravana murmurando “Altezas”. Daniela imitó el movimiento sin decir nada. Y Juan Fernando sólo inclinó brevemente la cabeza diciendo “majestad”. 

— Por favor, dejemos las formalidades de lado. — Dijo Rawdha con una sonrisa y se acercó a saludar con un beso en la mejilla a Estefanía. Luego se dirigió a Daniela. — Así que esta es la adorable Daniela... ¡Hemos escuchado cosas muy buenas de ti y tu familia!  

Se inclinó hacia ella al tiempo que hablaba, besándola también en la mejilla. 

— No teníamos la menor idea…. — Suspiró Juan Fernando negando tristemente con la cabeza. — Empiezo a sentirme ridículo. ¡Una simple playera de rock y un sencillo pastel de chocolate cuando el príncipe Zahir debe estar acostumbrado a recibir regalos de gran valor como joyas o cosas así! 

— ¡Oh no señor! — Exclamó el joven bastante sorprendido y negando con la cabeza. — Valoré mucho su regalo. ¡Es lo mejor que he recibido en la vida!  

— Estás siendo amable. — Sonrió tristemente Estefanía. 

— No estoy siendo amable. — Zahir negó frunciendo el ceño. — Estoy siendo absolutamente honesto. Su regalo fue dado generosamente, como muestra de un cariño inmerecido hacia un desconocido. Nadie, nunca, había tenido un detalle así, tan desinteresado, como el que tuvieron ustedes conmigo. 

— Mi hijo tiene razón. — Dijo Ubaid señalando el sofá para que todos se sentaran. 

Una vez acomodados continuó hablando.  

— Han acogido a mis muchachos como parte de su familia, han celebrado el cumpleaños de Zahir generosa y desinteresadamente, han hecho para ellos, su estancia en este lugar, algo ameno y memorable. Les estamos profundamente agradecidos por todas sus atenciones con ellos. 

— La estúpida sonrisa de mi hermano duró toda la tarde. — Comentó Rashid con un dejo de ironía y diversión. 

— Es cierto. — Sonrió Rawdha acariciando el rostro de Zahir. — Deben dolerle las mejillas de tanto sonreír. Gracias por lo que hicieron por mi hijo. 

— En realidad, sus hijos son muy fáciles de apreciar. — Comentó Estefanía con una dulce sonrisa. 

— Sobre todo yo. — Respondió Zahir sonriendo ampliamente. — Rashid muchas veces puede ser una auténtica espina en el trasero. 

— Cuida tus expresiones. — Dijo su padre levantando una ceja. 

— ¿Cómo puedo entonces describir lo obvio sin que suene ofensivo? — Respondió el chico encogiéndose de hombros, mientras su hermano le lanzaba una mirada fulminante y los demás disimulaban una sonrisa. 

— La educación de Rashid me temo que fue mucho más estricta que la de su hermano. Por eso maduró demasiado pronto y, a veces, parece extremadamente adulto para alguien de su edad. — Explicó su madre tratando de conciliar las cosas. 

— Es muy serio, al principio me asustaba la manera en que me miraba, como con odio… — Murmuró Daniela tímidamente, hablando por primera vez. 

—No te odio. ¿En verdad piensas eso? — Aclaró Rashid levantando las cejas asombrado. — Me disculpo sinceramente si mi actitud te ofendió en algún momento. Como bien dijo mi madre, mi educación fue muy estricta y, la mayoría de las veces, me cuesta mucho trabajo relajarme. 

Daniela sólo asintió y bajó la mirada. 

— Eres el heredero de la corona, supongo. — Dijo Juan Fernando. — Puedo entender que se te exigiera más y que te educaran con mano más firme, te estaban preparando para dirigir un país. 

— Y, ahora, todo se fue al caño… — Musitó Zahir. 

Todos guardaron silencio un momento perdidos en sus meditaciones. 

— ¿Van a quedarse en nuestro país? — Preguntó Estefanía, tratando de aligerar el ambiente. 

— Aunque realmente nos encantaría, no parece algo probable. — Respondió Ubaid. — Nos gusta mucho su país, la gente es muy amable y hospitalaria, el clima es maravilloso y tienen una cultura muy interesante, pero… Desafortunadamente, hay muchas presiones políticas para que se nos niegue el asilo. 

— ¿En serio? — Preguntó intrigado Juan Fernando. — Yo ni siquiera estaba enterado que ustedes habían emigrado aquí. Que yo sepa, no ha salido en los noticieros.  

— En efecto. — Respondió Rawdha. — Todo se ha manejado con la más absoluta discreción. Desafortunadamente, el gobierno usurpador de nuestro país está enterado y han estado presionando al suyo para que no se nos dé asilo. 

— Lamento mucho escucharlo. — Respondió el papá de Daniela. 

— Me temo que son cuestiones políticas y diplomáticas bastante delicadas y demasiado complicadas. — Suspiró el depuesto rey. 

— Y esto, se supone que es una celebración de cumpleaños. — Interrumpió la reina, sonriendo ampliamente. — ¿Qué tal si dejamos los aburridos temas políticos y pasamos al comedor? 




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