La Prometida del Duque.

Capítulo 11: La Coda de la Tragedia

La noche fue una tortura de vigilia para Annelise. Ocultó los papeles robados —el borrador de su tía y la carta desconsolada de Alistair— bajo una tabla suelta del suelo de su armario, un secreto de la infancia que ahora se convertía en la bóveda de su futuro. Sabía que debía hacer llegar la información a Alistair de inmediato, pero la presencia de su tía en la casa era como la de una araña en el centro de su tela; sentía cada vibración, cada movimiento inusual.

No podía volver a usar la excusa de un dolor de cabeza. Necesitaba una razón para enviar a Hannah a Bond Street que pareciera un capricho, no una conspiración. La inspiración, como siempre, le llegó desde el pianoforte.

Durante el desayuno, mientras la Baronesa leía su correspondencia con el ceño fruncido, Annelise comenzó a hablar con un entusiasmo afectado sobre una nueva sonata de Clementi de la que había oído hablar.

—Dicen que es terriblemente compleja, tía. Un desafío técnico que me muero por intentar. Dudo que la tengan en las tiendas habituales, pero la Sra. Gable, en Bond Street, seguramente podría conseguirla. Es famosa por sus partituras importadas.

La Baronesa la miró por encima de sus gafas de lectura, con sus penetrantes ojos oscuros evaluándola.

—Desde tu compromiso, tu interés por la música parece haberse vuelto febril —comentó con sequedad.

—El Duque aprecia mi talento. Deseo estar a la altura de sus expectativas —replicó Annelise, con una dulzura que esperaba que ocultara el veneno de su engaño.

Funcionó. La mención del Duque y de sus expectativas era la clave para la voluntad de su tía. Con un gesto de impaciencia, la Baronesa le dio permiso para enviar a Hannah a por la "absurda sonata".

En cuanto tuvo la oportunidad, Annelise preparó su verdadero mensaje. No se atrevía a enviar las cartas. Eran demasiado preciosas, demasiado peligrosas. En su lugar, escribió una nota breve en un papel elegante. La dobló y la selló, escribiendo simplemente "Para Lord Norwood" en el exterior.

—Hannah —dijo, entregándole la nota a su doncella junto con el dinero y las instrucciones para la sonata de Clementi—. Esto es lo más importante. Debes asegurarte de que solo la Sra. Gable lo reciba, y que entienda que es para el vizconde. Invéntate cualquier excusa.

—No se preocupe, mi lady —respondió Hannah, ocultando la pequeña nota en su corpiño—. Seré tan discreta como una sombra.

Mientras Hannah partía, Alistair se encontraba en su propio estudio, rodeado de los libros de contabilidad de su difunto hermano. Cada página era un callejón sin salida. Las finanzas parecían en orden, demasiado en orden. Era como si alguien hubiera limpiado meticulosamente cualquier rastro de irregularidad. La frustración lo corroía. Estaba luchando contra fantasmas, y cada puerta que intentaba abrir estaba cerrada con llave. Justo cuando estaba a punto de tirar los libros al fuego, su mayordomo entró.

—Mi lord, un mensajero de la tienda de música de la Sra. Gable ha traído esto para usted.

Alistair tomó la nota con una urgencia que hizo que el mayordomo levantara una ceja. Rompió el sello.

La caligrafía era femenina y elegante, pero las palabras eran un código que hizo que su corazón se acelerara.

Lord Norwood,

He encontrado la coda de la pieza que buscábamos. La melodía es, en efecto, una tragedia.
El "Brezo Solitario" requiere una respuesta.
Misma hora, misma lugar, mañana.

La coda. El final. La prueba. Una tragedia. Entendió que lo que ella había encontrado era doloroso. Y la invitación era inequívoca.

Una sonrisa lenta y peligrosa se dibujó en el atractivo rostro de Alistair. Era la primera sonrisa genuina que había tenido en días, y no era de alegría, sino de anticipación depredadora. El león había estado persiguiendo sombras en la jungla de las finanzas, pero la leona, desde el interior de la jaula, le había entregado el mapa.

Se puso de pie y se sirvió un vaso de whisky, no para calmar sus nervios, sino para brindar por su enemiga.

—Su Gracia —murmuró al aire de la habitación, levantando el vaso—. El último movimiento está a punto de comenzar. Y la música, le aseguro, no será de su agrado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.