La reina del invierno

Capítulo 17

Alexor levantó su mano libre al frente, suplicando prudencia al rey. De entre nosotros, solo Alexor conocía a cabalidad el alcance del poder de los Invernales y era más que consciente de que no iba a ser capaz de defender a la toda la familia si mi padre continuaba provocando la ira de Eric. Alexor no era un Invernal completo, Eric, sí.

Afortunadamente, la seña de Alexor surtió efecto en mi madre, quien se unió a la súplica callada para que el rey sosegara su bélico tono.

—Papá, por favor, nada ganamos con ofensas —intervine temerosa.

El rey ni siquiera se dignó a mirarme, pero mamá tuvo más éxito para sosegarlo y él ya no habló más.

El salón quedó en silencio unos instantes. La tensión en el ambiente era palpable. El aire se volvió denso a nuestro alrededor.

Eric tomó una respiración profunda, lo cual le ayudó a calmar su molestia. Lo supe porque, casi de forma simultánea, el frío cedió.

Ya sosegado, Eric comenzó a dar vueltas por el salón, como un curioso visitando una galería de arte. Su andar tranquilo repicaba contra el suelo de mármol. Las miradas que lo seguían de cerca no lo inmutaban. Él iba despacio, analizando cada rincón del salón del rey con sumo interés.

Si las miradas tuvieran el poder de matar, Eric habría caído muerto ahí mismo por la forma en que mi padre lo miraba. A pesar de que había dejando de soltar improperios y amenazas, el rey seguía lívido, por su cuello subía un distintivo tono rojo y en su frente se marcaban venas que jamás le había visto.

—¿Qué es lo que buscas con este dislate? ¿Dinero? ¿Reconocimiento? Te aseguro que a mi hija no la tendrás —soltó mi padre impaciente, dado que Eric no parecía tener intenciones de retomar la palabra.

—No vengo a discutir los pormenores de mi matrimonio. Nadine ya es mía, fue ella quien aceptó desposarme.

—No sé cómo sean las cosas en Frostmore —dijo mi padre, pronunciando el nombre con desdén—, pero aquí las mujeres no están en libertad de dar su mano en matrimonio. Es al padre a quien le corresponde la decisión y yo jamás autoricé este enlace.

Eric se detuvo en seco para girarse hacia el rey Draco con una expresión de asombro y mofa simultáneos.

—Caramba, qué curiosas costumbres las de los humanos —dijo sarcástico, para de inmediato reanudar sus vueltas por el salón del rey—. Poco me afecta que tu sociedad considere que las mujeres son incapaces de decidir por sí mismas, yo sé que lo son y el hecho es que Nadine aceptó casarse conmigo. Ahora es mi legítima mujer.

—Nadine, ¿cómo pudiste? —preguntó mi madre con expresión turbada.

—No sabía a qué estaba accediendo… Me preguntó si deseaba su ayuda para librarme del casamiento con Kuno y dije que sí —me justifiqué con una mueca de disculpa—. Kuno es malo, mamá, él fue quien destruyó los huevos de dragón.

—Lo sabemos —dijo Luken en voz cortante—. Un testigo lo vio entrar a la cueva esa noche. Kuno y su padre están detenidos en el calabozo desde ayer, incluso llegamos a sospechar que podían estar relacionados a tu desaparición.

—No, en eso los Olivier no tienen culpa. Mi trato con Eric fue fruto de mi propia irreflexión —suspiré.

—Pues a mí me suena a que todo salió a pedir de boca —intervino Eric, juntando sus manos entre sí—. De no haberse casado conmigo, Nadine ahora sería la esposa de un preso. Mejor le irá como reina de Frostmore.

—La situación con los Olivier es independiente de este matrimonio —sentenció mi padre—. Yo no estoy conforme con el enlace, es una afrenta a los Mondragón.

—¿Afrenta en qué sentido? Hice a Nadine mi legítima esposa, le daré un trono sobre el cual sentarse y la proveeré de todas las comodidades que pueda soñar. Su situación a mi lado es ideal.

—Excepto que se hizo a mis espaldas, lo que lo vuelve inaceptable —refutó mi padre.

—Un detalle menor —desdeñó Eric—. Pretendo hacer de Frostmore el reino más poderoso del mundo conocido, sería aconsejable no dejar que este asunto enemiste a nuestros territorios.

—Usted no entiende lo que es ser padre, lo que significa preocuparse por el bienestar de una hija —intervino la reina—. Nuestra principal preocupación es la seguridad de Nadine.

—Yo estaré bien, mamá. Eric dice la verdad sobre mi situación, se ha ocupado de darme todo lo que necesito y más —aseguré, omitiendo los detalles de la inusual población de Frostmore o que el palacio estaba inconcluso. Prefería que mis padres pensaran que mi nueva vida iba de maravilla, al menos así no los cargaría con ninguna preocupación. Además, estaba segura de que Eric no mentía cuando aseguraba que era un enemigo que no nos convenía tener—. Sé que hice mal en caer en su propuesta, pero ya está hecho.

—Debe haber una forma de romper el matrimonio —dijo mi padre.

—No la hay. Esta unión se hizo bajo leyes Invernales y es irreversible. Lo único que va a separarme de Nadine será la muerte —declaró Eric con rostro pétreo.

—Los Invernales creen que pueden tomar lo que quieran —reclamó Triana entre dientes.

—Por favor, no me comparen con el resto de mi gente, yo no soy como ellos —se defendió Eric—. Reitero que Nadine eligió ser mi esposa, yo no la obligué.




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