La rendición de Drago

Prólogo: Silver

Aplico brillo labial sobre mis labios, no sé por qué aclaro eso, es obvio que si es brillo labial va en los labios, pero en fin, lo aclaro para los que no lo saben.

—Odio tener pechos grandes—manifiesta mi amiga Nora saliendo del cubículo del baño—. No hay sostén que les vaya bien y si los dejo libres saltan que dan miedo. 

Enarco una ceja y sigo con la mirada a mi mejor amiga, quien se coloca frente al espejo y se lava las manos.

—Yo no soportaría tener pechos grandes. Me gustan los míos.

—Los tuyos tienen el tamaño perfecto. No son pequeños ni tampoco grandes. Los míos dentro de unos años se caerán y me llegarán al ombligo.

Suelto una carcajada.

—Falta para llegar eso. Apenas tienes veintisiete años.

—Tal vez deba hacerle caso a mi madre y sacarme un poco de pechos. ¿Tú qué opinas?

—Que es una locura pasar por el quirófano, pero sí te ayuda y te hace sentir mejor tanto física como mentalmente, tienes mi apoyo.

—Eres una buena amiga.

—Tú deberías serlo y apoyar mi decisión.

Mi amiga suspira, se aplica labial rojo en los labios, otra vez aclarando, lo guarda en su pequeño bolso negro con cadena plateada y me mira.

—No me parece bien que busques un extraño de quien embarazarte. No sabes sus antecedentes ni nada de él y basarse en el físico no lo es todo. Busca un hombre con quien tener una relación y ten un hijo a la antigua.

Ruedo los ojos. 

—No quiero una relación. Tuve una de cinco años y fue una pérdida total de mi tiempo. No quiero tener un hijo con alguien, que la relación no funcione y andar con temas de custodia, no pudiendo tomar las decisiones sobre mi hijo, el cual yo voy a cargar durante nueve meses y a transformar mi cuerpo por completo.

—La inseminación artificial es mejor opción.

—No, no podré decirle a mi hijo que su padre salió de un tubo de un laboratorio. Además, los hombres que donan espermas, lo hacen más de una vez y mi hijo tendría muchos medios hermanos dando vueltas por ahí. ¿Y si se enamora de uno de sus medios hermanos?

Mi amiga ríe.

—¿Te parece bien decirle que lo elegiste al azar? Le gustará enterarse de que controlaste tu momento de ovulación, saliste a un bar a buscar algún hombre adecuado que te embarazara y te fuiste sin decirle nada. El tipo al que elijas tendrá hijos algún día, si es que no lo tiene ya.

—Le preguntaré, si me dice que no quiere hijos, no habrá problemas. Ya pensaré en algo cuando el momento llegue. Ahora es hora de buscar el esperma.

—¿Y si quiere usar condón? Hay hombres que usan condones, en especial los que no quieren hijos.

—Buscaré uno que no.

—¿Y si tienes enfermedades y te ganas una en lugar de un embarazo? Es una locura, Silver.

Mi amiga tiene razón en ese sentido. Acostarse con un completo extraño sin condón lleva muchos riesgos que no siempre son buenos correr.

Mierda. Ahora ya he comenzado a dudar.

Quiero tener un hijo, deseo ser madre y quiero serlo a esta edad. Ya no soy joven y quiero aprovechar que estoy en el mejor momento de mi carrera, que tengo una casa propia y estabilidad económica, además energías para lidiar con un bebé.

Mi exnovio no quiso ser padre, no lo quería ahora y no estaba seguro de quererlo en el futuro, así que decidí que lo mejor sería terminar. Él no estaba de acuerdo y creía que nuestra relación era más importante que tener hijos, sin embargo, yo no lo vi así. Siempre quise ser madre, dije que lo sería luego de que mi vida estuviera establecida y él lo sabía. Si pensó que me haría cambiar de opinión, se equivocó.

Aunque, ahora que Nora me habla de las enfermedades, mi decisión de acostarme con un extraño para embazarme flaquea.

Podría considerar lo de la inseminación artificial, de esa forma me aseguraría que el padre de mi hijo no tendrá enfermedades.

—Tal vez debería reconsiderar lo de la inseminación.

Mi amiga sonríe.

—Es la mejor opción. Yo te acompañaré y todo estará bien. Ahora vayamos por unos tragos, brindemos por la inseminación artificial y por tus pechos perfectos e iremos a casa con la conciencia tranquila como dos amigas solteras que no tienen nada mejor que hacer y no se acuestan con cualquier espécimen masculino.

Agarro mi bolso y salimos del baño con dirección a la barra. Nora pide dos mojitos y bebo el mío como si fuera agua porque lo necesito.

—Oh no. —exclamo fijando la mirada en los dos hombres que conozco bien y debo evitar.

—¿Qué pasó?

—Allá están Colin y tu hermano.

Ella voltea.

—Mi hermano me dijo que Colin tiene la esperanza de que entres en razón y le pidas volver.

—Eso no va a pasar.

—Ya se lo dije.

—Mejor lo evito—agarro el mojito de mi amiga, lo termino y cuelgo mi bolso en el hombro—. Iré a dar una vuelta. ¿Vienes?




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