La rendición de Drago

Capítulo 3: Drago

—¿Por qué quieres que le pida a Mike que investigue a esta chica?

—Puede ser una futura empleada y sabes que no me gusta pasar nada por alto.

—Suele investigar los antecedentes penales y verificar la información de su currículo, pero suena más personal.

—No lo sé. Me pareció raro la forma en que se ofendió por preguntarla la edad de su hijo y se negó a hablar de él cuando a las madres les encanta hablar de sus hijos.

—No a todas las madres son como la nuestra que lleva fotografías nuestras en su bolso y se las enseña a todos dejando claro que somos solteros y quiere que dejemos de serlo. Algunas son reservadas.

—Puede que haya algo extraño.

—Nos conocemos bien. Algo me dice que tu interés más allá de lo laboral. ¿No cayó rendida a tus pies?

Mis hermanos son mis mejores amigos, en especial Aiton, sin embargo, hay cosas que no les digo, como que casi me obsesioné con una chica llamada Silver con quien pasé una noche increíble y no pude repetir con ninguna otra mujer.

Hoy en la oficina sentí lo mismo que aquella noche cuando me besó. Deseo de tenerla en mi cama.

Creo que me estoy volviendo loco. No puedo obsesionarme así por una mujer que casi no conozco y que ni me recuerda. Tal vez finge no recordarme, y en todo caso es lo mismo, no está interesada.

Si trabajamos juntos, será peor. No me involucro de ninguna forma con empleados, sean dependientes o independientes. Mientras haya un vínculo laboral, no puede haber vínculos de ninguna otra índole.

No puedo olvidarme que tiene un hijo, lo que indica que debe tener esposo o novio. No llevaba anillo, pero no quiere decir que no viva con alguien y tenga novio. Hoy en día no todos se casan antes de vivir juntos y tener hijos.

Lo mejor es dejar de pensar en ella y enfocarme en su trabajo dentro de una semana cuando haga la presentación.

Ya hablé con mi madre y como siempre quedó encantada con que la haga partícipe de las decisiones.

—No es por eso. Es guapa, no lo negaré, pero tiene un hijo, lo que significa que hay un hombre en su vida.  

—Puede estar separada.  

—No importa. Solo quiero que le pidas a Mike que la investigues y asegurarme que si la contrato no será un problema. 

—Está bien. —mi hermano revisa el celular y frunce el ceño.

—¿Qué te sucede? —cuestiono, intrigado.

—Mamá me acaba de escribir y dice que quiere presentarme a una enfermera de nombre Wendy, quien es sobrina de su amiga. ¿Acaso me ve cara de que deseo casarme? Mamá necesita ocupar su tiempo en algo para que deje de buscarnos novias. Lo último que deseo es que coloque un aviso en Internet por nosotros.

Ahogo una carcajada y evito mencionar que primero quiso presentármela a mí.

Debo darle la razón a mi hermano, mamá necesita calmarse. Cuando no cae a casa de alguno con una mujer, arregla citas a ciegas.

No es que mamá no tenga vida. Tiene un grupo de amigas con quienes sale a tomar algo, juegan cartas, hablan de libros e incluso hacen viajes, también participa activamente en algunos eventos de alguno de nuestros hoteles o de caridad. Aun así, su deseo de casar a sus tres hijos y tener muchos nietos sigue presente y saca el tiempo de donde sea para conseguirnos candidatas.

El problema es que mientras más insiste, menos interesados estamos.

—Mamá hace cosas.

—Deberíamos buscarle un novio. En lo posible uno que tenga hijos y nietos para que pueda enfocarse en ellos. ¿No te parece?

—¿Aceptarías que mamá tuviera novio?

Aiton recarga sus pies sobre la mesa de la sala.

—Sí. Ya pasaron seis años de la muerte de papá y no me disgustaría que mamá volviera a casarse, siempre que sea un buen hombre.

—Mamá nunca ha manifestado deseo de volver a casarse.

—Tal vez no a nosotros. Puede que no esté en sus planes y cambie de parecer si aparece un hombre en su vida.

—Sonaste como mamá diciendo eso. Dice lo mismo cada vez que le decimos que no está en nuestros planes casarnos.

—Mejor dejemos ese tema. No quiero sonar como ella sin importar cuanto la ame.

—¡Oigan, tengo hambre! ¡Pueden traerme papas y una coca! —grita Izan desde su habitación.

Aiton y yo compartimos una mirada, ambos arrepentidos de haber sido buenos hermanos y pasar a ver a Izan.

Iba de camino a mi casa y antes decidí pasar a ver a Izan, me encontré con Aiton y optamos comer algo aquí antes de irnos.

Izan se ha puesto pesado y utiliza su herida para que hagamos de sirvientes. No se está muriendo y puede caminar con las muletas o saltando.

Ni mamá se preocupó tanto por él.

Le conté lo que le pasó a Izan, en cuanto terminé de hablar, me dijo: «No es nada grave, puede él solo, mañana pasaré a verlo».

Si mamá no se preocupa, nosotros mucho menos.




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