La rendición de Drago

Capítulo 5: Drago

Corro por la playa intentando poner la mente en blanco.

No puedo sacarme a Silver de la cabeza sin importar cuanto lo intente. No logro comprender como es que ha logrado llamar tanto mi atención.

Es una mujer guapa, pero no llamativa y exótica como otras que he conocido, es inteligente, amable y me gusta que priorice a su hijo por encima del trabajo.

Saber que no hay un hombre en su vida no ayuda a quitármela de la cabeza. Tampoco haber estado con ella años atrás.

Que tenga un hijo no me importa. De hecho, la hace más atractiva. Y a mi madre parece no importarle tampoco porque desde que la conoció no deja de mencionar lo linda, inteligente y perfecta que sería para mí, hasta despertó el interés de mis hermanos. Ambos desean conocerla y no me agrada para nada esa idea. No quiero que la conozcan.

Me detengo en alguna parte de la playa y tomo aire. No sé cuántos kilómetros corrí.

—Mi catillo. —escucho una voz infantil.

Bajo la cabeza notando que me detuve encima de un montón de arena y un niño pequeño de cabello castaño me mira enojado.

Levanto mi pie y lo alejo de la montaña de arena.

—¿Acabo de pisar tu castillo?

—Sí. —dice con una voz tierna y pasa del enojo a la tristeza.

—No, no vayas a llorar, no lo hice al propósito.

La mirada inocente y dulce del niño me hace sentir mal por haberle arruinado el castillo, aunque no parecía un castillo.

Termino cayendo de rodillas sobre la arena y trato de armar una torre con mis manos. Él niño me observa con el ceño fruncido.

Hace años que no armo un castillo de arena y no estoy acostumbrado a lidiar con niños. Aun así, me siento mal por haber arruinado su castillo.

—Así no se hace. —exclama

—¿Ah no? —sacudo mis manos—. Pasó un tiempo desde que hice uno. ¿Me explicas? Yo te ayudo.

—Mami dice que no pudio habar con estaños.

Dibujo una sonrisa ante sus palabras atropelladas y mal dichas. Por algún motivo encuentro tierna su forma inocente de hablar.

—¿Dónde está tu mamá? —se encoge de hombros—. ¿Estás solo? —niega con la cabeza.

—Piscila está—señala a alguna parte y veo a una joven rubia en el carrito de helados—. Fue a compar helado.

—¿Es tu niñera? —asiente—. ¿Cuántos años tienes?

—Teno tes. —me enseña su mano con tres dedos levantados.

—¡Liam! —llama la joven rubia que vi a la distancia, lleva un helado en la mano—. Tu madre siempre dice que no debes hablar con extraños.

Me pongo de pie y le sonrío.

—Fue mi culpa, arruiné su castillo sin darme cuenta y me ofrecí a ayudarlo a reconstruirlo.

La joven me repasa con la mirada.

—Lo siento, su madre me dio instrucciones y es muy protectora con su hijo.

—Debió llevar al niño contigo. Yo no soy un secuestrador ni nada parecido, pero hay mucha gente en esta playa y en un descuido se lo pueden llevar sin que él se dé cuenta.

Bajo la mirada al pequeño de bañador azul y gorra del hombre araña. Él no presta atención a la conversación, está enfocado en levantar arena con su pala.

—No necesita decírmelo. Si su madre se entera, me cortará el cuello.

No paso por alto que fija su mirada en mi torso desnudo. No es la primera joven. Lástima que no estoy buscando una aventura, me gustan las mujeres de mi edad y una guapa diseñadora no quiere salir de mi mente.

—No conozco a la madre para decirle nada e igual no me corresponde hablar con ella. Solo téngalo en cuenta para la próxima.

—Gracias.

Llamo al pequeño y este me mira.

—Siento mucho haber arruinado tu castillo y me gustaría ayudar a construirlo, pero debo irme.

Él asiente. Ya no me mira con enojo.

—No imponta. No fue a poposito.

—No. Fue un gusto conocerte, Liam. Disfruta de la playa por mí.

—¿No te gusta la paya?

—Sí, pero debo trabajar—miro a la niñera que me observa esperando que me vaya—. Nos vemos.

—Adiós. —me saluda con la mano y vuelve la atención a su cubo y pala.

Doy la vuelta y decido regresar a mi casa.

Miro por encima del hombro al pequeño Liam y suelto un suspiro dándome cuenta que deseo tener un hijo y que ese deseo se ha vuelto fuerte desde que Connie me dijo que esperaba un hijo mío y descubrí que no era mío.

Por más que digo que estoy bien con mi soltería y mi trabajo, no es así. La realidad es que deseo casarme con una buena mujer y formar una familia. Y no me importaría que esa mujer fuera madre soltera.

¿Por qué Silver se viene a mi mente? No la conozco muy bien. Nos acostamos una noche, no hablamos sobre planes futuros y actualmente solo hemos hablado de trabajo porque ella esquiva cualquier pregunta personal. La comprendo, quiere mantener la relación profesional. No obstante, no me gusta, desearía tratarla fuera de lo profesional porque algo me dice que ella es diferente a las mujeres que he conocido.




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