La rendición de Drago

Capítulo 8: Silver

Observo a Liam sentado en el sofá mirando los dibujitos. Ríe de algo que solo a él le parece gracioso y mueve los pies y la cabeza al ritmo de la música.

No dejo de pensar en el encuentro que tuvo con Drago, de como hablaron y se entendieron sin saber que son padre e hijo.

Casi pierdo la consciencia por el shock de verlos juntos y luego saber que se habían encontrado en la playa.

Tal vez deba aceptar la sugerencia de Nora y renunciar a trabajar con la familia Carter. Si bien ella opina que tendría que ser sincera con Drago y hablarle de su hijo.

El problema es que si renuncio, Drago podría sospechar que hay algo raro, o tal vez creer que no puedo resistirme a él y prefiero renunciar. Tampoco puedo decirle que tiene un hijo y correr el riesgo de perderlo.

No, lo mejor es seguir como si nada hubiera pasado.

No es como si Drago o su hermano se dieran cuenta de que Liam lleva su sangre. ¿Verdad?

El sonido del timbre me sobresalta. Sirvo la leche y se la llevo a Liam junto a dos galletas de naranja. Él ni me presta atención cuando las dejo en la mesa.

Camino a la entrada a abrir la puerta y me quedo de piedra al encontrarme con Drago Carter.

Mierda. No es bueno.

«Cálmate, Sil, tal vez solo pasó por aquí para saber como te encuentras luego del desmayo del otro día».

No nos hemos cruzado desde entonces.

—Drago, hola. ¿Qué haces aquí?

—Quería pasar a asegurarme que estuvieras bien.

—¿Cómo sabes dónde vivo?

—Nora mencionó que eran vecinas, así que no fue difícil encontrar la casa. Espero no creas que soy un acosador.

—No, para nada. Estoy bien. Gracias.

Mira el interior.

—¿Liam se encuentra?

—Sí, está mirando la televisión y me ignora por completo hasta que termina.

—¿Puedo saludarlo?

Niego con la cabeza.

—No creo que sea buena idea. Se podría encariñar y crearse una mala impresión de nosotros.

Siento que Drago está raro. Parece frío y distante.

—Sabes, estaba pensando. Él me dijo que tenía tres años e hice los cálculos llegando a la conclusión de que pudiste concebirlo cuando estuvimos juntos y no usamos protección. Como no sabía la fecha de nacimiento, no pude estar seguro.

Trago con fuerza.

—Ya te dije…

—Sí, la inseminación artificial. Luego vi la marca de corazón que tiene Liam cerca de la cadera y es la misma marca que tenemos mis hermanos y yo, exactamente en el mismo lugar. Mi madre dijo que es común en los hombres Carter. Mi padre también la tenía.

Me quedo de piedra aferrada a la puerta.

—Hay muchas personas con esa marca.

—Sí, pero no exactamente en el mismo lugar, así que busqué fotos mías de pequeño, mi madre guarda todo, y encontré una donde me veo muy parecido a Liam.

—Yo, no sé…

La calidez que había en la mirada de Drago ya no se encuentra, sus ojos están fríos y la mirada intensa puesta sobre mí.

—Te lo preguntaré directamente y quiero la verdad. Puedes mentirme y averiguaré la verdad de una forma u otra y no será bueno para ti—toma aire y lo exhala—. ¿Liam es mi hijo?

Aprieto los labios al mismo tiempo que mis ojos se empañan por las lágrimas.

Podría negarlo, pero algo me dice que Drago no me creerá y temo lo que pueda llegar a hacer. No puedo perder a mi hijo.

Llevo la mano a mi pecho, mi corazón se acelera y siento que el pecho se cierra no dejando llegar aire a los pulmones.

Drago cambia de expresión y se arrima con cara de preocupación.

Hago respiraciones profundas hasta que logro calmarme.

—Estoy bien. Son ataques de pánico que me dan alguna que otra vez.

Miro hacia atrás, le pido que entre y me siga a la cocina, al llegar termino la copa de vino que me serví para empezar a preparar la cena y volteo hacia Drago.

No puedo seguir mintiendo.

—Es mi hijo. ¿Verdad? Puedo pedir una prueba de ADN y estarás obligada…

—Sí, lo es.

Él lleva la mano a la boca y apoya la otra en la isla.

—¿Por qué me lo ocultaste?

—No tenía intención de contactarte. Quería un hijo, solo un hijo.

—¿Te acostaste conmigo sin protección al propósito?

—No. Planeé acostarme con alguien, embarazarme y no decirle nada, pero mi amiga Nora me sacó esa idea de la cabeza y opté por la inseminación. Esa noche te conocí y todo se dio. Lo supe dos meses después cuando fui a hacerme los estudios para comenzar con el proceso de inseminación.

Asiente.

—¿Planeaste contactarme para decírmelo?




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