La rendición de Drago

Capítulo 9: Drago

Mi hijo.

Todavía no caigo que tengo un hijo. Un niño amable, compasivo e inteligente que ama los piratas y los animales, aunque su madre no le permite tener un perro que es lo que más quiere.

Ama la playa y andar descalzo. Suele esconder los calcetines y eso me causa risa.

Aiton se encargó de averiguar si era verdad que Silver se hizo una inseminación artificial y descubrió que no, solo hizo averiguaciones y no terminó el proceso. Luego me dijo la fecha de nacimiento de Liam y sumado a la marca de nacimiento no me quedó dudas de que era mi hijo.

Sin la marca podría haber pesado que se acostó con otro hombre unos días antes que conmigo o días después, pero no fue así.  

Izan insistió con la prueba de ADN para estar seguros, pues ya tuve una mala experiencia, y por eso guardé un cabello en una pequeña bolsa de plástico oculta en el bolsillo de mi pantalón deportivo, es solo para confirmar porque estoy seguro de que lo es.

Mi madre se volverá loca y espero que no se enoje con Silver por haberlo ocultado.

Ella puede ser buena y amable, pero también dura y fría cuando se lo propone. La familia es lo más importante y no le gustará nada saber que perdió tres años de la vida de su único nieto.

Antes de hablar con ella, prefiero arreglar las cosas con Silver y en lo posible esperar la prueba de ADN.

—Si tuvieras un perro, ¿cómo lo llamarías? —pregunto.

Él frunce la nariz.

—Jac como Jac Parragou.

Suelto una carcajada.

—Es un buen nombre. Jack Sparrow es un buen pirata. ¿Viste las películas?

Niega con la cabeza.

—No, mami dice que no es para ñiños. Vi videos y me gusta.  

Liam me agradó desde que lo conocí en la playa. Su forma de hablar me parece tierna. Ahora sabiendo que es mi hijo, puedo entender el motivo por el que sentí una gran conexión con él, algo que no me había pasado con otros niños.

Tengo muchas emociones encontradas.

Por un lado estoy enojado con Silver por mantenerme apartado de él. Por otro lado comprendo que no sabía quien era yo ni como ponerse por contacto. Vuelvo a enojarme por no habérmelo dicho cuando nos encontramos y también entiendo su miedo a perderlo.

Mi mente es muy confusa, todo es un caos y no tengo idea que hacer.

No apartaré a Liam de su madre, eso lo tengo claro, no podría hacer algo como eso. Él necesita a su madre y es una buena madre más allá de los errores que haya cometido. Tampoco aceptaré ver a mi hijo fin de semana de por medio. Quiero verlo cuando quiera y eso es algo que Silver tendrá que aceptar quiera o no.

Puedo ser considerado, pero no renunciaré a mis derechos de padre. Ya me perdí tres años de la vida de mi hijo, no perderé más tiempo.

—Sí. ¿Quieres decirme algo sobre ti?

—¿Cómo?

—¿Cuál es tu color favorito?

Él sonríe.

—El vede. ¿El tuyo?

—El rojo. ¿Qué te gusta ver en la televisión?

—Pidata Jake y el hombe añaña.

—Buena elección. Me gusta tu cama con forma de barco pirata.

—Mi mami me la compó.

—Ella es una buena mami.

—Sí—asiente con entusiasmo—. Es buena.

—¿Y tú papá?

—No sé. —se queda pensando.

—¿Te gustaría tener uno?

—No sé. Nunca tuve uno. ¿Tú tienes?

Niego con la cabeza.

—No, ya no, se fue al cielo.

—¿Po qué?

—Porque Dios así lo quiso. Me cuida desde allá arriba. —señalo el techo.

Él levanta la mirada y vuelve a mirarme.

—¿Está en el techo?

Suelto una carcajada.

—No, en el cielo.  

—El cielo está fueda.

Los niños siempre han llamado mi atención, desde que Connie me dijo que estaba embarazada, comencé a prestar atención a niños en la calle, paseando o jugando, e imaginando como sería mi hijo y como sería yo como padre.

Sin embargo, no me atreví a acercarme a ninguno hasta que pisé el castillo de Liam en la playa. Sin saberlo, hablé con mi hijo y ahora entiendo el motivo de la conexión tan fuerte que sentí con él. Lleva mi sangre. 

Quiero agarrar sus mejillas y comerlo a besos. 

Es un niño despierto y habla bastante claro a pesar de algunas palabras atropelladas. 

Silver entra avisando que la cena está lista. Liam suelta sus muñecos piratas y se pone de pie de un salto. Sale corriendo mientras Silver le grita que se lave las manos.

—¿Le entusiasma la cena? —cuestiono.

—Preparé su comida favorita. Pizza de piña casera.




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