Me encuentro bajo la luz blanca que ilumina mi cuarto, mientras con delicadeza y un rasgo de seguridad paso el pintalabios sobre, valga la redundancia, mis labios. Escucho la voz de Lucía que proviene del otro cuarto que está pegado al mío, así que me comienzo a alterar pensando que quizás algo malo está sucediendo, pero al parecer no es así, ya que la veo ingresar comiendo una nueva dona con cubierta color rosa. Parece que me intenta decir algo, pero no logro entender.
—¡Oh, por Chuck! —Grita Lu tragando el último bocado—. Deberías probar esta delicia, no hay cosa más rica que esta.
—Yo creo que no es tiempo de comer donas, no tengo ganas de eso ahora. Encima comer mucho de eso no te hará ningún bien —digo lo más sincera posible.
—Sos muy aburrida, mi hijo y yo estamos muy felices comiendo donas, por ahora no siento nada del otro mundo. —Hace una pequeña pausa y me mira señalando el cielo con su dedo índice—. ¿Viste el día? Es un asco.
Hago una mueca fijándome en las nubes que flotan por el cielo grisáceo, aquello me deja en claro que va a llover; los días de lluvia siempre me han parecido sumamente tristes. Hace unas horas, las noticias no daban lluvias, pero ahora ya no sé qué pensar.
—Sí, lo sé. Supongo que la cena de hoy con el señor Smith se canceló, no pienso ni siquiera arreglarme para que todo termine mojado y en pésimas condiciones.
Ella suelta una carcajada sonora ante mis palabras, al parecer no se ha creído ninguna de las que he dicho. Sin embargo, yo sí me las creí. No quiero arruinar un hermoso vestido con la lluvia.
—Ajam, no sé vos, pero yo no puedo creer lo que me estás diciendo. Esa persona no es mi amiga, o sea, vos ni en sueños saldrías de tu casa en un día de lluvia y menos para cenar con un tipo que odias —comenta Lu con un tono divertido en su voz—. A ver, yo creo que saldrás con ese fulano porque hay algo, muy en el fondo, que te parece sumamente atractivo, no sé si es su nombre… Su aspecto celestial o su manera de odiarte, pero hay una cosa que te gusta mucho de él y otra que no. —Hace una pequeña pausa y luego continúa—: Sé que el dinero es una de sus partes negativas, pero no sé nada más.
Me rio a carcajadas negando con la cabeza más de una vez; Lucía se acerca a mí y niega con la cabeza, me mira a los ojos y sé que me va a dar un discurso, pero decido frenarla haciéndole un comentario:
—Cada día es uno menos para tener a mi sobri acá.
—Sí, imaginá que cada día me entra más miedo. Ya no sé qué pensar con todo esto de los documentales y películas, también fui a la biblioteca y me compré un par de libros para parecer una madre responsable.
—Genial, che… —Hago una pausa mirándola directamente sus ojos con el ceño fruncido—. Quiero ver a Joseph —murmuro cambiando por completo el vuelo de la conversación.
He estado varias semanas pensando y reflexionando todo lo que pasó con él. Lo extraño y necesito saber cómo está y lo que ha hecho con su vida ¿se habrá convertido en médico? ¿Se habrá casado con alguien o todavía está buscando a su persona ideal? Sonrío más que amplia al recordar el día sagrado, los sábados solo eran para ver capítulos de Supernatural, jugar a la play mientras cenábamos porquerías llenas de calorías y escribir fanfictions sobre Castiel y su historia. Solía escuchar todas las noches los mensajes de voz que se acumulaban en mi buzón de voz; el simple hecho de escuchar su voz me mejoraba el día, sus comentarios de la vida me hacían seguir sin mirar el pasado. Sigo haciéndolo, pero cada vez con menos frecuencia y solo cuando siento que ya no puedo más, que nada me hará salir del pozo de mi alma. Si tan solo tuviera la forma de comunicarme con mi primo, hace mucho tiempo cambió su número de teléfono.
—Me alegra mucho escuchar eso. Si necesitas, puedo acompañarte. Sé que pasaste por muchas cosas, sos alguien verdaderamente fuerte y admirable, Cam.
Ella se acerca a mí con cuidado y con la yema de su dedo pulgar acaricia mi mejilla, inmediatamente me doy cuenta de que sus dedos están llenos de glaseado por las donas que se había tragado, pero no digo nada. ¿Qué hubiera sido de mí sin ella? Probablemente, hubiera terminado como una cualquiera sin vida propia, en una esquina pidiendo limosnas o traficando algo.
—Yo también siempre estoy para vos, nunca nos ocultamos cosas, Lu, pero todavía mantienes en secreto la identidad del padre de tu cría. ¿Sabés? Aunque no lo parezca me estoy preocupando mucho por eso, no sé si lo odias y por eso te cuesta tanto decirme quién es o, bueno, no lo sé…
—Creo, muy en el fondo, que me estoy enamorando… Es muy complicado, no lo entenderías. Él me pidió que no se lo diga a nadie, ya que es su decisión.
Noto con facilidad que me metí en un terreno en el que no debo meterme; su mirada se cristaliza y una sombra se dibuja en sus pupilas, mientras que su labio inferior tiembla con disimulo.
Creo que nunca en mi vida la vi reaccionar así por un hombre, un montón de escenarios se dibujan en mi cabeza a una velocidad vertiginosa, pero ninguno lograr concordar con el típico de relación que le gustaría tener a Lucía.
—Está bien, no pasa nada.
—Nunca me dijiste quién es tu cita, solo me comentaste que la odias.