Como puedo comienzo a realizar las maletas para irme nuevamente a USA, agarro lo necesario para pasar un día. No se me ocurre mucho que llevar, así que pongo dos vestidos elegantes y ropa normal para pasar el día sin hacer nada.
Cuando por fin tengo todo lo necesario, decido hacer una nueva llamada a mi amiga, pero reiteradamente ocurre lo mismo: ella no atiende el teléfono. No entiendo ¿por qué no atiende mis llamadas? Ella siempre está ahí para mí. Sé que voy a llegar tarde, pero necesito tener noticias sobre mi camarada.
Ya llevo casi dos horas de demora, espero dos minutos más, pero me doy cuenta de que no voy a tener noticias por ahora. No espero más y decido irme.
Suelto un suspiro de mis labios al ver que debo sacar sola la maleta y hacer todo, no le doy mucha importancia y lo hago: arrastro mi maleta pequeña hacia afuera y cierro la puerta con llave. Cuando mi vista se posa en el cielo, ruego para que no llueva. Las gotas de agua fría empiezan a mojar por completo mi ropa; sonrío amplia al ver estacionar el Uber que pedí hace un tiempo. No tardo ni dos segundos en adentrarme a los asientos traseros y dejar mi maleta junto a mí.
—Buenas, ¿sos Anna? —Pregunto con una enorme sonrisa sobre mis labios.
—A tus servicios, señora Rodríguez. ¿Dónde quiere ir?
—Al aeropuerto, por favor.
La mujer asiente con la cabeza tan solo una vez y la nueva aventura comienza.
Cuando me doy cuenta de que estoy llegando cada vez más tarde, muevo mi pierna llena de nerviosismo, mientras el vehículo va dejando las calles del barrio. Las gotas que golpean contra la ventana se comienzan a deslizar con lentitud por el cristal, mientras que los relámpagos parpadean de un color verdoso entre las nubes grisáceas del cielo azabache. Lo que siento es que estoy siendo traicionada por mi hermana, no puedo creer lo que me está haciendo: Me está ignorando por completo.
La mujer comienza a hablar sobre el clima y lo mucho que ha empeorado durante estos minutos, pero me es imposible responder los comentarios, ya que en lo único que estoy pensando es que mi amiga puede estar en peligro. Trato de descansar un poco, así que apoyo la cabeza contra la ventanilla fría; tampoco deseo que me despidan, pero no puedo hacer mucho para que todo esto cambie.
—Creo que la vida no desea que triunfe, señorita —murmura la mujer con aires de diversión en su tono de voz, pero se da cuenta de que sus palabras están en lo cierto, así que vuelve decir algo—: Lo siento.
Hago una mueca con mis labios al notar que no voy a llegar; al parecer, el señor Smith siempre tuvo razón por decirme que llagaba tarde. Ahora puedo asimilar que no estaba tan equivocado como yo suponía en su momento.
Para mi suerte, la mujer encuentra el modo de salirse con la suya, dar una extraña vuelta para lograr ingresar al camino del aeropuerto. En cuento se detiene el vehículo, no dudo en salir corriendo agarrando la maleta y demás, pero la mujer me detiene porque no había pagado. Hago una mueca con mis labios y le entrego el dinero, pero luego salgo corriendo lo más rápido que puedo.
Corro ligeramente por las resbalosas baldosas, mientras que mi frágil cuerpo choca con varias personas que caminan en la dirección contraria, pero no puedo detenerme a pedir perdón, así que empujo con más fuerza a la gente. Me detengo en seco al ver a Balder moviendo su pie de un lado al otro con aires de nerviosismo; estoy pensando seriamente en cómo entablar una conversación.
Suelto un suspiro profundo, me armo de valor y camino en su dirección. Al llegar, toco su hombro y él se da la vuelta para verme a los ojos y negar con la cabeza; puedo notar lo molesto que se ve, pero no dice nada.
—Lo siento —murmuro en modo de disculpa.
Debo confesar que pedir perdón siempre me ha costado más de lo que me imaginaba, pero esta vez no fue así, ya que sé que tengo la culpa por el retraso.
Él no dice nada y solo se sube al avión, ni siquiera me espera. Me acerco corriendo hacia él y lo tomo del brazo para acércalo a mí, lo observo directo a los ojos y niego con la cabeza tan solo una vez.
—Perdón… —Digo con la mirada llena de seguridad.
Él rueda los ojos negando.
—¡Es que a ti no te importa el tiempo! Nunca te ha importado eso, lo sé…
Niego con la cabeza al oír lo que sale de sus labios.
—No sos una persona mayor, no entiendo por qué te importa tanto perder un poco el tiempo. Si me decís que sos un viejo y no tenés mucho tiempo de vida, puedo entender, pero Balder… —Niego nuevamente—. ¿Por qué te importa tanto el tiempo?
Su mirada se oscurece por un instante, pero vuelve a la normalidad en unos segundos. Se nota que mi comparación no le ha gustado, ya que no me responde y solo me empuja para sentarse en su asiento privado. Suelto un suspiro de frustración y me siento a su lado mirándolo para lograr incomodarlo.
—¿Puedes dejarme de ver así?
Suelto una risita divertida y niego.
—Necesito saber cosas de ti, no puedo ser una cita real sino sé nada.
Él rueda los ojos, pero me dedica una sonrisa ladina.
—Mmm… ¿Qué quieres saber de mí? —Alza ambas cejas—. Solo cosas básicas, ¿okay?
Niego con la cabeza.
—Las cosas básicas las encuentro en Internet, señor Smith. Quiero algo jugoso y que valga la pena saber, no una estupidez —respondo.
—Pues, tendrás que verlas allí. No te contaré mi vida privada.
—¿Por qué? ¿Acaso sos un criminal o algo así? —Cuestiono con una enorme sonrisa.
Él hace una mueca con sus labios, pero no dice nada al respecto.
Ninguno de los dos vuelve a decir algo hasta que pasan las horas y el aburrimiento se apodera de mí. Apoyo mi cabeza sobre su hombro y levanto la mirada para verlo a los ojos, le dedico una sonrisa dulce y ruedo los ojos ante su mueca.
—Siento que hay un montón de cosas que tenés que decirme, pero que supuestamente no estoy lista para escuchar o algo así, ¿verdad? —Alzo ambas cejas esperando que él me responda, pero no lo hace, así que agrego algo más—: Al menos, eso es lo que das a comprender.