Suelto un suspiro de mi interior cuando noto que todo sigue igual, bueno, el aeropuerto sigue igual. Pensé que a estas alturas habría algo nuevo, pero no, todo está igual que el día que vine a USA con mi mejor amiga, Lucía.
La mirada del señor Smith me advierte de que algo está por ocurrir, pero no siento nada del otro mundo, así que sigo como si no pasara nada. Sin embargo, cuando me doy cuenta de que hay que realizar el papeleo, hago una mueca de negación (no sirvo para realizar trámites, pero estoy segura de que al señor Smith eso no le importa). Cuando, por fin, acabo de firmar cada uno de los papeles me doy cuenta de que el señor Smith se encuentra tomando un café cómodamente en la cafetería del aeropuerto.
No puedo ni siquiera creer lo que está pasando, me siento utilizada y con razones. Evidentemente, yo también deseo un delicioso café, pero no. A mí me ha tocado la peor parte de los vuelos: rellenar papeles tontos. Bueno, supongo que eso me pasa por ser la asistente, de todos modos, pensé que en este viaje iba a ser su cita, no su empleada.
Cuando me voy acercando a Balder, puedo notar como dos mujeres y un niño se acercan a él. El señor Smith reacciona de un modo que nunca me hubiera imaginado: él está abrazando y saludando a todos. Creo que soy un poco mala con lo que veo, no debería de ponerme a pensar mal en él, sino que tendría que estar feliz, ya que se está abriendo con personas. Sin embargo, lo que me revienta es que no me haya contado nada, ahora yo debo descubrir todo lo que está pasando en su vida y toda su historia pasada.
Tengo miedo de imaginarme cosas, puesto que eso es lo primero que hago al ver escenas de cosas que no tengo idea de lo que significan.
Con cuidado me voy acercando a Balder, me detengo cuando estoy detrás de las mujeres, el niño me sonríe y se baja del regazo de Balder para abrazarme y tratar de hacer que lo cargue. Me quedo observando a todos sin comprender, tengo una mirada de extrañes y estoy segura de que nadie me entiende en este momento.
La mujer mayor se da vuelta y me observa con su mirada cristaliza, pero sumamente dulce. Es como si comprendiera lo que me está sucediendo. La mujer más joven imita la acción de la anterior y ambas vuelven a visualizar al señor Smith.
Balder se pone de pie y toma mi mano con una enorme sonrisa, una que no había visto nunca, o al menos, solo dos veces. Cuestión, creo que esas personas son los parientes de él. Supongo que mi actuación debe de empezar en tres, dos, uno, ya.
Acaricio la mano del señor Smith, me cuesta parecer enamorada cuando lo único que deseo es que se le caiga la mentira; sin embargo, muy en el fondo de mi ser, deseo que él pueda cambiar. Siento que Balder quiere cambiar, al menos eso está intentando por su familia.
—Ella es mi cit… mi pareja —comenta él tratando de darme la bienvenida a su familia.
Suelto una risita nerviosa y asiento con la cabeza más de una vez.
—Sí, soy Camila Rodríguez —informo con una enorme sonrisa sobre mis labios.
El pequeño se desternilla, mientras trata de imitar mi tono de voz, cosa imposible y no solo porque es un niño, sino porque es más estadounidense que Balder.
—No eres de aquí, ¿verdad? —Cuestiona la mujer mayor.
Niego con la cabeza, pero cuando estoy lista para contar que soy de Argentina, Balder aprieta mi mano y deja un beso sobre mi mejilla.
—Yo soy Marie Smith —dice la mujer llena de felicidad, pero su sonrisa se empieza a borrar de sus labios y agrega—: La madre de Balder.
La mujer más joven le da un golpe de cadera a Marie y suelta una carcajada tomando al niño.
—Yo soy Phoebe y él es Evan —informa—. Soy la cuñada de Balder y Evan es su sobrino.
—¿Y qué pasó con el hermano? —Alzo ambas cejas al oír que Balder tiene un hermano y no me contó la historia—. ¿Por qué no vino hoy? ¿Es tan trabajador como su hermano?
La cara de los presentes cambia casi de inmediato. Nadie dice nada al respecto, solo empezaron a platicar de otra cosa, pero debo confesar de que tengo ganas de saber lo que pasó. No entiendo la razón por la que cambiaron tan rápido.
—Deben estar agotados, lo mejor será que vayamos a casa y puedan descansar bien.
Hago una mueca con mis labios al escuchar aquellas palabras, ya que nada de eso era lo que habíamos planeado, en realidad, no habíamos planeado nada. No quiero seguir con esta tontería, no quiero engañar a los padres del señor Smith.
—No, iremos a un hotel. Ya hice la… —La madre de Balder me calla.
—No, querida, no pienso dejar que mi hijo pase los días en un hotel cuando tiene toda una mansión —dice Marie llena de seguridad en sus palabras—. ¿Me entiendes, querida?
Asiento con la cabeza tan solo una vez.
Aunque lo entienda, soy yo la que no desea ir, pero supongo que no me queda de otra. Podría escaparme por las noches e ir a un hotel de por ahí, creo que esa es una muy buena idea. No pienso hacer una tontería, no quiero dejarme engañar por una mujer que sabe hablar bonito y que es mayor: esas dos cosas me pueden.
—Madre, creo que Cam tiene razón. Lo mejor será ir a un hotel de la ciudad.
Marie niega ante las palabras de su hijo; ahora entiendo de dónde saca lo obstinado.
—¿Por qué? No quiero pasar menos tiempo con ustedes. Son parte de la familia y deseo que ambos estén en casa con nosotros tres —murmura la madre de Balder, su voz suena triste por alguna razón—. No quiero perderte, cariño.
Balder hacer una mueca con sus labios y niega.
—No me vas a perder, mamá —responde él con naturalidad—. Si me llegas a perder, creo que tendrás a Cam para cualquier cosa.
Marie le dedica una sonrisa ladina a su hijo.
—Vamos a casa, los invitados los están esperando, Balder.
El entrecejo del señor Smith cambia radicalmente ante el comentario de su madre, al parecer ella hizo algo sin consultarle.