Junto con Phoebe comenzamos a caminar hacia nuestras habitaciones, me detengo al ver que todo está listo, pero que al final no seré Caroline, sino que seré Emily. A un lado puedo ver el atuendo de Balder, que será Victor.
Antes de ir al baile se supone que debemos cenar con la familia de Balder, lo cual me está molestando un poco. Todo esto de la mentira es una locura, no sé cuánto tiempo más voy a soportar el mentirle a tanta gente.
Junto a Balder comenzamos a caminar por el recibidor, en una de las paredes blancas se encuentra la imagen de Balder y en frente se nota que por un tiempo hubo otra imagen, no sé si se trataría de su hermano, pero no quiero suponer nada.
—¿Te encuentras bien, Camila? —Cuestiona lo más bajo que puede para que su madre y cuñada no logren escuchar.
Hago un gesto de afirmación con la mirada y siento como una de sus manos me acerca más a él. Con cuidado nos vamos conduciendo hacia el comedor, debo confesar que la sofisticada decoración me cautiva por completo: la lámpara de araña ilumina una larga mesa cubierta por un mantel de color rojo con bordes dorados; las sillas hacen juego con el mantel y las tres vitrinas de cristal están repletas de suvenires, que se han traído de todos los viajes que han hecho a lo largo de sus vidas.
Mi estómago ruge ante el aroma exquisito de parrilla y cuando me doy la vuelta Evan hace acto de presencia con un peluche, ahora que lo noto siempre ha estado con el mismo.
—¡Tío! —Grita corriendo hacia Balder y el magnate, hijo del dios Odín, decide cargar al pequeño en brazos.
—Por favor, hay que sentarse, Evan saca tus modales —comenta la señora Smith y luego observa a su hijo con el ceño fruncido—. Balder, tú también.
Todo el mundo le hace caso a la señora de la casa y cuando ella ve que todos hacen lo que ella desea recién, en ese momento, es que Marie sale del comedor arreglándose la parte baja de su vestido de cenas importantes.
Balder retira la silla para mí, así que le doy las gracias y me siento reposando mis manos sobre mi regazo; él se sienta a mi lado mirándome atentamente con el ceño más que fruncido, siempre que él hace eso me pregunto en lo que debe estar pensando.
—¿Así que eres la nueva esposa? —Pregunta Evan con una pequeña sonrisa.
—¿Nueva esposa? —Cuestiono ante la pregunta del pequeño.
—Es mi novia, no es mi esposa. —Interrumpe Balder.
No tengo valentía suficiente para ver a la familia a la cara. No puedo seguir con este juego. No deseo que la familia me odie luego de que todo este juego macabro se acabe.
Cuando la madre regresa de la cocina trae el delicioso festín junto con una guarnición de ensalada rusa.
—Balder, me alegra saber que todo este tiempo en Argentina fue por una buena razón y no solo por los tontos negocios de tu padre. Espero que muy pronto esta relación se convierta en algo más duradero —desarrolla Marie con serenidad.
Phoebe sonríe mirándonos y le corta un pedazo de carne al pequeño.
—¿Cómo se conocieron? —Interroga la cuñada con entusiasmo.
Rasco mi cuello con diversión y luego miro a Balder con mucho más regocijo. Hago una mueca con mis labios y decido ser yo la que va a responder esa pregunta de un modo épico.
—Bueno, resulta que nos vimos varias veces, ya que él deseaba acabar con la empresa de mi mejor amiga Katherine. Balder quería ser el número uno, pero Katherine tenía lo que él deseaba. —Asiento con la cabeza más de una vez—. Entonces, un día, mi amiga Elena le dijo a uno de mis otros confidentes que conoceríamos a Balder en una fiesta de disfraces.
Balder asiente sin entender nada, así como los presentes.
—Sí, fue en una fiesta de disfraces —comenta Balder apretando mi pierna ante las palabras que comenté y al parecer no fueron de su agrado.
Los presentes asienten y el pequeño ríe.
—¿De qué se disfrazaron? —Pregunta Evan.
—Balder de hombre lobo y yo de una vampira.
Les brindo una mirada de soslayo a los presentes, pero ellos no se dan cuenta de nada. Los dedos de Balder se clavan en mi piel, tomo su mano con fuerza y sonrío mirando a los demás. Sin embargo, todos se ponen a platicar sobre distintos temas de la vida.
La cena es toda una delicia; a pesar de todo lo ocurrido no pude parar de comer todo lo que me sirvió la madre de Balder. Yo sé que ella no fue la persona que cocinó, pero debo confesar que el chef sabe cómo hacer un buen asado.
El postre es mucho más liviano, un poco de helado frutal, supongo que para bajar todo lo que nos hemos cenado. Yo decido que quiero de sabor melón acompañado de limón, mientras que Balder decide un poco de frutilla al agua y chocolate; su madre solo come de vainilla igual que Evan, mientras que Phoebe hace el honor de elegir un gusto peculiar como su nombre: Crema del cielo.
—Mamá, ya es hora casi de ir a la fiesta —notifica Balder con una pequeña sonrisa sobre sus labios antes de ponerse de pie.
Sonrío del mismo modo y me pongo de pie para comenzar a caminar junto a él rumbo a nuestra habitación, antes de llegar, él toma mi brazo y me detiene en seco cerca del pasillo del cuarto.
—Suéltame, Balder, ¿todo está bien? —Pregunto sin tener mucha idea de lo que está ocurriendo.
—Cami…
—¿Qué? Juro que me vas a volver loca. Dime lo que te ocurre, Balder.
—Tenemos que ir a cambiarnos para el baile.
Asiento más de una vez y camino junto a él hacia la habitación, él se detiene y hace entrar a una mujer al cuarto para que me maquille como Emily. Tarda un par de horas en dejarme perfecta, pero lo hace. Al concluir con su tarea, la mujer sale y me deja sola en el cuarto.
—Yo haré eso y vos te la llevas.
Salgo del cuarto cuando comienzo a oír voces, pero no hay nadie. Ya debo de estar alucinando, rasco mi mejilla y me vuelvo a adentrar. Me dirijo hacia el baño de la habitación, me lavo los dientes y me observo en el espejo con una enorme sonrisa al ver mi rostro celeste. Ya estoy lista, solo falta ponerme el vestido y fin.