Despierto como siempre, pero esta vez, Balder está junto a mí. Me está mirando con una enorme sonrisa sobre sus labios, se ve bien y feliz. Suelto una risita divertida y tomo su mano; comienzo a observar sus dedos, sus vellos, sus uñas.
—¿Qué tanto estás viendo? —Cuestiona ladeando la cabeza para visualizar lo mismo que yo—. Tenemos muchas cosas que hacer el día de hoy, dulce Cami.
Alzo ambas cejas ante su apodo hacia mí, nunca lo había escuchado, pero suena bonito de sus labios. Sinceramente, hace bastante tiempo todo lo que sale de sus labios me resulta encantador. ¿Qué rayos me está pasando? No me gusta sentirme de este modo.
—¿Qué es lo que vamos a hacer, Balder? —Pregunto con la intriga recorriendo cada centímetro de mi cuerpo—. Quiero que estos meses sean buenos para ti, no quiero hacer lo que yo quiera. Quiero verte feliz, Balder.
Él acaricia ahora los dedos de mis manos y me observa fijamente a los ojos, en ningún momento me ha sacado la vista de encima. Me pone un poco nerviosa, pero su bella sonrisa resplandeciente ilumina mis pensamientos y los vuelve diferentes a los que una vez tuve acerca del amor.
Junto a Balder puedo empezar a creer en el amor, pero cuando él se vaya, todo esto va a terminar y mi herida volverá a abrirse por completo. No quiero perderlo… no puedo hacerlo.
—Quiero ir a una fiesta, pasarla bien y tener una hermosa aventura junto a ti, Cami —explica con una dulce sonrisa—. ¿Qué tanto me ves los labios?
No sé lo que estoy sintiendo…
Y si… ¿todo es parte de un sueño?
—Vamos a esa fiesta, Balder.
No tengo tiempo de superar lo que me ocurrió, pero cuando Balder muera podré llorar por todo lo que he vivido. Ahora solo puedo pasar el tiempo que le queda haciéndolo feliz con simples tonterías.
Observo la manera en la que Balder cambia de postura, se acomoda mejor en la cama, pero no se atreve a verme a los ojos. Me acerco por detrás y lo abrazo apoyando mi cabeza sobre su hombro.
—¿Me dejarías un tiempo a solas? —Cuestiona él observando su reflejo en el espejo—. Déjame, Camila.
Niego con la cabeza tan solo una vez, no puedo dejarlo y perder más tiempo sin él. Quiero estar a su lado por siempre, quiero que me quiera como yo lo hago. Sé que lo que siento es real, pero espero que no sea un sueño. Puedo ver luz donde hace unos meses veía la oscuridad.
—No puedo dejarte.
—Necesito estar solo por un tiempo, no será mucho, pero quiero estar solo… No quiero que te metas en mi privacidad. —Trata de alejarse de mí, pero no lo dejo—. Camila, no te estoy jodiendo.
Me encojo de hombros ante su respuesta, ya que yo tampoco lo estoy jodiendo. No me pienso ir.
—¿A qué le tienes miedo, Balder? —Pregunto un tanto molesta por la situación en la que nos estamos metiendo—. Siempre que estamos hablando sobre algo, siempre que hacemos o planificamos algo, siempre tenemos que pelear y estoy harta de eso. No entiendo, ¿por qué siempre quieres pelear conmigo?
Él al escuchar mi pregunta se tensa, puedo sentir cada uno de sus músculos, me separo y camino hacia él; tomo su rostro, bello y esculpido por los dioses, para obligarlo a verme a los ojos. Balder me mira, tiene sus esmeraldas posadas en mi iris, pero los suyos ocultan un secreto.
—Es solo que… Tengo miedo, Camila, ¿no lo entiendes? —Duda soltando una lágrima de su ojo derecho—. Sé que tú estás destrozada como yo por dentro, ¿por qué crees que te elegí a ti? —Alza ambas cejas con una pequeña sonrisa—. Te elegí no solo para curarme a mí; te elegí para curarte a ti; te elegí para hacerte volver a creer en el amor; te elegí porque a pesar del dolor, tú siempre tienes una sonrisa adorable sobre tus labios; te elegí porque cada día te levantas; te elegí, Camila, porque siempre que pienso en acabar con la miseria estás tú…
Mis ojos se cristalizan a más no poder. Él me eligió por el dolor de mi alma, porque sabe lo mucho que temo de perder a alguien que amo una vez más.
—¿Por qué? Balder, tú vas a morir y no vas a ayudarme a superar mi oscuridad, no vas a estar cuando me muera del dolor de haber perdido a otra persona que amo —sollozo negando con la cabeza más de una vez—. ¡Vos no estuviste cuando perdí a mi madre! ¡Vos no estuviste cuando mi padre murió! ¡No estuviste cuando mi madrastra me trató como la mierda! ¡No estuviste cuando Enzo… —Respiro hondo, lo más profundo que puedo—. No estuviste cuando Enzo se aprovechó de mí. —Dejo que el llanto me ahogue en lo más profundo del dolor—. Y no vas a estar cuando me despierte después de tu muerte buscando calor; buscando tu amor; buscando al fantasma de lo que pudo ser… Vos no vas a estar ahí, Balder. Otra vez estaré sola con mi dolor, con mi perdida… En ese pozo oscuro que tu alma produce cuando ya no hay más porque luchar. Esa maldita oscuridad que crece por dentro hasta volverse parte de uno y cuando te quieres acordar, quizás ya tengo noventa años y me esté muriendo; sin embargo, nunca sentí el dolor de morir, sino seguiré sintiendo ese maldito y amargo dolor del pasado que carcome mi alma hasta el punto de ya no saber quién soy.
Balder al escuchar mis palabras me abraza, y no dudo en responder. Aspiro su aroma con una pequeña sonrisa que se apodera de mis labios, tiene una fragancia muy peculiar y deliciosa. Él se separa simplemente para limpiar mis lágrimas con la yema de su dedo pulgar.
—Aunque no me creas, yo siempre estaré a tu lado, Camila. Puede que no en esta vida, puede que en esta solo la haya cagado más de una vez y que haya sido una persona horrible, pero… —Balder detiene sus palabras solo para acercarse y dejar un beso tierno sobre mi frente—. Sé que en mi próxima vida, te veré y ahí ya no seré este maldito magnate, como tú me dices.
Suelto una risita divertida ante sus palabras y niego más de una vez. No quiero pensar que lo que me dijo es mentira, quiero desear creerle.