La riqueza no lo compra todo

Capítulo 19: Planes para la boda

El día de ayer, no ha terminado del modo que esperaba. Las cosas se acabaron demasiado pronto y pude notar, por primera vez, el dolor de Balder al advertir que cada día es uno menos de su vida. Hasta ayer, no me había dado cuenta de que él antes de irse a dormir llora un buen rato.

—¿Qué harás hoy? —Investiga Balder acomodándose de lado para verme.

—Voy a planear la boda con mi hermana —respondo sin darle vueltas al asunto y hago una mueca con mis labios—. No te agrada, ¿verdad?

Balder me mira a los ojos con el ceño fruncido ante mi pregunta, parece que no le ha agradado la pregunta, no mi amiga.

—Mmm… No lo sé, sé que ella es tu hermana y todo eso, pero hay algo extraño en ella. Lo mismo me dice Dean sobre ti, pero no le doy bola.

Suelto una carcajada sonora al escucharlo hablar como todo un argentino, me agrada aquella extraña faceta. Yo creo que Balder se tendría que haber guardado el comentario de su amigo, ya que a mí no me importa en lo absoluto que ese tipo piense que tengo algo extraño.

Claro que tengo algo peculiar, después de todo, soy una loca desquiciada. La verdad es que me gusta ser como soy, no quiero cambiar ni nada de eso. Sin embargo, sé que no soy muy buena persona, así que eso es lo único que deseo cambiar de mí.

Me encojo de hombros y comienzo a caminar hacia la sala; dejo a Balder haciendo de las suyas, mientras que espero que Lucía regrese. Al cabo de unos treinta minutos, la veo ingresar por la puerta con su vestido elegante color rojo pasión: ese color le queda estupendo.

Me acerco y nos saludamos. Veo que Dean no dice nada y se escabulle a ver a su cómplice. Quiero saber lo que ocultan y, al mismo tiempo, me da un poco de nervios saberlo; estoy en un gran apriete.

—¿Te dijo algo, el marciano arrogante? —Indaga ella con una pequeña sonrisa sobre sus labios—. ¿Cuánto tiempo tenemos para planear la boda perfecta? ¿Unos pocos días?

Debo confesar que me parece gracioso que ella haya llamado a Balder “marciano arrogante”, puedo admitir que me divierte los apodos que le pone a la gente. Una vez me dijo que yo debería llamarme de otro modo.

Asiento con la cabeza tan solo una vez.

—Sí, no hay mucho tiempo que perder. Es más, ya planeé todo, solo vayamos a hablar del plan —digo con seguridad en mi tono de voz.

Ella niega. Se nota que hay algo que le impide pensar con claridad, pero no tengo idea de lo que eso sea.

—Amiga, quiero hacer las cosas bien, no quiero meterme en esas cosas de Balder y Dean —explica y luego agrega—. Ellos no se meten en nuestras cosas, no quiero hacer que se enojen por problemas que nuestra mente creo de ellos.

Hago una mueca con mi labio inferior, pero me pongo a pensar seriamente en las palabras de Lucía, tiene razón. Lo que yo planeé para la boda no es nada bonito y necesito que mi amiga me dé una mano.

—Bien, vamos a planear esa boda.

—¿Qué tenés pensado hasta ahora? —Cuestiona sentándose en el sofá de la sala de estar—. ¿Ya tenés la fecha y el lugar?

Asiento con la cabeza.

—Sí, sí. Eso está todo claro. La boda se llevará a cabo en el jardín de uno de los hoteles de la familia Smith, y la fecha es el próximo viernes —le informo con una enorme sonrisa sobe mis labios, que lentamente va desapareciendo—. ¿Qué pasa? —Me atrevo a preguntar.

Lucía me mira a los ojos con el ceño fruncido y me toma de la mano, niega con la cabeza una vez y con cuidado me va soltando.

—¿Por qué tan rápido? ¿Acaso estás embarazada?

Niego casi frenéticamente.

—No, es que a Balder le quedan unos pocos meses, para ser justa… once meses de vida —confieso con seriedad.

—Cierto, me habías contado, amiga.

Asiento.

—Por eso no quiero pensar en las razones por las que nos quieren separar, él va a morir y debo estar a su lado hasta el último día.

—¿Te duele que se vaya a morir? Es que no lo entiendo, luce tan… Bien y vivo —responde sin poder creer—. ¿No tiene solución?

—Sí, desde el momento cero. La primera vez que nos vimos pensé que esto iba a terminar mal, pero… —Ruedo los ojos de un modo divertido—. Me equivoqué. No tiene solución, el médico me lo dijo.

Ella toma mi mano y me da su apoyo moral.

—A la muerte no la frena nadie, es la ley de la vida.

Asiento con la cabeza.

—La ley de la vida es horrible.

—Pensá que allá arriba hay alguien que lo quiere, por eso se lo va a llevar.

Suelto una carcajada sonora, pero luego me quedo pensando en las palabras de mi amiga y hago una mueca con mis labios, luego asiento.

—Puede ser.

—¿Y el vestido? ¿Ya sabés cómo va a ser? —Cambia de tema rotundamente.

Me quedo pensando seria en el comentario de mi amiga y me doy cuenta de que no me había puesto a pensar en eso. Es más, no se me había ocurrido hasta este preciso instante.

—No, la verdad es que nunca lo pensé. —Agarro una de las revistas que vi en la casa, y me pongo a ver el tema de los vestidos de novia—. Estoy segura de una cosa…

Lu agarra otra y me señala un vestido elegante, con piedras preciosas, un elegante collar y una bella cola enorme.

—¿De qué estás segura? —Pregunta mostrándome otros, cada uno más blanco que el primero—. ¿Qué gama de blanco te gusta?

Niego con la cabeza tan solo una vez.

—Estoy segura de que no me quiero casar de blanco. —Disparo como si lo que dije se tratase de algo común y corriente—. No pienso ponerme un vestido blanco para la boda.

Lucía abre la boca como nunca antes la había visto. Parece que no puede creer lo que acaba de escuchar, pero es así. No quiero ser una más de la manada. Quiero algo nuevo, loco y cool, algo que me guste a mí, no a los otros.

—¿Estás loca? —Me pregunta señalando un nuevo vestido blanco radiante.

Niego.

—Quiero algo que me guste a mí, no a los demás, ¿lo entiendes?



#3110 en Novela romántica

En el texto hay: romance, dolor, multimillonario

Editado: 23.09.2021

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