Cuatro años después de la muerte de Balder
Suelto un suspiro sonoro de mis labios al ver la nada, pero allí es donde está todo. El sol inunda mis sentidos y me da más vida de la que ya tengo, me siento una anciana que ha perdido su marido y su luz.
Quizás nunca tuve la luz que necesitaba para mantener a Balder a mi lado; nunca sabré lo que pasó esa noche, solo lo feliz que comencé a ser después. Un nuevo rayo de luz se levanta todos los días junto a mí, el pequeño Antony nunca conoció a su padre, pero muy en el fondo de mi alma sé que Balder conoció a su hijo aquella noche.
Me arrodillo frente al gran árbol de jacaranda y sonrío amplia cavando un poco de tierra para luego enterrar las cenizas de Balder allí mismo. El jacaranda es un árbol mágico de la vida y de la muerte, es un pequeño paso, un camino para llegar con los seres que tanto amas. Es oscuro y luminoso, tiene hojas de color violeta, que son majestuosas y tortuosas.
—Gracias por curar mis heridas… —Sonrío amplia acomodando la tierra—. Sé que no solo te curé y ayudé a ti. Tú hiciste lo mismo por mí, Balder Smith. —Miro mis manos y luego las hojas de aquel gran árbol—. Te prometí algo y no pude cumplirlo, no conociste en vida a tu hijo, pero… sé que vas a conocerlo en varios años y… —Una pequeña lágrima se desprende de mi ojo izquierdo—. Espéranos, Balder… Espéranos, hijo de Odín.
Me pongo de pie y oigo la voz de Antony. Su pequeña y dulce voz de niño.
—¡Maaa! —Grita corriendo hacia mí con sus brazos abiertos y me abraza.
Me doy vuelta con cuidado y sonrío sentándolo a mi lado para que le deje el dibujo a su padre. Ya han pasado cuatro años desde la muerte de Balder, pero siempre estará en nuestros corazones y un poco en mi oscuridad.
—Dile chau a tu padre, cariño. —Acaricio el cabello negro del pequeño.
—Adiós, pa… —Dice él comenzando a caminar junto a mí.
Me destroza el momento de la verdad, siempre habrá algo que nos una. Es lo único que me mantiene feliz y capaz de superar todo lo sucedido.
Patrick corre con Antony siendo libres y felices, mientras que Lu y yo nos miramos sin poder creer que nuestros hijos no sepan la maldad que hay en el mundo.
—Quiero que su luz dure para siempre —comento con diversión.
Ella me mira y asiente.
—Camila, Antony es un eclipse del amor de sus padres. Balder era tu luz y vos su oscuridad, ese pequeño es un eclipse lleno de luz y de oscuridad, solo hay que esperar y ver lo que gané con el tiempo —me responde tomando la mano de su marido Dean.
—Balder era… —Se queda callado y se va a atender un llamado.
Lucía me detiene el paso y niega tomando mi rostro entre sus manos.
—Sigues pensando que fue Dean, ¿verdad?
Asiento.
Ella me suelta y niega caminado junto a mí.
A lo lejos, veo que Guido se acerca a nosotras y me entrega un sobre, luego baja la mirada y se encoge de hombros. Tomo lo que me brinda y al ver que son las pruebas de la muerte de Balder niego con la cabeza más de una vez.
—¡No! —Exclamo mirando y señalando a Dean con mi dedo—. ¡Maldito!
Me acerco a él, pero siento un dolor fuerte en mi abdomen, bajo la mirada y noto sangre, luego miro a Dean con un arma y caigo al suelo.
—¡Camila! —Exclaman todos.
—Mami… —Es lo último que escucho.