El mar son lágrimas derramadas por corazones rotos

Esa noche Damar hizo lo de siempre, chicas en una cabaña y chicos en otra. A pesar de tener dieciocho años no ha cambiado en nada.

Phil y Leo bebieron tanto que estaban totalmente borrachos y roncaban impidiéndome dormir.

Tomé una linterna de mano, una toalla y salí a la cascada. Caminar descalzo por la arena de noche es una sensación única. Por el camino me topé con un par de cangrejos y mosquitos, muchos mosquitos. Gracias a Dios Damar trajo repelente y es anti agua.

Caminé durante unos cuatro o cinco minutos por el sendero cercado con cañas de bambú e iluminado por pequeños faroles hasta que llegué. Ya no necesitaba luz artificial. La luna alumbraba cada rincón.

Aquí, el agua es pura y transparente, parece una piscina. Ya dejando las cosas a un lado me lancé de bombita al agua, miré mi reloj de pulsera. Eran las tres de la mañana. Sin inmutarme por nada comencé a nadar un rato. La vegetación es tropical, hay palmeras, arbustos con flores.

Es simplemente, mi lugar favorito.

Ya cansado decidí flotar en ese espejo, y entonces la vi. La luna me observaba desde el firmamento.

¿Qué harías?

Me sumergí y cogí una pequeña roca. Entre nados lentos salí hasta donde el agua me llegaba a las caderas.

Te juro que cumpliré mi promesa aunque me hunda...como esta roca.

***

—Tailer, Tailer despierta.

Algo o alguien me remecía, no era agradable, y me negaba a abrir los ojos.

—Uhm...un poco más, ¿sí?

— ¡Tailer!

Abrí los ojos, tenía una iguana sobre mí, grité como niña.

— ¡Caroline! ¡Sácame esta mierda!

—Calma...

— ¡¡¡¡Quítamela!!!!

— ¡Joder cálmate!

Entonces vi como le dio una patada al réptil y este cayó metros más allá en el agua.

— ¿Está muerto?

—Me vale una... si lo está.

—Oh mira, ha salido.

— ¡¿Dónde?!

—Shhh no grites, son las siete de la mañana.

La iguana llegó a la orilla y nos miró, parecía con odio, luego desapareció entre los arbustos.

— ¿Qué haces durmiendo a la intemperie de esa forma?

—Solo pasó...

—No te creo, algo me ocultas.

—Solo pasó y ya.

Se acercó a mí y me tumbó en la hierba antes de gruñirme molesta.

—Vamos confiesa.

—Q-Que no es nada...

Susurré con el corazón en la garganta. Entonces escuché el flash de una cámara.

—Sorprendidos infraganti.

—Subiré esto a Instagram, Lola que malota eres.

—Déjame verla.

ME LAS PAGARÁN...COMO QUE SUBAN ESA FOTO.

—No Damar, eres mala, y por eso no verás la foto.

—Lola apresúrate y súbela.

— ¡No!

Me volteé a ver a Caroline, había gritado tan fuerte y enojada que llegó a asustarme.

—Pero mira como salen.

—Has crecido hijo mío, estoy orgulloso de Ti.

Phil me miraba con total dramatismo, una sonrisa divertida se dibujó en sus labios al verme sonrojar.

Eres un hijo de...

—P-Pero, ¿qué mierdas dices Phil?

—Uhm...prefiero los erogames.

—Y tenía que hablar el friki de Leo.

—Y tenía que decirlo la señorita Smite.

No podía creer que estuvieran de pie con todo lo que bebieron ayer.

—Al diablo.

Les di la espalda y me lancé desde el borde de la piscina natural hasta el agua. Descendí haciendo un clavado doble desde esa hermosa altura de diez metros que posee la cascada. En el fondo, cogí una piedra blanca y plana. No más grande que una moneda y subí a la superficie.

—Bien Tailer.

—No has perdido tu toque.

—Tailer es tan guapo.

— ¿Te rompiste un brazo? Así no podrás jugar.

—Para tu desgracia Leo, estoy bien.

***

Pasamos el día recorriendo la playa en motos 4x4 y tomándonos fotos, mientras Leo estaba a la sombra de una palmera jugando de viciado en su Psp.

Nunca cambiará.

***

Al llegar la noche todos estaban ebrios otra vez. Llamé a la cabaña de las chicas. Damar me abrió la puerta.

Al menos ella está más sobria.

— ¿Está Caroline?

—No está...

Y ahí lo tienen, la vida me odia señores.

— ¿Fue al baño?

—Sop.

— ¿Sop?

—Sopa...Tailer hazme sopa.

—Luego, ahora ve a dormir.

—Aw, ¡pero quiero sopa!

—Está bien, ya te traigo sopa.

— ¡Sí!

Caminé desanimado.

No sé cómo pueden quedar en ese estado.