La rosa del criminal

capítulo - 12

Rose abrió los ojos cuando llegó a sus fosas nasales el aroma de un café fuerte que activó su cuerpo. Vio a Michael de pie junto a ella, poniendo la taza de café sobre la mesa. Mirándolo, los labios de Rose se curvaron en una sonrisa, pero no se atrevió a abrir los ojos porque sabía que él le preguntaría sobre la noche anterior.

 

Cuando Michael estuvo a punto de mirar a Rose, ella cerró los ojos fingiendo que seguía con sueño. Permaneció en esa posición durante un rato y luego abrió su ojo derecho para ver lo que él estaba haciendo. Al verlo parado frente a ella con una ceja levantada, cruzando los brazos sobre el pecho, Rose volvió a cerrar el ojo apretando los labios.

 

—Sé que estás despierta —dijo Michael soltando los brazos.

 

Rose abrió los ojos esbozando una sonrisa nerviosa. Se sentó derecha y se quedó perpleja admirando el entorno limpio del caos que se formó en la noche. Michael le entregó una taza de café

 

—¿Limpiaste mi casa?

 

—¿En serio? ¿Crees que yo haría esas cosas? Llamé a algunas personas para que la limpiaran —se burló.

 

Rose asintió con la cabeza dando un sorbo a su café. Michael se sentó a su lado.

 

—¿Te importaría explicar lo de anoche?

 

Rose se mordió el labio inferior cerrando los ojos. Luego miró el reloj y se levantó.

 

—Se hace tarde para mi oficina.

 

Michael la tomó de la mano y la arrastró haciendo que se sentara de nuevo.

 

—¡Michael! Podría haber derramado el café sobre mí, está muy caliente —protestó.

 

Él puso los ojos en blanco.

 

—Pero no lo hiciste, ¿verdad? Ahora dime. ¿Qué pasó?

 

Rose dejó a un lado su taza de café.

 

—Michael, se hace tarde en mi oficina. Podemos… podemos hablar de esto más tarde.

 

—No vas a ninguna parte. Hoy estás de permiso, llama si quieres informar a tus supuestos jefes. No vas a salir de casa. Si lo haces, iré a tu oficina. No quieres que monte una escena, ¿verdad?”ñ

 

—Michael, escúchame.

 

—¿En serio crees que esta vez te escucharé? Y no digas que no asunto mío, porque tengo la maldita necesidad de saberlo.

 

Rose se cubrió la cara con las patas de las manos. No tenía valor para afrontar la verdad.

 

—Si realmente confías en mí, considerándome como tu amigo al menos, me dirás la verdad, Rose. Y si decides no hablar ahora, no insistiré nunca más. 

 

—Eres el único en quien puedo confiar en este momento, Michael. Tengo muchas cosas que decirte y no sé por dónde empezar.

 

—Empieza por el principio —la animó.

 

Rose tomó una bocanada de aire antes de hablar.

 

—Se llama Samuel. El hijo de mi tío. Él es el que amenazó con hacerte daño. ¿Recuerdas el día que te dije que tuvieras cuidado?, lo dije por el.

 

—Esperaba a alguien peligroso, puse el listón muy alto —se rio. —¿Qué más?

 

Rose dejó de hablar y siguió apretando los labios mientras sus manos temblaban. El sudor comenzó a formarse en su frente mientras recordaba los momentos que la atormentaron durante tantos años.

 

Michael se sorprendió al verla temblar y le sujetó las manos.

 

—¿Rose?

 

Rose aparcó sus pensamientos al escuchar su voz. Ella lo miró con los ojos llorosos que lo dejaron aún más desconcertado.

 

—Nunca le dije esto a nadie, Michael. Pero siento que… Debería compartirlo contigo.

 

Michael entrecerró las cejas al escucharla.

 

—Robin y yo empezamos a quedarnos con ellos después de la muerte de mis padres. Solían torturarnos mucho. Aparte de eso, Sam solía hacerme cosas de las que cualquier chica nunca querría hablar —confesó.

 

Con sus palabras, Michael arrugó la frente y sus ojos se encendieron de rabia. Rojos de ira.

 

—Él es casi cinco años mayor que yo. Solía tocarme de forma inapropiada. Al principio, pensé que lo había malinterpretado, pero luego me di cuenta de sus intenciones. Intenté decírselo a mi tío pero no me escuchó. Cada vez que intentaba contarlo, Sam me castigaba duramente. Me castigaba sexualmente, y me aseguró que cuando fuera mayor de edad me haría suya —rompió a llorar.

 

La rabia de Michael aumentó y apretó la mandíbula al ver sus lágrimas. Pensó en ir a ver a Sam y matarlo por las cosas que le hizo a Rose pero sintió que tenía que quedarse con Rose en ese momento.

 

Ojalá lo hubiera tenido ahora delante de él, porque lo habría matado con solo mirarlo.

 

Acarició sus mejillas limpiándole las lágrimas con los pulgares. Luego la acercó a él consolándola.

 

—Estaba demasiado débil para hacer algo en ese momento. Cuando mi tío me echó de su casa, una parte de mí se sintió feliz al pensar que no volvería a ver a Sam. Luego no lo vi durante años porque tuvo que viajar para estudiar —estableció separándose de él. —Pero un año después, se encontró conmigo. Me sorprendió y me asustó verlo. Dijo que sabía de Robin y que me hablaría de él sólo si… —Rose hizo una pausa y luego continuó: —Sólo si me acuesto con él.

 

Michael no pudo controlarse más. Se enderezó y dio una patada furiosa a la mesa. Ella se levantó de la cama y lo observó moviéndose de un lado a otro golpeando con los dedos el costado de sus muslos. Su mandíbula apretada y sus ojos oscuros la hicieron temblar.

 

—¿Michael? —lo quiso calmar.

 

—Continúa —demandó en un tono grave y serio mientras se paseaba de un lado a otro apretando el puño.

 

—Michael… —Rose trató de calmarlo pero su grito la hizo estremecerse de nuevo.

 

—He dicho que continúes.

 

—Él… Entonces nada. Le dije que no bu… pero siguió tratando de convencerme.

 

Michael dejó de moverse y sacudió la cabeza.

 

—Samuel, tienes que pagar mucho por esto —murmuró. —Sabe dónde está Robin, pero no me lo dijiste.




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