Michael y Rose llegaron a un lugar a las afueras de la ciudad. Ya estaba oscuro, cuando llegaron allí. El lugar estaba rodeado de árboles, vegetación por doquier y enormes piedras, a Rose le dio mala espina. No había gente, ni casas, excepto una cabaña de madera que a Rose le pareció que estaba embrujada, estaba arrepentida de haber insistido en acompañarlo.
Michael detuvo su bicicleta cerca de la casa y ambos comenzaron a caminar dentro de la casa. Rose sujetó la manga de la camisa de Michael con fuerza mientras caminaba detrás de él. En cuanto entraron, los guardias saludaron a Michael y sus miradas se posaron en Rose. Ante sus miradas, Rose se escondió detrás de Michael, sujetando su mano con las palmas.
Ignorándolos, Michael continuó caminando hacia adelante y Rose lo siguió en silencio. Vio a muchas personas que llevaban pistolas, cuchillos y que le parecían raras.
—Michael, se ven muy raros —Dijo Rose en voz baja.
—Sí, lo son. No los mires, solo abrázame—. Dijo Michael.
Rose asintió con la cabeza y lo abrazó con un fuerte apretón que hizo que Michael sonriera al ver su cara de cachorro asustado. Ambos llegaron a la habitación de Marcos, donde estaba fumando. Al ver a Rose, se sorprendió y se puso de pie estrechando las cejas.
—¿Rose? —Murmuró.
Michael se sentó en la silla mientras Marcos seguía mirando a Rose con cara de confusión.
—Ella quiere hablar contigo.
Marcos miró a Rose pero ella se mantuvo callada, agachando la cabeza. Entonces vio a Michael por el rabillo del ojo y él asintió con la cabeza como asegurándola.
Ella entonces miró a Marcos, levantando la cabeza y le dedicó una suave sonrisa.
—Gracias por tu ayuda, Marcos. Has hecho mucho por mí y te estoy muy agradecida.
Marcos dejó caer el cigarrillo que tenía en la mano y lo aplastó con el zapato.
—No es necesario. Lo hago por Michael. Eres tan especial para él, que te hace importante para mí también —Sonrió.
Luego se disculpó por la actualidad que tuvo cuando lo conoció. Michael puso los ojos en blanco cuando siguieron hablando entre ellos. Rose le ofreció su mano a Marcos para concluir con un fuerte apretón, lo que motivó a Michael a levantarse del sillón.
—Rose, ¿no sientes que Marcos se parece un poco a Robin? Su nariz afilada, su pelo tupido… ¿no crees?
La sonrisa de Marcos se amplió cuando se dio cuenta de lo que Michael estaba haciendo.
—Eres demasiado posesivo —murmuró.
Ella lo observó confusa, sin lograr encontrar ningún parecido.
—Sí, es como otro hermano para mí.
—Misión cumplida —concluyó Marcos, alzó la mirada para mirarla. —¿Hermano? De acuerdo entonces. Mi querida hermana Rose, como hermano es mi responsabilidad encontrar a tu hermano, Robin. Cuenta con mi apoyo incondicional.
Se sentaron en las sillas a hablar entre ellos. Mientras estaban en sus conversaciones, un guardia entró informando que las personas a las que habían estado esperando, habían llegado.
—Rose, espera aquí. No salgas—. La advirtió Michael. —Si necesitas algo o lo que sea, llámame. ¿De acuerdo?
—De acuerdo—. Dijo ella.
Había empezado a asustarse cuando Michael se alejaba de ella, pero lo disimuló porque no quería estropear su encuentro.
Marcos ordenó a dos hombres que la vigilaran, cerca de la puerta y les dijo estrictamente que no entraran dentro. Luego llegaron a la parte trasera de la casa, donde ya les esperaban algunas personas.
Rosa esperaba pacientemente a Michael. Estar sola en un lugar desconocido, la había asustado. Incluso pensó en llamar a Michael para decirle que quería volver a casa, pero dejó de lado sus pensamientos porque no quería molestarlo.
Cuando Michael, Marcos y todos los demás estaban hablando despreocupadamente, un repentino disparo fallido los alertó. Unos cuantos les emboscaron, disparando contra ellos.
Michael y Marcos se quedaron perplejos ante el repentino ataque de una de las bandas contrarias a la de Marcos.
Consiguieron ponerse a cubierto. Todos siguieron disparando, mientras se escondían detrás de los árboles.
—¡Joder! —Gritó Michael, mientras disparaba a los enemigos.
Cuando un tipo estaba a punto de disparar a Marcos, Michael lo mató metiéndole una bala en la frente. Nunca fue un hombre de matar, pero cuando se trata de Marcos, no le importa matar a nadie.
La pelea se intensificó y empezó a correr hacia la casa para buscar a Rose. Mientras corría, le atacaron, pero Marcos les disparó.
—Mikey, llévate a Rose de aquí. Yo me encargaré de estos bastardos.
Cuando notó la puerta principal de la casa, rota, su corazón comenzó a bombear rápidamente. Los guardias, que se quedaron para vigilar a Rose, estaban muertos. Entró en la habitación y vio a un hombre que se acercaba a Rose mientras ella retrocedía llorando de miedo. Otros dos hombres estaban de pie con armas en sus manos.
Michael corrió hacia los dos hombres y les tiró el escritorio, al percatarse de que no le quedaban balas en su pistola. Empezaron a disparar a Michael, pero éste siguió esquivando las balas. Rose se agachó, tapándose los oídos con las palmas de las manos.
—Michael —lo llamó.
Un hombre cayó al suelo, gruñendo, cuando Michael le retorció las manos. Hizo lo mismo con otro tipo tirándolos contra el suelo, llorando de dolor. El otro tipo se puso detrás de Rose y le puso el cuchillo en la garganta.
—No te acerques. O le cortaré el cuello —amenazó.
Michael lo miró, furioso.
—Suéltala —ordenó.
El hombre sujetó su cuchillo con más fuerza.
—No te acerques —gritó.