Rose estaba en la oficina, haciendo su trabajo mientras hablaba con Melisa. Melisa no paraba de cotorrear sobre Michael, lo que hacía que Rose se sintiera realmente molesta. Rose empezó a odiar que siguiera hablando de él.
—Melisa, creo que tu novio es Peter. No Michael—. Dejó escapar un suspiro.
—Rose, no estoy hablando de Michael.
Estoy hablando de tu relación con Michael—. Melisa puso los ojos en blanco. Luego entrecerrando las cejas—. —Espera, ¿estoy oliendo tus celos?
Rose se burló de su pregunta.
—¿Celos? ¿Por qué? ¿Por qué?—
—Porque una chica que no eres tú está hablando de Michael—. Dijo Melisa moviendo juguetonamente las cejas.
—Melisa, ¿no crees que es demasiado? No estoy celosa solo porque tú estés hablando de él. Además, no siento nada por él.
—¡Oh, lo que tú digas! —Melisa desvió la mirada.
En un minuto, Melisa se dirigió a ella de nuevo.
—Rose, ¿qué sientes por Michael?
—¿Otra vez? —Rose puso cara de irritación.
—Cuéntame—. Dijo Melisa mirándola con ojos llenos de curiosidad.
Rose dejó de hacer su trabajo, y dusó cruzando los brazos sobre el pecho. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa al recordarlo. Melisa notó el cambio de expresión en el rostro su rostro.
—Michael es la mejor persona que he conocido. Deseo que se quede conmigo, toda mi vida.
—Parece un gran compromiso. ¿Él siente lo mismo?
—No lo sé, pero yo también puedo sentir lo mismo por él. Yo… —se encogió de hombros.
—¿Le quieres? —la interrumpió.
Rose cerró la boca con la pregunta de Melisa ya que no sabía que responderle.
El amor, y todas las demás cosas, siempre le parecieron complicadas. En el fondo sabía que se había enamorado de él hace tiempo, pero era demasiado terca para aceptarlo.
—Cuando te hice la misma pregunta unos meses antes, dijiste que no. Pero ahora te callas. Eso dice claramente lo que sientes por él.
—Melisa, no es así. Francamente, no lo sé. No puedo dejar que me rompan el corazón después de… Quiero decir, en caso de que lo ame y él no quiera estar conmigo para siempre. Me abstengo de todas estas cosas. Sé que es raro pero no puedo evitarlo. Para mí, el amor es una relación a largo plazo y todos los que he amado… —tragó saliva y continuó, —me dejaron.
—Puedo entenderte, Rose. Aclaremos las cosas. Si consigues la confianza de que Michael se quedará contigo hasta el final, ¿aceptarás que le quieres?
Los ojos de Rose se abrieron de par en par y se mordió el labio. Sabía que la respuesta sería Sí, pero algo en ella le impedía contestar.
Melisa tomó la mano de Rose.
—Tómate tu tiempo, Rose, pero asegúrate de que no sea demasiado tarde.
Las palabras de Melisa seguían resonando en la cabeza de Rose. Le resultaba imposible concentrarse en sus tareas. Lo que Melisa preguntó era algo simple y sin muchas opciones, o sí o no, pero Rose estaba atrapada entre ambas respuestas.
Por la noche, Rose empezó a caminar hacia su casa. Seguía pensando en la pregunta de Melisa. Nunca había pensado en cosas como el amor, y era su primera vez, lo que la asustaba y al mismo tiempo la excitaba. Con la idea de que Michael la dejara algún día, las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos.
Sin embargo al pensar en la posibilidad de que Michael se quedaría con ella para siempre, a pesar de todo, sus labios se curvaron con una sonrisa. Se sintió feliz al imaginar los escenarios en los que ambos vivian felizmente el uno con el otro. Por primera vez, se preguntó si estaba enamorada.
De camino a su casa, mientras pensaba en Michael, vio a Sasha besando a un chico. Rose agacho la cabeza y comenzo a alejarse pero su caminata se detuvo con la voz de Sasha.
—¡Oh! La perra esta aquí. Que bueno verte de nuevo—. Sasha se paró frente a Rose, la cual se asustó al ver comoa observaba.
Rose intentó pasar junto a ella pero Sasha no la dejaba.
—¿Qué quieres? —inquirió armándose de valor.
—La chica tiene voz, ahora. El entrenamiento de Michael, ¿eh? —Sasha tiró de la melena de Rose con fuerza.
—¡Ay! Déjame —protestó.
El chico, que estaba con Sasha, gritó sin moverse de su sitio.
—Nena, ¿algún problema?
—Ningún problema—. Luego miró a Rose, diciendo. —Mi nuevo novio. Está muy bueno, ¿verdad?
Rose se mantuvo en silencio ante su pregunta.
—Sé que no está tan bueno como Mikey, pero tengo que entretenerme con alguien hasta que Mikey vuelva conmigo, ¿no? Después de todo, él no puede resistirse a una sexy como yo.
La ira se apoderó de Rose con su frase, y sintió ganas de golpearle la cara con todas sus fuerzas.
—Michael no va a volver contigo. Él… él no te quiere—. Ella no entendía de donde había sacado el coraje para contestar, pero en ese momento, sintió que estaba siendo muy valiente.
Sasha comenzó a reírse sarcásticamente con la frase de Rose.
—Pobre Rose. Entonces, ¿a quién quiere? —dejó de reír y lanzó una mirada malévola a Rose, —¿A ti?
Rose desvió la mirada y agachó la cabeza. Sasha puso su dedo debajo de la barbilla de Rose, haciéndola levantar la cabeza.
—Si estás pensando que realmente te quiere, entonces te sugiero que dejes de imaginarlo. Supongo que no os habéis acostado juntos, ¿tengo razón?
Rose cerró los ojos, disgustada por la pregunta de Sasha. Apartó su mano, mirándola, enfadada.
—Sé que eres una chica difícil, Rose, pero también eres una mujer. Caerás en sus brazos tarde o temprano. En cuanto Mikey quede satisfecho, ¿Piensas en serio que se quedará contigo?
Las palabras de Sasha hicieron temblar a Rose. Se apretó la falda mientras se enroscaba los dedos de los pies.