Michael y Rose, estaban en casa de ella, sentados en el sofá. Cada vez que Michael se disponía a irse, Rose lo detenía porque quería saber qué era lo que le tenía tan mal.
—¿Hay algo que quieras compartir conmigo? —Preguntó, mirándolo.
—Sé lo que estás haciendo, Rose —dejó escapar un suspiro.
—Entonces dime, Michael. Hay algo que te preocupa, ¿qué es?
Michael se puso las palmas de las manos en la cara, frotándola. Rose se sentó a su lado y le puso acariciándole el hombro.
—He oído tu conversación con Marcos—.
—¿Te has enterado? —indagó levantando la cabeza.
Ella asintió con la cabeza.
—Michael, no sé si parece una locura o lo que sea, pero debes saber que confío en ti. Tienes un lugar especial en mi corazón. Es sólo que… soy yo quien tiene la culpa—. Ella se quedó callada por un momento mientras él seguía mirándola. —Michael, ¿cuál es tu relación con el señor Stanley Grayson?”
—Rose…
—Cuéntame. Siento que él juega un papel importante en tu vida.
Michael cerró los ojos, recordando los peores momentos que enfrentó en su vida.
—Es mi padre —confesó, dejándola pasmada.
Los ojos de Rose se abrieron de par en par, y se quedó congelada por un momento. Le pareció increíble.
—¿Padre? Pensé que tus padres habían muerto. Tú… dijiste que tu madre…
—Dije que mi madre estaba muerta. Nunca hablé nada de Stanley.
Rose seguía recordando los momentos en que ambos hablaban de sus padres. Probablemente, Michael no lo había mencionado.
—Michael, estoy confundida. Había pensado que eras huérfano… Michael, dime claramente. ¿Qué hay entre tú y tu padre?
Los ojos de Michael empezaron a llenarse de lágrimas, pero endureció sus facciones para ocultar su dolor. En el fondo, se estaba quebrando.
—Stanley nunca se preocupó por su familia. Todo lo que le importaba era su negocio, sus propiedades y toda esa mierda. Yo tenía casi nueve años, cuando le pidió el divorcio a mi madre, solo porque pretendía casarse con otra persona, que pudiera ayudarle en sus negocios. Con el corazón roto, mi madre se divorció de él y me llevó con ella. Para mala suerte de Stanley, esa mujer no se casó con él.
Dejó escapar una pequeña risa aunque su voz comenzó a quebrarse, Rose le tomó la mano con firmeza y controló sus emociones.
—Cuando mi madre me llevó con, él ni siquiera la detuvo. Nunca me vio como su sangre, como su hijo. Mi madre y yo empezamos a vivir en una pequeña casa alquilada, y vi a mi madre luchar por nosotros, todos los días. Ella deseaba ser una gran artista; una gran pintora, pero no lo consiguió. Se casó con Stanley muy joven. Después del matrimonio, Stanley no la apoyó para que cumpliera sus sueños. Incluso después de dejarlo, le resultó difícil centrarse en ello por mi culpa. Lo dejó por mí. Para cuidar de mí. Pero murió a causa de un tumor en el cerebro. La vi luchar por vivir, solo por mí. Nadie estaba allí para ayudarnos, ni siquiera Stanley.
Rose se sintió muy triste al escucharlo. Estaba casi a punto de llorar, pero no quería que Michael se molestara con ella, así que se esforzaba por contener las lágrimas.
—¿Tu padre no vino a buscarte después de la muerte de tu madre? —preguntó.
—Cuando ella murió, no tenía ningún otro sitio al que ir, así que me dirigí a la casa de mi padre, pero él no estaba en la ciudad en ese momento. Le esperé, pero cuando llegó, ni siquiera se acercó a mí, ni siquiera se preocupó por mí, lo que me rompió por completo. Perdí toda mi fe y mi esperanza. Estaba destrozado y me quedé en la calle. Entonces conocí a Marcos y empecé a quedarme con él.
Rose se quedó sorprendida tras escuchar lo que había pasado Michael. Ella no esperaba que él hubiera estado ocultando tanto dolor detrás de su dura personalidad.
Rose apoyó la cabeza en su brazo, pensando en su infancia. Se preguntaba por qué gente como él tenía que enfrentarse a un destino tan malo.
—No sé por qué le pasan cosas malas a la gente tan buena como tú.
Michael dejó escapar una risa con su frase.
—No soy una buena persona, Rose—. Ella lo miró embobada, mientras él se quedó mirándola fijamente por largo rato.
—Soy malo.
—No, no lo eres—. Ella puso los ojos en blanco lo que lo hizo sonreír.
—Rose, sé lo que soy, pero créeme, para el resto del mundo, puedo ser malo pero te prometo que seré bueno para ti —dijo tomándola de las manos.
Las mejillas de Rose se sonrojaron con sus palabras. Se quedó en silencio mientras se sentaba recta.
—Entonces, ¿tu padre nunca viene a verte? Eso es realmente triste y desgarrador.
—Lo hace, cuando necesita algo de mí.
—¿Qué es lo que necesita de ti? —se burló.
—Mis firmas o cualquier cosa relacionada con alguna ley de mierda—.
Rose enarcó las cejas con total confusión. No entendía a qué se refería con eso. ¿Qué significa? —indagó.
—Tenía diecinueve años cuando vino a por mí. Sabes, estaba más que sorprendido cuando vino a verme. En ese momento me quedaba con Marcos. Stanley fingió su amor por mí, pero yo no era un niño al que podía engañar. Me pidió que me fuera con él y me dijo que era su heredero.
—¿Entonces?
—Entonces le grité diciendo que no era mi padre. Le juré que nunca querría su negocio, ni sus negocios, ni nada que venga de él. Me preguntó si mantenía mi palabra y sí, estaba seguro de ello. Hubo algunas propiedades que heredé directamente de mi abuelo, que había muerto antes de que yo naciera. Por ellas, Stanley vino a mí haciéndose el simpático. Cuando le dije que no quería nada, me pidió que firmara en unos malditos documentos que transferían todas las cosas que heredé a nombre de él. Y sí lo hice. Incluso ahora, si encuentra algo que esté a mi nombre o algo para lo que yo le supongo un obstáculo, recurrirá a mí firma para sacarme del medio.