La tonta perfecta

Capítulo 7

—¡No fue así! —protestó Bianca, esquivando otro intento de coscorrón.

Mientras tanto, Augusto, apoyado contra el marco de la puerta con los brazos cruzados, no podía dejar de reírse. Al igual que Carlos.

—Me gusta esta dinámica —comentó divertido—. Siento que voy a disfrutar esta familia.

La madre de Bianca le dirigió una mirada afilada antes de volver a concentrarse en su hija.

—Explícame bien, Bianca, porque esto no tiene sentido.

—Mamá, te juro que esto no fue mi idea. ¡Fue una trampa! ¡Este maldito tramposo me engañó!

Augusto alzó una ceja.

—Yo no lo llamaría trampa… más bien, un intercambio justo.

—¡¿Intercambio justo?! —Bianca lo fulminó con la mirada antes de volverse de nuevo hacia su madre—. ¡Mamá, este hombre me obligó a casarme con él porque arruiné un traje suyo!

La madre de Bianca la miró en completo silencio por varios segundos.

—... ¿Un traje?

—Sí. Un traje supercostoso que ni en cien años podría pagar.

La mujer suspiró y cerró los ojos por un momento, como si estuviera reuniendo paciencia. Luego, sin previo aviso, le dio otro coscorrón a Bianca.

—¡Ay! ¡¿Otra vez?!

—¡¿Cómo que te casaste por un traje?! ¡¿Estás loca, Bianca?!

—¡No fue voluntario! ¡Este tipo me tendió una trampa legal!

Augusto alzó las manos con fingida inocencia.

—Técnicamente, no hice nada ilegal.

—¡Claro que sí! ¡Me hiciste firmar ese estúpido contrato sin decirme que ...! Bueno si me dijo.

La madre de Bianca se frotó las sienes, claramente abrumada.

—A ver… Necesito entender bien esto. ¿Me estás diciendo que este hombre te hizo casarte con él solo porque arruinaste su traje?

—Exactamente —respondió Bianca, cruzándose de brazos con indignación.

La mujer volvió a voltear a ver a Augusto, quien le devolvió la mirada con una sonrisa encantada.

—¿Y tú de verdad te casaste con mi hija solo por un traje?

Augusto sonrió más.

—Digamos que encontré la oportunidad perfecta y la aproveché.

—¡Oportunidad perfecta, mis polainas! —se quejó Bianca—. ¡Eres un desgraciado!

La madre de Bianca dejó escapar un largo suspiro y miró a su hija con seriedad.

—Bianca… dime la verdad. ¿Esto es alguna especie de matrimonio falso por conveniencia o realmente pasó algo más?

—¡Falso, mamá! ¡FALSO!

—No lo sé —intervino Augusto con voz traviesa—. Ya estamos casados, compartiremos casa, pasaremos mucho tiempo juntos… puede que Bianca cambie de opinión.

—¡Voy a cambiar de opinión cuando los cerdos vuelen!

La madre de Bianca se masajeó las sienes otra vez y miró a su hija con fastidio.

—Niña, de verdad, cada día te superas en meterte en líos.

Augusto soltó una carcajada y Bianca le lanzó una mirada de advertencia.

—¡Tú cállate!

—Vamos, esposita. Admítelo, te diviertes con esto.

—¡Voy a divertirme cuando te golpee con un sartén!

La madre de Bianca negó con la cabeza y se dejó caer en el sillón, dándose por vencida.

—Dios mío, dame paciencia…

Augusto se acomodó en el sillón aún lado de ella con una sonrisa confiada, como si ya estuviera en su propia casa.

—Bueno, suegrita —dijo con su tono arrogante—, si le preocupa tanto este matrimonio, puede venir con nosotros.

Bianca, que estaba bebiendo agua para calmar su frustración, casi se ahoga al escuchar eso.

—¡¿Qué?! —tosió, mirando a Augusto como si le hubiera crecido otra cabeza.

—Digo, mi abuela vive sola rodeada de empleados, y le haría bien tener compañía —continuó él, encogiéndose de hombros—. Podría acompañarnos a la mansión y ver por usted misma que trataré bien a su hija.

La madre de Bianca levantó una ceja y luego miró a su hija con una expresión que decía claramente: ¿Y este tipo qué se fumó?

—¿Y quién te dijo que quiero vivir contigo, muchachito?

Augusto soltó una carcajada.

—Es solo una opción. Sé que Bianca se sentiría más tranquila si usted está cerca.

—¡Por supuesto que sí! —interrumpió Bianca, cruzándose de brazos—. No me voy sin mi mamá.

La mujer suspiró, apoyando la barbilla en su mano mientras analizaba la situación.

—Bueno… al menos así podré ver cómo terminan ustedes dos.

Bianca frunció el ceño.

—¿Cómo que “terminamos”? ¡Esto es temporal!

La madre de Bianca la ignoró y miró a Augusto de arriba abajo, como si intentara descifrar qué demonios había en su cabeza.

—Voy a ser honesta contigo, muchachito. Me pareces un idiota completito.

Augusto no pareció ofendido en lo más mínimo. Al contrario, sonrió con diversión.

—Es un honor, señora.

—No lo dije como halago.

—Aun así, lo tomo como tal.

Bianca puso los ojos en blanco y su madre negó con la cabeza, exasperada.

—Está bien, me voy con ustedes —aceptó finalmente—. Pero que quede claro que si intentas alguna estupidez con mi hija, te rompo la cara, CEO o no.

Augusto sonrió ampliamente y extendió la mano.

—Trato hecho.

La mujer lo miró fijamente por unos segundos antes de aceptar el apretón de manos.

—Voy a arrepentirme de esto, ¿verdad?

—Probablemente —respondió Bianca con un suspiro dramático.

Augusto, por otro lado, solo sonrió más, encantado con la idea de que su nueva suegra se mudara con ellos. Así su nueva esposa no lo molestaría y podía seguir con su vida de irresponsable.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.