CAPITULO IX
— ¡Buenos días alcalde! ¿Cómo está? —Saludo el coronel Giménez, entrando de forma súbita a la oficina del alcalde en la alcaldía.
El alcalde que se encontraba hablando por teléfono lo miró de forma atónita, palideciendo, recordando en ese instante el refrán "el que no debe no teme" y a sabiendas que él estaba cometiendo actos de índole criminal, se aferró al auricular del teléfono y simplemente por unos instantes, dejo de respirar.
— ¿Alcalde, se siente bien? ¿Alcalde?... ¿Alcalde? — el coronel preocupado rodeó el escritorio y zamarreo fuertemente a un rígido alcalde quien, poco a poco, volvió en si para escuchar lejanamente al coronel. —Alcalde ¿se encuentra bien? ¿quiere que le traiga agua? ¿quiere que llame a alguien? —preguntaba el coronel mientras le hacía aire con un papel.
—No, no, estoy... estoy bien. —logró decir al final, colgando el teléfono y abriéndose un poco la camisa.
—Me asustó alcalde, pensé que le estaba dando un infarto.
—No, es solo el calor. — respirando fuertemente el alcalde logró estabilizarse. — ¿Qué lo trae por aquí coronel? —dijo ya imaginándose lo peor.
— ¡Ah!, sí alcalde, vine a hablarle de la advertencia que existe de este virus que nos ronda. — dijo aún preocupado el coronel por la palidez de Contreras. El alcalde miró fijo al coronel que se encontraba a su lado y volviéndole el alma al cuerpo, con una media sonrisa de alivio, habló ya totalmente compuesto.
— ¡Sí! ¡sí! ¡es verdad!, ese horrible virus, por supuesto, ¿dónde está?, ¿qué hay que hacer?,... claro, hay tantas cosas en este pueblo que se nos olvidó ese pequeño gran detalle. —el coronel más tranquilo al ver las mejillas que retornaban a su color normal, se sentó frente a Contreras.
—Si alcalde, ese “pequeño gran detalle” es muy peligroso, todavía está lejos de aquí y queremos que se mantenga así, lejos y controlado.
— ¿Pero qué es exactamente ese virus?
—Ese virus. —Enfatizó el coronel de forma preocupante—Ese virus pareciese un castigo alcalde, aún los que lo están investigando no le pueden dar nombre. Según lo que pude entender es...es una especie de infección que impregna homogéneamente todo el cuerpo. En el inicio es interno y luego comienza a salir en forma de ampollas supurantes, no crea ningún dolor, solo se sabe que se contrajo cuando aparece en la pigmentación y cuando eso sucede, la muerte es inminente. Ha acabado con un pueblo en menos de veinticuatro horas, para los niños y ancianos el proceso es más rápido, a los jóvenes y adultos parece que es más lento pero en sí, todo el proceso culmina no mas tardar, como le dije, en veinticuatro horas. — el alcalde oía con la boca abierta y los ojos como platos. —Sí alcalde, — cómicamente prosiguió el coronel al mirar la cara de estupefacto de Contreras — es preocupante.
—Pero eso no es un castigo, eso es el mismísimo infierno ¿Y cómo se contrae?, ¿es contagioso Coronel? ¿cómo se detiene ese infierno? — El alcalde preguntaba desesperándose.
—Primero que nada, no hay que alarmar a la población, usted bien sabe que un pánico colectivo es difícil de tratar. Segundo, están sospechando que puedo haber sido el agua de algún poblado que de alguna forma misteriosa se contaminó. Por lo tanto, el tema del contagio aún está por descubrirse, si se confirma las sospechas de que fue por el agua y que los difuntos pobladores bebieron al unísono, más por motivos del calor, pues nos sacaríamos un gran peso de encima por que se tomaría como un hecho aislado que sucedió en cierto lugar en particular, ahora, si es por contacto y en el peor de los caso por aire, que ya se está disipando esa sospecha causa del tiempo sin contagio en otras localidades pues... la situación se volvería caótica. Así que, por el momento hay que esperar unos días más a ver qué conclusión saca los investigadores y por supuesto, en todo momento le mantendría informado.
— ¿Y qué hacemos mientras tanto, no tomamos agua?
—Alcalde, si las aguas de aquí estuvieran contaminadas, hace rato estarían muerto. Por ahora quédese tranquilo y espere mi llamada. Y sobre todo, estese atento a cualquier síntoma que pueda tener algún miembro de esta comunidad. Ponga en sobre aviso al hospitalillo y veamos cómo se desarrolla todo ¿está claro alcalde? — el coronel miró el asentimiento del alcalde de cara turbada — Y otra cosa Contreras le aconsejó como amigo, baje de peso hombre, usted ya no es un niño, en cualquier momento el corazón suyo explota, camine, coma saludable, deje la sal, si sigue así va a morir Contreras hágame caso, cuídese. — y saludando militarmente y sin esperar respuesta el coronel se marchó de la oficina.
Contreras se quedó en su escritorio pensando que lo menos que le preocupaba en esos momentos era su peso y más a punto de almorzar un lechoncito con papas.
Estuvo muy cerca la visita del coronel, lo sorprendió demasiado a punto casi de delatarse el mismo. El asunto de los "estuches" ya estaba encaminado, le costó mucho decidirse, le resonaban las palabras de sacerdote en todo momento mientras lo hacía, tal vez era designio del eterno, tal vez el era ciertamente un ángel encargado de salvar a seres humanos elegidos por dios, pero ahora, después de atravesar por el susto de su vida cuando vio al coronel en su oficina se preguntaba si esto realmente era, lo que dios le estaba pidiendo.
Al mismo tiempo que se efectuaba la conversación del coronel Giménez y el alcalde, a muy larga distancia de la localidad, se encontraban en un pueblo ya devastado por un virus verdaderamente sin precedentes, un tumulto de soldados, sargentos, coroneles, investigadores; aglomerados por todo el pueblo.Trajeados la gran mayoría militarmente, otros con trajes que se podían igualar con vestimentas espaciales, guantes, máscaras, personal fumigando, otros sacando muestras, otros colocando cuerpos descompuestos en mantas para posteriormente arrollarlos tal como si fueran gusanos y tirarlos a una pila de cuerpos ardiendo en grandes llamaradas. Moscas en marejadas de un lado a otro, la pestilencia a descomposición y a cuerpos calcinados le daban el toque final, al panorama mefistofélico de ese lugar.