La Última Luna

Capítulo 3: Búscame.

El fiscal Diego Saldívar paralizó su instante de paz, observó la pantalla de su teléfono y el silencio que caía como una lápida al terreno árido, se detuvo. El fiscal Diego Saldívar contestó la llamada de su colega. La mujer explicó el motivo de su insistente solicitud. Recibió información confidencial por parte de un agente de la policía sobre la visita del joven hijo del ministro Sanabria hacia a la estación de policía, con la finalidad de dar su declaratoria y presentar pruebas sobre el caso en estudio. La joven concluyó, explicando que el forense recibiría al muchacho y que esta sería una gran oportunidad para que el fiscal Saldívar contactara de forma presencial con la víctima. El fiscal Diego Saldívar subió a su auto y condujo hasta la estación. El recorrido silencioso le hizo rememorar acontecimientos del pasado. Tres años atrás en el tiempo, viajó con su padre por la carretera que ahora recorría. Su progenitor fue un prolijo narrador. Aquel día expresaba una leyenda detallada sobre los viajes que arrumbó en su época de soldado. Anterior al régimen republicano, la dictadura ejercida por José Espósito priorizaba en la nación. En un destacamento en la capital del este en el año 92, el padre del fiscal participó en el operativo denominado "Sol del Este" y consiguieron sublevar a los opositores, motivo por el cual obtuvo una medalla apreciativa y un puesto gerencial en las fuerzas armadas. En el año 97 luego de la guerra civil contra el terrorismo, el régimen militar fue abdicado y el actual presidente Arango Del Carmen fue escogido como el gobernador soberano del nuevo estado republicano. El fiscal Diego Saldívar, extrañaba esos diálogos solemnes con su padre, necesitaba de su presencia.

El victimario esperaba en la recepción. El estudiante de medicina se palpó el rostro agotado y pensó en si su padre tuvo altercados. Su estado meditativo fue abruptamente interrumpido por el forense, quien solicitó al joven Sanabria verificar a los exánimes y otorgar su firma para que el estudio pueda ser encadenado a la jurisprudencia máxima de la fiscalía. Kai Sanabria se introdujo en el gélido terreno de los inertes. El doctor Jaime Torres, mascaba una goma de forma grotesca, parecía una clara referencia a una vaca de campo. El hombre de gafas y cabello grasiento le indicó al joven que tomara asiento, mientras buscaba la solicitud del deceso. El documento reposaba sobre una mesa plateada llena de caramelos y cigarrillos. El forense procedió a sacar un bolígrafo y le explicó al muchacho lo que debía de escribir. Tiempo después, ingresó el fiscal Diego Saldívar.

— Tardaste demasiado, fiscal Saldívar — expresó el forense.

— Estaba en la mansión Sanabria, gracias a Lucía supe que te delegaron el cuerpo— observó al muchacho que llenaba el documento— ¿Tú, debes ser Kai Sanabria? — preguntó mientras se aflojaba la corbata.

— Sí, y usted ¿Es el fiscal a cargo del caso de mi padre?

— Correcto, me indicaron que testificaste a la policía, ¿Podrías redactar tu declaratoria? Es importante para el caso.

— El agente que testificó mi declaratoria se apellidaba Escobar Benavides. Traté de ser claro y le expliqué sobre la extraña caja que dejaron esta mañana en mi departamento y la posterior amenaza de muerte que recibí.

— ¿Pudiste observar al mensajero que llevó el paquete a tu hogar?

— Fue mi novia la que abrió la puerta y recibió el paquete, quizá ella recuerde el rostro de la persona que entregó la caja.

— ¿Dónde está tu pareja?

— La dejé en su facultad, hoy tenía una reunión importante en el directorio de su escuela.

— Debo conversar con ella y luego verificar los videos de seguridad del departamento. Harás lo siguiente, la recogerás e irás a la fiscalía. Luego presentarás mis datos y señalarás que es una solicitud de índole privado, por lo que solicitarás la presencia de la fiscal Lucía Cárdenas Zavaleta. Ella te formulará unas preguntas y luego yo registraré tu declaratoria personal.

—  No quiero molestar, pero es momento de que observen los cuerpos.

El doctor sacó del congelador a los cuerpos y destapó con cuidado las sábanas. Ambos mostraban un estado carbonizado, prácticamente irreconocibles.Se exhibían detalles precisos como las protuberancias que resaltaban en zonas específicas: En el maxilar del varón, la clavícula del mismo y en el vientre de la mujer.

— Puede notarlo fiscal — el forense se colocó sus gafas— ve este relieve en el cráneo— señaló con su índice— este hueco es de bala, una de nueve milímetros para ser exactos y no solo fue un disparo, en la clavícula hay otro orificio similar. Esta figura de semicírculo hundido se produce al extirpar la bala; el asesino sacó los proyectiles de forma manual, originando estas protuberancias. Mire a la mujer. En su garganta se registra un relieve lateral segmentado, producto de un corte con una navaja de puntilla, directo a la yugular. Este asesino es extraño fiscal, parece que quiere llamar la atención ¿Por qué quemar los cuerpos y quitarle los proyectiles? Si es consciente que el forense lo descubriría. Creo que esto tiene indicios más que personales.

El fiscal Diego Saldívar sintió un frio profundo, palideciendo en su estado interno.

— Jamás vi unos cuerpos ser tan brutalmente ultrajados ¿Encontró algún residuo de químico inflamable que pudo ser utilizado en la carbonización?

— Espere un momento—el forense recogió otro documento que tenía manchas de chocolate en la zona inferior— acetileno, propano y gasolina de 95 octanos, sabe lo curioso señor fiscal. La única gasolinera que aún brinda este tipo de combustible es la estación Berkley que se ubica en la entrada cerca al santuario nacional.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.