La Última Luna

La mañana del cinco de agosto, la nación republicana despertó con el cruel asesinato del ministro de salud y su familia. El siniestro propagado en la mansión no dejó rastro alguno de aquel sujeto que viajaba por las sombras. Años después de ser testigo del abandono y la muerte de sus padres adoptivos, el asesino cumplió con su venganza, sin embargo, aún quedaba alguien, una persona que debía asesinar; el hijo que ocupó su lugar legítimo.