11 DE AGOSTO
13 DE AGOSTO
Lunes muy temprano en la capital, la luz del sol se presentó en toda San Martín. El fiscal adjunto se duchó temprano y preparó una taza de café, además de unas tostadas untadas con mermelada de higo, su favorita. Se ubicó en la mesa de cedro y encendió su ordenador, esperó un momento. Es así como, accedió a su correo. Atisbó los mensajes recientes, ya contaba con la identificación del retrato descrito por Delia Ísmodes, igualmente, obtuvo la lista de objetos conseguidas en la bitácora de la mansión Saldívar, ejecutadas por el equipo especializado en registros y evidencias. Verificó los más resaltantes y observó el análisis del combustible. El hallado se trataba de un octanaje de 84, extraño para el momento. Debido a la derogación de la ley nacional de combustibles, la distribución del producto, pasó a ser de un estándar de 91 a 96 teniendo las reglas concretas y los precios establecidos, siendo la única capital adversa al decreto, la ciudad de Tocha, quien, debido a su ubicación en el relieve amazónico, se veía expuesta a tener esos galones de emergencia en caso de una contingencia industrial. El fiscal recordó a una persona en específico. El nombre de Adelfio Gutiérrez, resurgió en sus pensamientos. El negociante que fue absuelto en el caso de soborno petrolero, y quien procedió a tener como refugio principal, su estación de servicio justo en la ciudad descrita. Como rotulan las leyes jurídicas, donde está un criminal es muy probable que aparezcan más. El fiscal endulzaba su mente recordando su encuentro insospechado con Diana, su corazón volvió a latir con frenesí. Los tiempos cambiaron, ambos con tendencias desarrolladas, tal vez ya no podían conectar como antes, aun así, el fiscal deseaba conversar con ella y expresarle sus emociones, a pesar de ello, no buscaba ser inherente y era consciente de sus obligaciones. El fiscal observó el retrato descrito por Delia, un rostro muy hermoso. Avizorando su pizarra y señalando conexiones, el fiscal describió sus ideas; el asesino, vinculado a la operación del 95; su nexo, la mujer que entregó el paquete, ¿Habría más aliados? Quizá el tipo que le propició el golpe en la casa de la joven sería el asesino, carraspeó, o alguien más ¿Quién puede estar detrás de esto? Titubeó con su marcador, analizó los nombres de los rebeldes capturados en el 95: David Cahuarca Sanguinetti, Edmundo Santos Padilla y Omar Pacori Vivanco; ninguno estaba con vida, porque fueron sentenciados a la pena de muerte, ¿Existían lazos?, posiblemente esposas o hijos. El fiscal llamó a su asistente Lucía Cárdenas y le explicó parte de lo acontecido, demandando como tarea principal, indagar entre la historia de estos tipos y buscar conexiones referenciales, sobre si existían familiares vivos o alguna descendencia. Su siguiente llamada fue para el capitán Antúnez, solicitando el refuerzo de sus patrullas para una verificación legal en la ciudad de Tocha, la única estación que conectaba a la capital con el octanaje de 84, se encontraba allí.
El fiscal analizó sus correos ocultos y observó como varios medios de prensa le escribieron para obtener una respuesta oficial hacia las noticias publicadas. El nombre de la editorial Mercurio le trajo recuerdos. El editor en jefe de esta editorial narrativa, Enrique Corzo Ortega, un amigo cercano al ministro de Salud, David Sanabria y también un aliado contiguo al fiscal en sus primeros casos. En consecuencia, el fiscal decidió responder al mensaje con un veredicto positivo. Para sorpresa del magistrado, la réplica fue inmediata, solicitando como punto de encuentro la cafetería Calixto, que se ubicaba en la avenida posterior a la escuela de artes. El fiscal aceptó la acometida, teniendo como finalidad, enunciar sus ideas y calmar de esta manera la avalancha de expresiones erróneas que se publicaban como titulares verídicos al pueblo. De por sí, luego de estos asesinatos, la ciudad vivía un caos y los medios de prensa lucrativos y amarillos, llenaban de infundios a la población con sus notas compulsivas. Señalando los siguientes hechos resaltantes: Se había pospuesto las elecciones. El presidente decretó la noticia a través de una trasmisión televisiva, divulgada en el canal del gobierno, de este modo, se evitó el riesgo de un ataque. Pese a ello, la oposición reclamó ante el jurado nacional de elecciones, revocando la idea de extensión como un decreto supremo. El líder del partido socialista, Jerónimo Chávez, expuso ante los medios que, ante la repentina pérdida de su homólogo competidor, el presidente Fernando García, debía delegar a su premier y coadyuvar así con el proceso democrático, ya que, de no ser el caso, se estaría aplicando un plebiscito dictador, aboliendo los reglamentos de la constitución escrita en el año 88. Sus palabras expresaban un sentido democrático, sin embargo, en su boca, eran espumarajos que obviamente desataron una ola de críticas por no ser apacible con la situación actual.
El fiscal, alcanzó la cafetería, esta vez portaba unas gafas oscuras y una camisa azul. Observó al editor en jefe, sentado en la mesa blanca de madera cercana al piano que adornaba el recinto. El miembro de prensa hizo una seña, por lo que, el fiscal se asomó para desarrollar la plática.
— Buenos días, fiscal Saldívar, es un gusto verlo.
— Pasaron muchos años desde la última vez, Enrique. Igualmente es un gusto.
— Es lamentable tener que extender el dialogo en estas circunstancias, pero es necesario aclarar las pruebas y veredictos que podemos tener.
— ¿Qué podemos tener? Tienes algo que me pueda interesar.
— Depende de lo que tú puedas decirme.
— Seré directo; el estado de emergencia es una realidad, los asesinatos de Sanabria y Asprilla están conectados a la masacre del 95 y no solo es aquello, ayer el asesino liquidó a una joven que, a lo mejor, llevaba consigo un hallazgo importante para dar con su paradero.
— O…simplemente estuvo en el lugar equivocado.
— También…. hay muchos factores que no encajan. Mire esto— el fiscal le enseñó la foto de los cuerpos calcinados y del menor— El asesino, primero los mató a balazos y luego los quemó. ¿Observa al niño?, a él no le hizo nada, solo dejó esa nota escrita, una señal de búsqueda, la misma conjetura que utilizó en el asesinato de Asprilla ¿Cuál es el sentido de esto? debe de tener un mensaje.
— Es una hipótesis— el editor sacó de su portafolio una vieja fotografía— observe fiscal este es Sanabria y en sus brazos se encuentra su primer hijo.
— ¿Qué es lo extraño de esta toma?
— Verifique la fecha, 5 de agosto de 1985 ¿Capta la idea? — atinó el editor con ojos de sorpresa.
— Hace 25 años, pero la identificación de Rodrigo Sanabria, indica que nació en 1988.
— Exacto, yo estuve presente en el nacimiento de este niño; siendo realistas, los datos no concuerdan y da la particularidad que desde 1985 hasta 1991, Sanabria viajó junto a su familia al sur de Brasil como miembro de la OMS, quedando esta nota fotográfica como una incógnita.
— ¿Quiere crear una teoría que indique que este niño, fue despojado y quizá esté con vida?, esto qué tendría que ver con el caso.
— No es descabellado pensar en una conexión, después de todo, se podría tratar del secreto más grande que David jamás quiso comentar. Fiscal, yo cuento con los medios para indagar en las raíces del tema y tú con la potestad jurídica para trasgredir las barreras a las que no pueda acceder con el fin de hallar la verdad. Es un beneficio mutuo, usted obtiene una prueba y yo una fuente periodística única. Este tipo podría ser el asesino que usted busca.
— Desafiar el tiempo y buscar en los remotos insondables, con el fin de descubrir lo que esconde Sanabria, podría llevarme al asesino. Enrique, ve en silencio y encuentra: datos, referencias, fechas, personas, cualquier cosa que esté vinculado a este niño; yo haré lo mismo, utilizando medidas oficiales. Envíame lo que tengas y yo te mantendré informado sobre las pesquisas estatales.
La tarde pasó de forma natural. El fiscal almorzó y estudió sus documentos, pensó en la solicitud de Enrique Corzo ¿Fue lo correcto haber aceptado? Cavilaba en la foto que sustentaba, ¿Qué significaba este bebé? y ¿Por qué Sanabria ocultó la existencia de su progenitor? Especuló en preguntarle a Rodrigo, aun cuando, era factible pensar que el hijo del fallecido ministro, no supiese de este hallazgo. Ya en la noche, el fiscal abrió una lata de soda y se cuestionó si debía llamar a Diana. Ambicionaba saber cómo estaba, esa duda no lo dejaba tranquilo. Observó la pantalla de su celular repetidas veces, hasta que poco a poco el sueño se apoderó de él.
La mañana del martes, el fiscal, despertó en su horario regular, desayunó lo rutinario y se dispuso a ejercer sus labores. Se dirigió a la fiscalía y obtuvo el permiso necesario para interceptar la estación de servicio en la ciudad de Tocha. Así que en coordinación con las patrullas de la estación de San Martín y con la debida autorización del capitán Antúnez, lideró la operación de registro. El viaje fue extenso, un viaje de aproximadamente 3 horas en automóvil. A las 11 y 23 de la mañana, el fiscal y su comitiva aparecieron de forma repentina en la estación. Justo al verse disponibles y con el bullicio de los patrulleros, un muchacho de piel morena corrió hacia el interior, intentando dar una mímica de advertencia, siendo rápidamente interceptado, él y los demás trabajadores por el gremio policial. El fiscal Saldívar, ingresó junto a una comitiva reducida y obstruyeron a Adelfio Gutiérrez, quien nervioso sujetaba un portafolio.
— Dieguito, de qué se trata todo esto, cómo puedes irrumpir en mi negocio sin siquiera notificarlo.
— Escúchame mierda— el fiscal lo sujetó del cuello y le enseñó la orden de registro— no quiero patrañas y menos tus excusas, ¿Quién carajos te compró el combustible de 84 octanos?
— No...No... sé de lo que habla Dieguito, usted sabe que mi trabajo es legal.
— No se haga el huevón conmigo, Adelfio, sé que este puesto está resguardado por tus vínculos con el alcalde de esta ciudad, pero hoy no te vas a librar, ya que te acabo de atrapar en representación de la fiscalía nacional del estado, así que hablas o este negocio desaparece.
— No seas así Dieguito, no se juegue con mi trabajo, está bien te diré……. no me perjudiques y deja en paz este lugar, te lo pido, de esto vive mi familia y los muchachos que trabajan aquí.
— ¿Quién fue? ¡DIME!
— Fue una mujer de tez clara y ojos café, ahí están los videos, solo pagó y se fue, ese combustible ya nadie lo usa por acá, aunque quedan sus galones y lo vendemos baratito. Ya sabe fiscal, uno tiene que ganarse los billetes.
— ¿Sabes para qué fue usado tu combustible? — interrogó furioso y jaloneó de la camisa, esta vez grotescamente — mataron a una familia, por tus sagrados billetes. Voy a llegar dónde el culpable y ruega no estar involucrado, porque de lo contrario, te pudrirás en la cárcel como un cómplice involuntario. Ahora llévenselo a la comisaría para que dé su descargo oficial.
El fiscal solicitó al encargado de seguridad, los documentos audiovisuales que obtuvieron las cámaras de videovigilancia y es así como, logró captar a la mujer que compró el combustible de 84 octanos. El fiscal ensimismado pudo constatar el rostro completo de esa dama y sintió algarabía, disfrutaba por fin una prueba concreta. La cacería estaba progresando a su favor. Su teléfono vibró nuevamente, su día no asumía descanso.
Editado: 28.03.2025