La única excepción

Capítulo 3

Otro día en la academia.

Suspiro mientras giro sobre mi pie, tratando de dar una vuelta perfecta.

―Vamos Abby, lo puedes hacer mejor ―me dice la maestra, mientras ayuda a otra chica con la posición de sus pies―. Déjate llevar por la música, sigue tus pies, no pienses en que te puedes equivocar, solo hazlo.

Asiento y vuelvo a la posición inicial, luego con los movimientos delicados de mis manos y brazos, para después levantarme sobre la punta de las zapatillas y girar con rapidez.

Con las primeras semanas, ya se me puede notar el estrés con los proyectos, y ni que decir cuando esté en semana de exámenes.

―Abby, tu expresión facial ―me reprocha la maestra de ballet. Vuelvo asentir y cuando miro el reloj de pared, la clase ha terminado.

Vaya, ya me sentía agotada.

Camino hacia mi bolso para sacar una botella de agua, y luego beber de ella.

Sintiendo como el líquido baja por mi garganta, unas compañeras se despiden con la mano, imito su gesto y las observo salir.

―Abby ―la maestra llega a mi lado, con el ceño levemente fruncido―, no deberías preocuparte tanto por tus estudios.

Otra vez con esa.

―Señorita Meyer ―digo con tranquilidad―, usted sabe qué tan importante es mi estudio. No debería decir eso.

Niega con la cabeza antes de hablar.

―Te he dicho que me llames Elena y no por mi apellido, también que no me trates de usted ―dice frunciendo los labios―. Es solo que pienso... Que no es sano para ti, nunca he conocido una chica que se preocupe tanto por su estudio...

―Es mi futuro ―digo firmemente―, además, no veo de qué otra forma podría ayudarle a mis padres que obteniendo buenas notas y se sientan orgullosos de mí, es una gran satisfacción y me gusta ―digo con tono solemne.

―Lo sé ―sonríe―, y ojalá todos los chicos pensaran como tú. Pero aún así, opino que deberías salir con tus amigos y divertirte un poco.

Niego con la cabeza, preparada para replicar, pero soy interrumpida.

―No me digas nada ―dice sacudiendo su mano frente a mi cara―. Sólo toma esto como un consejo de amiga ―posa su mano sobre mi hombro y asiento.

―Lo tomaré en cuenta ―aseguro, tomando mi bolso y caminando hacia la salida―. Te veré la siguiente clase.

Salgo por las puertas y me dirijo a los vestidores.

En parte tiene razón, debería salir... ¡No! ¿Qué estoy diciendo? No puedo perder tiempo, tengo muchas tareas qué hacer.

Sé que no se ha tragado ese "lo tomaré en cuenta". Elena me conoce muy bien, desde que tenía tres años y comencé en la academia, fue mi maestra, más que eso es una amiga y hermana, una buena persona, pero cuando se trata de estudios... Nadie me hace cambiar de parecer, ni siquiera mis padres, o Channing Tatum, uno de mis sexys y queridos actores favoritos.

Cuando me termino de cambiar, salgo de la academia, para luego caminar al auto que conduce Brian.

―Hola, peque ―saluda mientras subo al vehículo.

Miro a través de la ventana las instalaciones, mientras nos alejamos. Sus grandes paredes de color rojo y hechas de ladrillos, las puertas principales de vidrio, las largas escaleras de cemento y los dos jardines que se encuentran enfrente. Nunca había notado que el lugar se veía enorme, tal vez la costumbre.

―¿Cómo te ha ido en la universidad? ―sonrío―. Apuesto a que has sacado puros diez.

Me mira mal, pero luego vuelve a fijar su mirada al frente.

Brian es de esos que no entienden los sarcasmos o simplemente no saben como contestarlos. No como ese insolente niño... ¿Cómo se llamaba? Ah, qué importa. Todavía tengo grabada nuestra última conversación, cuando me preguntó el nombre.

Queti ―respondí, con la mirada fija al frente.

¿Queti? ―preguntó él, con su ceño fruncido.

―Qué te importa ―dije más despacio y con una sonrisa extendida en el rostro.

Antes de que pudiera abrir la boca, apresuré el paso, dejándolo atrás.

Sonrío y Brian me mira raro, por lo que vuelvo a como estaba antes: seria y pensativa.

¿Pero cómo no hacerlo? Si el muy condenado sabe muy bien como responder mis comentarios tan groseros.

Es una pena que sea tan idiota. ¿Pero qué digo?

Me reprendo a mí misma al tiempo que llegamos a casa.

Una vez en el garaje, ambos bajamos y nos adentramos en casa.

―Mamá aún no llega ―anuncia Brian dejando las llaves en la mesita que se encuentra en el hall.

Me dejo caer de golpe en el sofá y enciendo la televisión, me imita y sube los pies sobre la mesa que se encuentra en medio de la sala.

Lo miro mal porque sé que a mamá no le gusta, pero él me ignora.

Mi estómago ruge queriendo comida y me levanto, dejando el control remoto a un lado. Está a punto de comenzar uno de mis shows favoritos: The big bang theory.

A grandes zancadas llego a la cocina, buscando algo qué comer en la nevera. Lasagna. Es entonces que escucho la canción con la que empieza el programa y luego cambia drásticamente a disparos y gritos.

‹‹Brian››

Cierro de golpe la nevera y me dirijo a la sala, cruzo los brazos en el umbral y entrecierro los ojos en su dirección.



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Editado: 16.06.2018

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