La única excepción

Capítulo 7

Ari no dijo nada cuando me senté a su lado, seguro debió percatarse de la cara de pocos amigos que llevaba, y es que, el día anterior, ese chico arrogante ―más específicamente el amigo de Jacob―, no me dejaba de enviar mensajes.

Debo aclarar que no respondí el primero, porque me envió otro, y como tampoco lo hice, me escribió de nuevo, y así sucesivamente.

Yo ya habría perdido la paciencia si una de las chicas no me hubiese respondido, pero él parecía tener una infinita.

Al bajar del autobús, Ari y yo nos quedamos en silencio, esperando a las demás. Ella ha decidido no preguntarme, por lo tanto, sabe que cuando lleguen las demás, arderá Troya.

Ayer tuve mucho tiempo para pensar quién había sido el o la culpable de esto. Primero pensé en los que conocía del equipo, que son los más allegados a él, Jacob no tiene mi número, Ihan tampoco, aunque Connor sí, pero él sabe que no me agrada mucho, así que no lo haría.

Descartados.

Pensé en mis compañeros de clase, pero muy pocos lo tienen y la mayoría no le hablan.

Descartados.

Como última opción: las chicas.

Empezando por Madi, que no le cruza la palabra, además, ella siempre pasa charlando y alogiando sobre Chase. No, ella no.
Por otro lado, la rizada, que si sé bien, gusta de Nick y ese chico podría haberlo enviado para pedir mi número, ya que Sam me conoce, pero, la rizada no lo haría, porque me conoce demasiado y sabe que yo no se lo daría a cualquiera, imposible, ella no es. También Ari, que en todo caso me preguntaría si le quiero dar o no mi número telefónico.

Y luego estaba Katty, y da la casualidad que está tan enamorada de Jacob que no dudaría en dárselo. Estoy segura. Es ella.

Sus cabelleras se distinguen a lo lejos y ambas llevan una sonrisa en el rostro, pero, la castaña al verme, toda esa alegría que destella desaparece al instante.

Creo que ya lo sabe.

Se acerca con cautela, mirándome perspicaz.

―¿Sucede algo? ―pregunta, antes de saludarme.

―Sucede, que mi mejor amiga le ha dado mi número telefónico a un chico cuando ha tenido un momento de desliz hablando con él, para luego, claro, pasárselo a su amigo. ¡Y ni siquiera me agrada!

―¿De qué hablan? ―pregunta Madi, pero ninguna le contesta.

―Pensé que no te enfadarías ―frunce el ceño levemente―. Además, no cae tan mal.

―Ni siquiera me sé su nombre ―replico―, y tampoco me habías dicho que hablaste con Jacob ―le reprocho.

Me mira sorprendida y sonrío triunfante. Por otro lado, las chicas levantan ambas cejas, exigiendo respuestas.

―¿Pensaste que no lo sabía? ―levanto una ceja con diversión―. Te conozco más de lo que crees, amiga ―le guiño un ojo y empezamos a caminar hacia el instituto.

―¡Hey, chicas! ¡Se olvidan de mí! ―giramos sobre nuestros talones para ver a una Sam corriendo en nuestra dirección.

Con todo el asunto de mi número, no la habíamos esperado.

Cuando la tenemos enfrente, apoya sus manos en las rodillas y toma un poco de aire, tratando de regular su respiración.

―Vamos, Sam. Apresúrate, o llegaremos tarde.

La rizada nos sigue enseguida y Katty y yo seguimos con nuestra discusión.

―Quieres decir... ¿Qué Katty le dio tu número a Jacob para que se lo diera a su amigo? ―pregunta Ari y asiento―.
Vaya, eso se llama tener suerte ―la miro mal―. ¿Qué? No cualquier chico guapo pide tu número.

―Pero me lo pudo pedir a mí ―vuelvo a replicar, mientras avanzamos a nuestros casilleros.

―Pero no se lo hubieras dado ―señala Katty, y nos detenemos para tomar algunos cuadernos.

Una sonrisa se amplía en mi rostro.

―Exacto.

―¿Me perdí de algo? ―pregunta Sam, bastante perdida en la conversación.

―Yo te lo contaré todo ―Ari toma del brazo a la rizada y se la lleva, mientras le va explicando nuestra mini discusión.

Cierro mi casillero y suspiro mientras me dirijo a clases, con Katty pisándome los talones. Antes de llegar a Literatura, me volteo y la miro, con la cabeza gacha cual cachorro fue reprendido por hacer un daño.

―Ya deja esa cara de ‹‹nadie me quiere›› ―levanta la cabeza y la miro seria―. No me he enojado contigo, solo me siento traicionada ―me llevo una mano al pecho dramáticamente y haciéndola reír―. Ahora ya no soy la persona más importante en tu vida, mi puesto ya caducó y me reemplazó un niño bonito que pide a gritos ‹‹¡Katty, besame!›› 

―¡Ya cállate! ―exclama golpeándome amistosamente en el hombro.

―No me toques ―me sacudo el brazo―. No quiero que se me contagie lo puñal ―me cruzo de brazos―. Ahora tengo el puesto número dos en tu lista de personas importantes y queridas ―hago un mohín y ella ríe, acercándose.

―Sabes que pase lo que pase, siempre serás mi persona favorita, y nada ni nadie lo va a cambiar ―aclara, enrollando su brazo con el mío.

―Lo sé ―la miro sonriente―, pero también sé que ahora mismo has puesto los ojos en alguien más que no es Ralph.



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Editado: 16.06.2018

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