Las palomas salen volando y escucho el ligero aleteo de sus alas cuando paso corriendo cerca de ellas. El cielo gris me indica que más tarde va a llover y el frío viento hace que agradezca haber traído un suéter.
Dos meses habían pasado desde que Chase salía con Madi y uno desde que empezaron a salir oficialmente como novios.
Solo espero que todo vaya bien y el rubio no lo arruine, de lo contrario, le gastaría una broma pesada. Repito, muy pesada.
Subo los escalones de la academia corriendo, abro la puerta de golpe chocando con unas cuantas personas.
―¡Lo siento! ―me disculpo sin mirar a nadie en concreto y me dirijo al salón de ballet.
Hoy le dije a Brian que no era necesario que me llevara, puesto que quería venir caminando, claro, que por el camino me distraje con una ardilla que estaba subiendo a un árbol, luego vino un perro que parecía quería atacarme, corrí y pisé un charco, a fin de cuentas, el can solo iba por la pinche ardilla.
Suficiente distracción para que llegara tarde.
Abro la puerta y observo a mis compañeras en la barra, ni siquiera están estirando, lo que me indica que he llegado más tarde de lo que pensaba.
―Llegas tarde ―me reprende la maestra.
―Lo siento, señorita Meyer.
La cara de Elena lo dice todo cuando la llamo por su apellido y evito reírme a carcajadas.
Camino a los vestidores para cambiarme y poco a poco mi respiración vuelve a la normalidad, ya que me encontraba agitada.
Ya lista, salgo del cubículo y me dirijo al salón.
Comienzo a estirar y luego de unos minutos me preparo para empezar la clase.
Hace un par de días que los chicos y yo nos pusimos de acuerdo para salir hoy por la noche, Connor dijo que estuviéramos listas a las seis de la tarde, Madi pasaría por nosotras, como siempre, a pesar de que el moreno no nos dijo con exactitud dónde cenaríamos.
Mientras la maestra se dedica a dar un par de instrucciones, aprovecho para mirar por la ventana y distraerme un rato, suspiro ya viendo al fin un fino rayo de luz entrar por ella.
El tiempo avanza rápido y pronto estos dos años se irán volando, ya me veo en la universidad haciendo grandes tareas y prestando atención a todo lo que dicen los profesores.
―...y las audiciones serán la próxima semana que viene.
Mis pensamientos se ven interrumpidos por la voz de Elena y giro rápidamente la cabeza.
¿Qué?
―¿Qué acaba de decir? ―le pregunto a una compañera que está a mi lado.
―Que la semana entrante habrá una audición para El lago de los cisnes ―susurra casi chillando de la emoción.
¿El lago de los cisnes? Oh por Dios, toda mi vida he soñado con bailar en esa obra tan importante y he crecido llena de admiración por sus bailarines principales. ¡Definitivamente tengo que audicionar!
Cuando la clase termina, espero a que el salón se vacíe por completo para hablar con la maestra.
―¿Elena? ―llamo su atención al ver que no se ha percatado de mi presencia y recoge sus cosas.
―¿Si, Anderson?
Hago una mueca mientras me acerco.
―¿Qué, me vas a decir que no te gusta que te llamen por tu apellido? ―dice con una sonrisa burlona.
Chasqueo la lengua y juntas caminamos hacia la puerta del salón.
―Quería hablarte sobre la obra ―le digo tranquilamente.
―Así que estás interesada ―me lanza una mirada cómplice.
―¡Por supuesto que lo estoy! ¿Por qué no lo estaría?
―No lo sé ―se encoge de hombros―, dímelo tú.
Sonrío negando con la cabeza y finalmente caminamos por el pasillo hacia la salida de la Academia.
―Primero, si tengo vida social como tú no piensas; segundo, sé que estudio demasiado pero es porque me gusta y así tendré un futuro asegurado en la universidad que desee; y tercero, toda mi vida he esperado este momento, así que no permitiré que se me escape de las manos.
―¿Aunque sean tus estudios?
―Aunque sean mis estudios ―me lamento con una sonrisa confirmando lo dicho.
―Creo que hoy se acabará el mundo.
―¡Elena!
Una vez en la acera, me despido de la maestra y me encamino a casa, estoy cansada pero al mismo tiempo emocionada por esto. Será una gran oportunidad.
Elena dijo que la próxima clase me informará respecto a la obra, y me ayudará a audicionar. Solo espero que todo salga bien, y si quedara con un personaje secundario, no me importaría, ya estaría mas que satisfecha con participar en El lago de los cisnes.
Camino a paso apresurado y al llegar a casa, miro el auto de papá aparcado frente a ella.
Qué raro, él no suele llegar tan temprano.
Abro la puerta a la vez que observo de reojo el automóvil y entro. Me dirijo a la cocina ―como es costumbre― por algo de comer. Al cruzar el umbral, miro a papá sirviéndose una taza de café.
―Hola, papá ―lo saludo sin dar mucha importancia y abro la nevera.
―Hola, hija. ¿Cómo te ha ido en la escuela? ―pregunta mientras se sienta en un taburete junto a la isla y saco un pequeño brownie.
―Bien ―me encojo de hombros―. ¿Y a ti? ¿Cómo te fue en el trabajo?