La venganza del millonario

8. ¿Estoy viendo visiones?

Fernando.

Estar con mi familia me abre un poco los ojos.

Las fiestas las pasamos en el rancho de mi cuñada que ahora es de mi hermano. Me alegro por ellos porque cada uno tiene ya su familia feliz, mi hermano Lucas con Liliana, Sol con Marcos, quien por cierto no me cae del todo bien, y luego está Elián, ese tipo callado y que parecía que todo el tiempo estaba enojado, ahora puedo verlo feliz junto a su esposa Elizabeth.

Estos matrimonios se han llenado de hijos y por la casa parece que pasa un huracán cada vez que se hacen presentes y eso termina sacándome una sonrisa.

—¿Te encuentras bien, hijo? —mi padre se acerca a este rincón en que me encuentro oculto viendo desde lejos la felicidad de mi familia.

—Si papá, solo estoy un poco nostálgico de verlos de nuevo.

—Intégrate a hablar con ellos, si tanto los extrañas no te alejes, permítenos tenerte al cien por ciento durante los días que estés con nosotros.

—De acuerdo padre.

Los días que siguen a este pequeño diálogo con mi papá, decido que hacerle caso es lo mejor, ellos no se merecen más tristezas, no se merecen perder a otro gemelo más, no se merecen la tristeza que puedo contagiarles.

Las actividades planeadas me hacen olvidarme por unos días de la venganza que mi corazón planeó desde hace mucho, me olvido de Sam y no pienso en lo que está haciendo. Aunque claro, cada día recibe su mensaje de buenos días y por la noche un poco de charla, para no apagar la llama.

El final de los días en familia termina, llega el momento de la despedida. Cada uno vuelve a su rutina, mis sobrinos a la escuela, mis hermanos al trabajo, mis padres a ser los abuelos consentidores y yo a concluir mis planes.

—Cualquier odio que tu corazón guarde, debes de desecharlo mi pequeño, nunca es sano vivir con odio o resentimiento. El dolor se debe de transformar en fortaleza. Hazme caso hijo y sé feliz, para que la próxima vez que nos visites vengas con alguna chica que te ofrezca la que merecer; amor. O tal vez algún chico, la verdad es que no me molestaría, sabes que siempre te voy a amar.

—Mamá, ya les dije a todos y te lo repito, no soy gay. No me gustan los hombres, así que dejen el tema por la paz.

Durante las vacaciones mi familia se ha estado burlando a mi costa diciendo que seguramente no me gustan las mujeres y por supuesto que todos me brindaron su apoyo en caso de traer a un hombre a la casa. No sé de dónde sacaron esa absurda idea. Según ellos es porque nunca he tenido novia, ¿y eso qué? Tampoco es que esté muy viejo. En fin.

—Yo solo decía. Recuerda que te amamos hijos.

—Yo también los amo, les escribo cuando llegue a casa.

—Espero que sea verdad, porque si no lo haces, tu madre se preocupará y no quiero verla así. Yo, que soy su marido, no quiero verla sufrir, no quiero que sus hijos sean los causantes de poner una lágrima en sus ojos porque entonces si se las verán conmigo.

—Gracias por tu sutil amenaza papá.

—No es amenaza. Por cierto, los negocios los seguimos trabajando entre todos, cuando estés listo te esperamos con los brazos abiertos. —Se lanza a darme un abrazo antes de dejarme ir.

Me voy un poco menos dolido, mi familia me ha hecho ver las cosas desde otra perspectiva, no quiero sentirme como la peor persona del mundo; todo eso me ha hecho tomar una dedican.

Dejar por un tiempo mi venganza.

Al aterrizar me encuentro con una mujer que me provoca sentimientos contradictorios. Esperarme en el aeropuerto, es una absoluta sorpresa, parece tan angelical que no hay mucho que pueda pensar, esta vez mis instintos han ganado. Me lanzo a ella y la bienvenida que tengo es un beso cargado de intensidad.

Cuando nos hemos cansado del beso, recuperamos el aliento y nos sonreímos.

—Bienvenido a casa.

A partir de ese día las cosas cambiaron un poco, cada día que pasaba estaba más convencido de que no tenía ganas de continuar con una venganza que me estaba haciendo daño. Tomo la decisión de perdonarme y perdonarla a ella.

Con el tiempo voy a ser capaza de enfrentarla, de que ella me diga su verdad y entonces podré ser feliz del todo.

Lo días, las semanas y los meses pasan y con ella el conocernos un poco más, me toca conocer a sus abuelos, unas personas muy amables y que me hablan de una mujer que estoy aprendiendo a conocer, la Sam del pasado ha quedado relegada de la Sam de este presente. No sé qué es, no entiendo que pasa conmigo, pero, así como lo dijo mi madre, debo desechar el odio de mi corazón.

Hemos pasado días juntos, cualquier pretexto es bueno para no separarnos, la primera vez que me quede a dormir en su casa fue porque su amiga se había ido a no sé dónde y ella tiene miedo de dormir sola. Además, esta noche festejábamos nuestra graduación, a partir de mañana ya no somos estudiantes.

Obviamente, aprovechó y por la noche no solo dormimos.

Bajo la luz de las velas la hago mía, disfruto de su cuerpo y ella disfruta del mío, estando sobre ella, a mi cabeza llega como en forma de iluminación, estoy fregado.




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