La venganza es dulce como Breanna

Capítulo 11

Me muevo sobre la cama y aun cuando siento el sueño potente, algo que me hace abrir los ojos. Al abrirlos no puedo evitar el grito de terror que se escapa de mis labios al ver unos ojos verdes enormes mirarme con aires lunáticos. Eso antes de escuchar la risa fuerte de Amanda que se encuentra a un lado de la cama.

La puerta de mi habitación se abre y Alice en aires desaliñado y baba seca en la mejilla entra con un bate de metal que guarda en casos de peligro siempre. Su cabello negro parece un nido de pájaros, parece como si se ha electrocutado.

—¿Dónde está el peligro?—pregunta. Sus ojos aún siguen hinchados y la veo parpadear como si aún no se acostumbra a estar despierta.

—Yo—la risa de Amanda no la deja hablar—lo siento Breanna, es algo que solía hacerles a mis padres y luego a las chicas que a escondidas de mis padres Dominick metía en su habitación. De esa manera ellas salían corriendo antes que mi hermano pueda presentarla ante mis padres, claro que eso solo ocurría si me caían mal, pero era muy gracioso. Por eso no lo pude evitar—bostezo divertida.

—Me diste un susto de muerte—confieso y ella me guiña un ojo.

—Oh cielos, ya no podre dormir y... ¡Mierda! ¡Mira la puta hora!—abro los ojos cuando veo lo tarde que es. Alice maldice y corre—hoy me echan del trabajo, joder, que puta suerte de mierda tengo—grita mientras escuchamos como la casa es destrozada por ese torbellino que se hace llamar Alice.

—¿Siempre es así?—la curiosidad de Amanda es notable mientras ambas escuchamos el repertorio de insultos que tiene Alice.

—No, pero si cuando se levanta con el pie izquierdo—ella ríe cuando escuchamos a Alice lanzar un zapato. En menos de 20 minutos ella sale corriendo como alma que lleva el diablo.

Salgo de la cama sintiéndome aun cansada, pero Amanda comienza a hablar sin parar. La miro sorprendida. ¿Quién puede tener tantas energías al despertar? Me recuerda a mi madre, así es al despertar.

Me adentro a la cocina mientras ella me cuenta anécdotas de ella cuando pequeña. Corto los vegetales para hacer un sencillo desayuno.

—Bre, me iré a cepillar, ya vengo—asiento y otra vez un bostezo se escapa de mis labios.

Me alejo de la cocina y suelto mi pelo para amarrarlo bien, parezco una loca con el cabello así, pero bueno, no puedo despertar diva siempre.

Cuando el desayuno está listo ambas comemos y le digo a Amanda que limpie los platos en lo que me ducho. Lo hago rápido por lo que me coloco un shot alto con un top corto lila, me coloco una camisa transparente por encima manga larga y mi cabello en una coleta con flequillos afuera. Me pinto los labios y le sonrío a mi reflejo.

—Vaya, tu sí que amaneces con estilo—dice Amanda con una sonrisa.

—Dúchate, tenemos que volver a tu casa—la sonrisa le cae por momentos—revisé el teléfono, tu controlador hermano ya volvió. Él y yo tenemos cosas de las cuales hablar—ella bufa y se adentra al baño.

Arreglo mi habitación con Doja Cat a todo volumen. Que los vecinos se aguanten que necesito algo que me haga relajar. Es por eso que hago un baile raro mientras tiendo la cama y recojo todo lo que cayó al suelo anoche. Cuando termino sonrió. Me coloco unos tenis lila y me encanta como me veo.

Recojo algunos zapatos de la sala que Alice dejo al salir corriendo y limpio su habitación. Cuando una de las dos sale así, siempre la otra recoge el desastre. No tenemos complicaciones con eso, a ambas nos gusta que todo este ordenado.

—Listo—dice Amanda apareciendo con un sencillo vestido verde.

—Te queda bien ese color—le digo tomando las llaves del coche.

Ella sonríe y salimos de mi casa para bajar por el coche. Amanda parlotea de manera divertida en todo el camino, así que se hace muy ameno todo.

Cuando llegamos respiro hondo recordándome que el precio por matar a una persona es la cárcel.

—Breanna—me llama Amanda, la miro y ella parece tímida—perdón por darte tantos problemas y porque mi hermano se enfade contigo—sonrío divertida.

—Eso siempre pasa, aunque no sea con tu intervención. Dominick y yo discutimos más que cualquier otra cosa—me encojo de hombros y ella ríe—¿Qué es tan divertido?—pregunto y ella se encoge de hombros.

—Ya saben que dicen, cuando pelean mucho es que ganas se tienen—abro la boca, pero ella sabiamente corre para adelantarse.

—¡Espera eso no es así!—le grito y ella se ríe divertida. Ambas entramos y siento el golpe del aroma de ese maldito pedazo de hielo en todo el lugar. Cuando entro veo a Dominick abrazando a su hermana. Me cruzo de brazos viendo como la besa y le pregunta si está bien. A su lado esta Patricia quien no parece tan segura como lo estaba ayer.

—Buenos días—saludo con tranquilidad. Sus ojos se posan sobre mi cuerpo.

Como quisiera que no solo tus ojos se posaran sobre mí, papacito bello.

Alejo esos pensamientos y sonrío tratando de mantener mi actitud de que nada me importa, cuando en realidad siento que un camión me pasa por el pecho. ¿Por qué este hombre es tan guapo hasta en la mañana? Por Dios amigo, dale un descanso a mis pobres hormonas que solo hacen enloquecer cerca de ti.

—Buenos días, Breanna—bueno, no soy señorita Miller, parece que pisamos un terreno no tan peligroso.

—Dominick, fui yo quien le pidió irse con ella, no te enfades con Breanna. Ella me cuido bien, te lo juro—su hermano suspira.

—¿Pueden tomar asiento?—miro con desconfianza al hombre frente a mí. Ayer era un histérico y hoy parece hasta amable.

¿Debo apuntar la fecha y jugar al loto? De seguro esta es una fecha que está hasta en la biblia.

En silencio hago lo que me pide. No puedo evitar notar que Dominick se carga unas ojeras increíbles a la vista y que parece algo cansado. Frunzo el ceño al notar lo apagado que se ve.

>> Gracias por cuidar de mi hermana Breanna—bien, ¿Dónde está la cámara oculta?—siento un poco si ayer te ofendí en algo—niego rápidamente.




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